El futuro: ¿un hub diplomático en Qatar? | iStock

CARTA DESDE QATAR

El futuro: ¿un hub diplomático?

Sin recursos energéticos para vender, Qatar es un territorio donde no le interesa vivir a nadie. Es necesario tener una misión de país

Unos meses atrás había quedado por una reunión en el hotel Ritz Carlton de aquí de Qatar. La sorpresa fue mayúscula al encontrarme tanquetas del ejército en la entrada del recinto. No recuerdo haberlo contado, pero la presencia de militares por la calle, en Doha, es nula. Nunca se ven. ¿Acaso no tienen ejército? Claro que lo tienen. Y reforzado, ya que Estados Unidos mantiene una base aérea de dimensiones siderales: diez mil soldados -un amigo les suministra la comida a diario-. A menudo se ven sobrevolar a los jets militares que pasan a toda pastilla por encima de los rascacielos. La importancia de las fuerzas aéreas en un país diminuto, como es Qatar, resulta determinante.

El caso es que, como les decía, me encontré al hotel preso militarmente. El hombre con el que había quedado me lo explicaba: "Es que aquí se están reuniendo para negociar las potencias occidentales -básicamente Europa y Estados Unidos- con los talibanes". Ciertamente. Los talibanes habían tomado el poder tras la salida de los americanos de Afganistán. Y era verdad, yo había leído que se estaban reuniendo en Doha, donde los talibanes tienen una sede representativa permanente. ¿Los talibanes residiendo oficialmente en Doha, una ciudad defendida militarmente por los americanos? Pues sí. Ésta parece ser la estrategia de futuro por la que ha optado Qatar: estar en medio sin decantarse.

Més info: ¿Un futuro todavía más rico?

Como apunté en un artículo anterior, la emancipación de los británicos comportó un cierto sálvese quien pueda. Y aquellos que pudieron escaparon de los saudíes, de paso. Qatar, Bahréin, Emiratos y Kuwait estropearon la idea de una península árabe unida bajo los saudíes. El hecho ha llevado a ciertas malas relaciones generales de Qatar con sus vecinos cercanos, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos principalmente. Rivalidades, riquezas naturales, etc. Pero Qatar es el más rico. Cualquier excusa es buena para las suspicacias.

Sin recursos energéticos para poder vender -y éste es el escenario a treinta años- Qatar es un territorio donde no le interesa vivir a nadie. Es necesario tener una misión de país

Irán está a escasos kilómetros de Qatar -unos 200 en línea recta-. Hace años que Qatar decidió evaporar cualquier conflicto con aquella república islámica de la que, tradicionalmente, había sido enemiga, dado que los iraníes son chiitas mientras que los qataríes, como la inmensa mayoría de la población de Gran Arabia, es suní. Y, como ustedes ya sabrán, suníes y chiítas se llevan a matadegolla. Pero no en todas partes, parece. En Qatar ustedes se encontrarán con productos agrícolas de Irán que complementan a los que llegan vía Schiphol (Ámsterdam). Y es que Qatar aparte de compartir el Golfo Pérsico con Irán, comparte otra cosa importantísima: la gran bolsa de gas natural -la más grande del mundo- que es la que hace rico Qatar. Remiren el mapa que publiqué en el artículo "¿Un futuro todavía más rico?" hace dos semanas y observarán que la línea fronteriza marítima parte la bolsa en dos, y sólo dos, partes; dos países: Qatar e Irán. Por tanto, con Irán todo deben ser flores y violas. Lo dictan los 77 millones de toneladas de gas natural que produce Qatar cada año.

La envidia es muy mala y siempre encuentra motivos para manifestarse, aunque éstos se habiliten de altos intereses. En los próximos años esta enorme bolsa es la que hará aún más independiente a Qatar respecto a sus vecinos. Como les dije, mientras ellos irán a menos, Qatar irá a más. Las tensiones estarán servidas. La guerra de Ucrania ha acelerado este proceso de despegue de Qatar, ya que Occidente ha decidido, por ahora, no comprar más gas natural en Rusia.

