Wittmore Hotel renace como salón cultural del siglo XXI
Reabrió en febrero tras casi dos años cerrado de la mano de la familia Figueras estrenando propuesta gastronómica en su restaurante Contraban con Alain Guiard
En los arrabales de la primera muralla de Barcelona se esconde el Wittmore Hotel (calle Riudarenes, 7). Es una sorpresa para los turistas que se pierden por estas calles a menudo y un quebradero de cabeza para los locales a que quienes cuesta encontrarlo en el entramado de callejuelas. Tras casi dos años cerrado por la pandemia, reabrió el pasado febrero sus puertas de la mano de la familia Figueras también propietaria desde 2003 del Hotel Neri. Ambos hoteles son contrapunto y sólo comparten la cocina del reputado chef Alain Guiard que estrena carta del nuevo restaurante, Contraban.
El nuevo Wittmore se fija en los salones culturales que acogían a las personalidades más creativas del siglo XX, el nuevo concepto se ha quitado peso en decoración y ampulosidad. Bebe de su singular ubicación –en el céntrico barrio– y ofrece una original carta que quiere complementar con una programación cultural local. El restaurante está integrado en una salita de estar con chimenea y librería bañada por la luz que pide paso a través de unos ventanales enormes. Dan a un patio interior con un jardín vertical de más de 15 metros. En este lugar que recuerda más a un speakeasy que a un restaurante el tiempo se cuela con sutileza: del desayuno, a las comidas informales o las copas de media noche.
El hotel boutique de cinco estrellas conserva ese espíritu elegante, intelectual y algo misterioso (han dejado las pesadas cortinas que ya reciben en la puerta) pero ahora la dirección aspira a “convertirlo en un lugar mucho más abierto y accesible”. Hacen uso de materiales naturales como la rafia con la que se tejen los paneles que presiden la biblioteca, a la vez que trabajan para incrementar la funcionalidad de los espacios, como el nuevo comedor del restaurante en el que las mesas se elevan y las butacas se transforman en cómodas sillas. “Hemos dejado de lado la querencia por ser un lugar exclusivo y con cierto aire privado que tenía bajo la dirección anterior”, explica Mayvang Bong, gerente del nuevo establecimiento, “el restyling (obra del estudio Septiembre Arquitectura) es muy sutil y creemos que la propuesta será lo suficientemente interesante para que los locales encuentren aquí su momento del día para disfrutarlo. Estamos pensado en dotar a nuestra terraza de una nueva propuesta de cara al verano que se complemente con la que ya tenemos en el restaurante actualmente”, adelanta.
La frustración se representa con una oscura remolacha cocinada en costra de arcilla servida con queso crema y salsa de trufa
Restaurante Contraban: carta para cada momento creativo
¿A qué sabe la impaciencia? ¿y la libertad? ¿se parece a la excitación? Alain Guiard asumió el reto de pensar platos con esta línea de acción para el recién estrenado restaurante Contraban. El también chef del restaurante Neri defiende aquí una cocina mucho más arriesgada y sin embargo muy bien resuelta. El resultado es una carta con un interesante peso para las verduras (muy elaboradas) en la que han guardado algunos guiños al restaurante anterior (aquí se emplazaba Witty); conservan sus macarrones del cardenal con secreto ibérico y bechamel de parmesano. La impaciencia se representa con unas crudités de verduras con hummus, comino, hummus cúrcuma y tahini; la libertad es un sándwich/almohada de rabo de buey con queso crema de olivada; quedarse en blanco es una coliflor al horno con limón; la excitación creativa, toma forma en un carpaccio de verduras y hierbas de invierno. La frustración —quizá uno de los platos más interesantes del menú— se representa con una oscura remolacha cocinada en costra de arcilla (y presentada en mesa) servida con queso crema y salsa de trufa.
Como los platos, los vinos tampoco resultan obvios. La carta incorpora referencias de extraordinaria rareza que entrarán y saldrán de manera recurrente según existencias, y una selección de cócteles de autor inspirados en el espacio (otra día hablaremos de ellos). Se podrán tomar en mesa, en el patio o junto a la chimenea. Quizás, ojeando algunos de los volúmenes de su librería sobre historia de los movimientos contraculturales de los 70, 80 y 90 o revistas indie y LGTBIQ+ de Odd Kiosk, o Terranova, una pequeña editorial con sede en Barcelona creada con la intención de dar voz a toda una generación de artistas que surgieron y se formaron en los márgenes de las corrientes culturales mayoritariamente aceptadas. ¿Existe la cultura contrahegemónica en la era de internet y los circuitos comerciales? Nos asalta esa duda cuando el feminismo, hasta hace poco contracultural, parece haberse convertido ya en la cultura hegemónica en el ámbito del sexo y del género. Mucho por debatir.
Hotel Wittmore Restaurante Contraban
Dirección: C/ Riudarenes 7
Precio medio: 45€