BID, la esperanza de los comerciantes
Los ejes comerciales reivindican un paso decidido hacia las fórmulas de colaboración publicoprivada que los permitan revitalizarse
Sólo en Barcelona hay más de 65.000 locales comerciales activos, 2.000 de los cuales pertenecientes a cadenas y franquicias; y más de 9.000 locales vacíos. Intentar preservar la singularidad del comercio local es difícil en una tendencia de calles clónicas a las principales ciudades del mundo. Por si fuera poco, los tenderos también tienen que combatir con una realidad: cada vez cuesta más hacer salir de casa los compradores.
"En Internet el nuevo consumidor millennial puede comparar, buscar y encontrar mejores precios. Y esto antes de que se pueda comprar con realidad virtual. Qué me hará levantarme del sofá? La experiencia que pueda encontrar en la zona comercial", argumenta Carlos Carrasco, researcher de la Iese en la última jornada de debate sobre el futuro de los ejes comerciales celebrada en esta escuela de negocios. "Sólo si ofrecemos una experiencia diferente a la de los otros canales seguiremos atrayendo los compradores", advierte.
Y aquí es donde entra en juego el BID, la herramienta a la cual quieren aferrarse los comerciantes para dar un nuevo impulso a sus negocios. "Un BID muy implantado supone una mejora económica de la zona y de la calidad de vida de la ciudad, no sólo un beneficio al comercio", asegura Maria Lluïsa Esteve, profesora de la Universitat de Girona con amplia experiencia en el estudio de esta herramienta. "Proporciona los recursos económicos porque personas profesionales detecten los retos y apliquen medidas eficaces", añade.
Una prueba piloto
La realidad, pero, es que "en España no hay una legislación que permita habilitar estas figuras", tal como indica Helena Villarejo, profesora de Derecho Administrativo de la Universidad de Valladolid. "Hace falta una intervención legislativa del Estado, pero los tiene que llegar el mensaje que el que tiene que hacer la ley estatal no es imponer un nuevo impuesto. Es abrir la puerta porque en aquellos ayuntamientos donde el sector pida tener un BID, se pueda hacer", añade Esteve.
Mientras no se modifique la ley tributaria que permita la creación de un BID al uso, la concejalía de Comercio del Ayuntamiento de Barcelona quiere poner en marcha una prueba piloto que denomina APEU (Área de Promoción Económica Urbana). De este modo, la idea es impulsar esta experiencia al Borne yendo de la mano de Barcelona Abierta; y a Santo Andreu con la Fundación Comercio Barcelona. Fuentes del Ayuntamiento indican a VÍA Emprendida que tienen la voluntad de ponerlo en marcha al 2019.
La utilidad
"Las dos pruebas piloto tienen que salir bien, de ellas depende el éxito futuro", advierte Salvador Vendrell, presidente de la Fundación Comercio Barcelona. "Nos tiene que permitir autofinanciarnos y autogestionarnos. Hoy dependemos excesivamente de las subvenciones de las administraciones", reconoce. El objetivo, tal como indica Carlos Carrasco, es "acabar con la segregación de actuaciones y apostar por modelos híbridos". Hasta ahora, señala, "las actuaciones públicas y privadas se han hecho por separado, sin acciones estratégicas".
Cada BID, pues, tiene que servir para mejorar los espacios comerciales al aire libre que son las calles; facilitando los accesos, dotándolos de confort y seguridad a la vez que se estimula la presencia. Sea como fuere, el presidente de Barcelona Abierta, Gabriel Jené, recuerda que "en Barcelona ya hay BIDs: se llaman Glorias, La Maquinista o Diagonal Mar".
Jené utiliza el ejemplo de los centros comerciales para evidenciar como el hecho de "pagar los gastos conjuntamente los permite disponer de seguridad y no tener top manta. Esto crea un desequilibrio con los espacios abiertos, las calles, donde hay una completa anarquía". Según lo también director general de La Mallorquina, "cada vez hay más locales dominados por las mismas marcas que tienen una capacidad voraz para ocupar los espacios excelentes en detrimento del óptimo mix comercial".
En cualquier caso, la profesora Helena Villarejo recuerda que "no hay varillas mágicas que solucionen todos los problemas del comercio". Aún así, coincide que "el BID sin duda es un instrumento necesario. En un mundo tan competitivo, donde las ciudades también compiten entre si, si otros países lo aplican, por qué no hacerlo aquí también?"
Ahora bien, insiste que "l'éxito dependerá de sí somos capaces de adaptarlo a nuestras necesidades. Un BID no es nada más que una nueva forma de governança con la implicación pública y privada, una forma más abierta y transparente".
Ponerse de acuerdo
Precisamente la relación entre comerciantes y administraciones públicas parece ser el principal escollo y habrá que generar un clima de confianza mutua. "Si queremos que los BIDs funcionen tenemos que ir todos a una, que todas las partes cedan para llegar a acuerdos y no mantener recelos mutuos", reclama Maria Lluïsa Esteve.
En esta línea, la directora de Retail.cat, Laura López, es la primera a hacer autocrítica sobre por qué todavía no se ha conseguido disponer de herramientas como los BIDs. "La culpa principal es del mismo sector, nos cuesta salir de la zona de confort. El paso al BID supone salir de este confort para todas las partes, acostumbradas a trabajar de una determinada manera".
"Falta el compromiso de colaboración entre el sector público y privado", lamenta Villarejo. "En el privado a menudo sólo se interesan algunos actores y no todos. Y en el público, si la iniciativa viene del rival político se rechaza para presentarla ellos a la siguiente legislatura. Si politizamos la cuestión, no saldrá adelante. No tiene que tener colores políticos", reivindica.
Gabriel Jené, desde Barcelona Abierta, lamenta la "deriva remunicipalitzadora del Ayuntamiento de Barcelona, que va en contra de los BIDs". Y recuerda que "el primer éxito de la colaboración publicoprivada fueron los Juegos Olímpicos". Aún así, reconoce que "el mismo sector ha vivido demasiado de ir pasando el platillo con las administraciones y quienes día pasa, año empuja".