Madam C.J. Walker, productos cosméticos por los derechos de la mujer afroamericana
Nacida en una plantación de algodón, la emprendedora encontró en los productos contra la caída del cabello su camino de emancipación
El destino de Sarah Breedlove estaba marcado desde el mismo 23 de diciembre de 1867 en qué nació en el estado norteamericano de Luisiana. Cómo tantos otros afroamericanos del sur, Breedlove era hija de dos esclavos dedicados a la plantación y recolección del algodón. Pero, a diferencia de sus cinco hermanos, ella nació en libertad, gracias a la Proclamación de Emancipación dictada por el presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln el 1863. Aquel estatus, pero, no cambió su futuro. Después de perder sus padres con sólo seis años sufrió los maltratos de su cuñado y se casó con sólo 14 años para escapar de su agresor. Una etapa en qué cambió los campos de algodón por el lavadero donde lavar ropa. Un trabajo por la cual cobraba 1,5 dólares al día. Breedlove no se planteó nunca cambiar su biografía hasta que, con 17 años, nació su primera hija, Leila McWilliams. Fue entonces cuando se prometió encontrar una forma de garantizar una vida digna en la niña. La solución la encontró con los productos contra la caída de cabellos para mujeres negras.
Con 20 años, el marido de la futura emprendedora muere y ella se traslada a San Louis, donde se incorpora a la barbería que sus hermanos tenían en la ciudad. Fue en esta etapa cuando descubre los secretos de la cura del cabello y cuando empieza a experimentar para crear productos propios. El primer paso de un camino que, poco después, la convertiría en la primera afroamericana millonaria en la historia de los Estados Unidos.
Después de una etapa de formación como agente comercial a la empresa de productos cosméticos Annie Turnbo, el 1905, Breedlove se muda a Denver. Allá, finalmente, crea su propia línea de soluciones anticaiguda destinadas a las mujeres afroamericanas. Contaba con la oferta, conocimientos de venta y ampliaría el potencial de su empresa con la ayuda de su nuevo marido, Charles Joseph Walker, un reconocido publicista que la guió a la hora de crear anuncios en prensa dirigida a la población negra.
Con su matrimonio, Breedlove se rebautiza a ella misma y a la empresa como Madam C.J. Walker. Sólo un año después, la empresaria estaba vendiendo un catálogo basado en elixires anticaiguda, champús y pomadas por todo el país. Las ventas la desbordaron pronto, por el que tomó dos decisiones: poner a su hija Leila al frente de las ventas por correos y formar mujeres afroamericanas para convertirlas en agentes de venta de su marca.
El ritmo vertiginoso de crecimiento del negocio fue en paralelo a la aplicación de estrategias que encara hoy replican varias marcas de cosmética. Madam C.J. Walker fue la primera compañía a crear una conferencia anual en la cual se reunían sus agentes para conocer los nuevos productos y premiar en aquellas que habían conseguido más ventas, a la vez que abría escuelas de belleza por diferentes Estados para formar nuevas vendedoras.
A finales de la primera década del siglo, la empresa vendía sus productos a varios países caribeños y generaba ventas por más de 3 millones de dólares. Una facturación que no sólo servía por reinvertir en el negocio y para incrementar la fortuna de C.J. Walker. La empresaria se preocupó que buena parte de su fortuna se destinara a la filantropía. Además de formar sus vendedoras porque desarrollaran sus propios negocios, dio miles de dólares a la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP), dedicada a la lucha contra la segregación racial, y participó en la célebre Marcha Silenciosa, en protesta por los linchamientos contra la población negra que se produjeron en Nueva York el 1917.
Madam C.J. Walker murió el 25 de mayo de 1919, reconocida como la mujer afroamericana más rica del país. Hoy, los productos cosméticos de la marca siguen siendo de los más demandados a las grandes superficies. El legado de una marca que cambió el destino de su fundadora y de miles de mujeres afroamericanas.