La guerra de Ucrania ha acelerado este proceso de despegue catarí, puesto que Occidente ha decidido, por ahora, no comprar más gas natural a Rusia

Una primera cata de las tensiones en la zona se ha podido observar en los últimos tiempos. El mismo año que Qatar anunció la existencia de la reserva de gas natural del norte -el enorme bolso que comparte con Irán- una coalición de estados árabes liderados por Arabia Saudí -Kuwait, Emiratos, Bahréin y Egipto; más tarde Jordania también- iniciaron un bloqueo aéreo, terrestre y marítimo sobre Qatar. El país quedó aislado. Si miran el mapa observarán que cortar el espacio aéreo que rodea a Qatar por el lado occidental, es una mala pasada. La mayoría de los productos frescos llegan por avión desde Europa y por camión a través de Arabia Saudita a los que provienen de Turquía. El caso es que el país quedó bloqueado y tuvo que buscarse la vida durante casi tres años y medio. No perdieron el tiempo. Desde entonces en Qatar se produce carne, lácteos, y algunos vegetales básicos. ¿Cares de producir? Carísimos. Pero la necesidad obliga. El bloqueo terminó en enero del 2021.

Copa del Mundo de Fútbol 2022 | iStock

Las explicaciones oficiales del bloqueo fueron las acusaciones de Arabia Saudita diciendo que Qatar financiaba el terrorismo. ¿Ciertas? Nunca se sabrá. Ahora, que ese nunca fue el motivo de fondo, eso sí parece cierto. A las potencias de la región no les hace nada de gracia ni una de las ataduras de Qatar con Irán, ni la proyección internacional que está cogiendo -que se cancelara la Copa del Mundo era uno de los objetivos-. Un antiguo colega mío, ahora retirado y asesor de Qatar Foundation, me explicó que las razones eran mucho más básicas. Más animales, digámoslo así. Si miran el calendario observarán que el conflicto empezó en 2017 y se cerró en 2021. En este tiempo ni se ha demostrado nada, ni las conclusiones han cambiado el estatus anterior de todos. Tanto ruido para nada. Y es que todo parece ser una operación orquestada entre el heredero saudí Mohammed bin Salman (acusado por el caso Kashoggui) y el emmerdeur oficial de Occidente en la época: Donald Trump. Ignoro si ésta es la explicación real. Veían el esperpento y los actores implicados, no me extrañaría. Este tipo de conflictos suelen ser fruto de la estupidez humana. Dicho de otra forma, fruto de los actos de determinados humanos estúpidos. El caso es que llegar Biden a la Casa Blanca y acabarse el estruendo fue todo uno.

A las potencias de la región no les hace ninguna gracia ni una las ataduras de Qatar con Irán, ni la proyección internacional que está cogiendo -que se cancelara la Copa del Mundo era uno de los objetivos

De la experiencia pasada convendría extraer una conclusión clara: la ambivalencia de Qatar va a durar, porque es una estrategia de futuro. Sus gobernantes saben que la riqueza de bajo suelo tiene dos características. La principal es que es temporal. El mundo ha decidido prescindir de los carburantes fósiles. Para algunos se va demasiado despacio en la transición. Pero la marcha es inexorable. La segunda es que, de no vigilarse, el patrimonio de futuro obtenido con esta riqueza de ahora se irá evaporando -como todos los patrimonios que se van traspasando de padres a hijos-. Por tanto, se necesita darle un oficio al país. Sin recursos energéticos para poder vender -y éste es el escenario a treinta años- Qatar es un territorio donde no le interesa vivir a nadie. Es necesario tener una misión de país.

De la misma forma que crearon un aeropuerto de enlaces porque se dieron cuenta de la suerte geográfica de estar equidistantes de Europa y de Asia-Oceanía, han visto que era una buena idea mantener también equidistancia política entre los regímenes predominantes en estas dos grandes áreas mundiales. Y aquí estamos. Quien espere a que Qatar evolucione hacia una democracia liberal, quizá sabe mucho de justicia universal, pero muy poco de intereses. Hace tiempo, muchos años, Qatar empezó siendo anfitriona de la reunión sobre cómo fijar las reglas de comercio internacional -la famosa Ronda Doha-. Luego han venido otros eventos. Algunos deben ser discretos -las negociaciones con los talibanes, por ejemplo, entre muchos-. Otros no tanto, como la Copa del Mundo de Fútbol 2022. Pero de esta última hablaremos la próxima semana.

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