La bolsa, entre el titanic y los aviones. | iStock

OJO A LA BOLSA

Fiesta en el Titanic, razón en la bolsa

Cronología de un año de vértigo en la bolsa mundial (y lo que queda)

A pesar de que había rumores que el 2020 no sería el mejor año económicamente hablando, lo cierto es que el año empezaba sobre ruedas y con noticias positivas desde finales de 2019. En primer lugar, tuvimos el pacto entre Estados Unidos y China, que venía forzado por el año electoral de Donald Trump. Después de muchas conversaciones y negociaciones, finalmente consiguieron llegar a un acuerdo mutualment beneficioso. Este sería el mejor momento de las relaciones entre el gran asiático y la primera economía del mundo, pero esto todavía no sería lo peor que quedaba por venir.

Por otro lado, Boris Johnson venía de ganar las elecciones, cosa que quitaba cualquier incertidumbre que había habido sobre las negociaciones del Brexit. Todo esto ayudó a qué muchas de las bolsas internacionales se situaran en máximos históricos. Todo el mundo estaba de celebración encima del Titanic, pero nadie sabía que se estaba hundiendo. La rendija vino en forma de virus, y a escala mundial: se llama SARS-CoV-2.

Mientras todos mirábamos como el virus iba infectando a mucha gente en China y los medios nos informaban como se colapsaban los hospitales en la zona de Wuhan, confiábamos que se quedara en relativamente pocos casos y algún deceso (recordando el SARS original y el MERS). Lo cierto, pero, es que mientras mirábamos estas imágenes de China, el virus parece que ya estaba en muchas partes del mundo. Por la mala actuación de la OMS (por un exceso de confianza con China) y de los gobiernos (curiosamente, por un exceso de confianza con la OMS) no nos dimos cuenta de que el Titanic se estaba hundiendo hasta que teníamos el agua al cuello. Fue en este momento cuando vimos que los sistemas sanitarios podrían llegar a colapsar y se decidió confinar muchos países.

"No nos dimos cuenta de que el Titanic se estaba hundiendo hasta que teníamos el agua al cuello"

Viendo que estos confinamientos provocarían una crisis que no se podía comparar con ninguna anterior, los gobiernos y bancos centrales pusieron en marcha la maquinaria de estímulos en la economía. Esto frenó las caídas en bolsa que se estaban propagando a nivel mundial. Vivimos una caída en un tiempo récord. En cuestión de cinco semanas las bolsas cayeron más de un 35% (con algunas excepciones).

Aún así, los estímulos económicos no ayudaron a combatir el virus a pie de calle. La mala gestión del virus hizo que los confinamientos se alargaran mucho. Esto provocó que la economía quedara mucho más resentida de lo que inicialmente todo el mundo pensaba. Con este contexto, muchas empresas, sobre todo las más relacionadas con el turismo, empezaron a tener problemas. El desastre fue tal que llegamos a ver el precio del petróleo llegar hasta los -40 dólares por barril! (comprabas el barril, y te lo llevabas con 40 dólares de más).

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Las primeras empresas en recibir ayudas de los gobiernos fueron las compañías aéreas. Por la alta competitividad del mercado, estas empresas tienen poco margen de beneficios, y una pequeña bajada en sus ingresos se pueden traducir en grandes pérdidas. Esto no hubiera sido ningún problema si no hubieran estado tan endeudadas, pero no era el caso. Así pues, empezaron las negociaciones entre las compañías aéreas y los gobiernos, que acabó en forma de préstamos con condiciones muy buenas para las empresas.

Más adelante, con los planes expansivos de los bancos centrales, las ayudas llegaron a muchas más empresas. Entre mayo y junio, las economías se fueron reactivando y los datos poco a poco empezaron a ser más buenas, pero todavía sin saber los datos del segundo trimestre. Por otro lado, durante estos meses también vimos a dos empresas de renombre bajando las persianas. Wirecard y Hertz.

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La primera se vio involucrada en un fraude contable que llevaba meses debatiéndose. Finalmente, quedó demostrado que habían hinchado los beneficios durante años anteriores. Si lo pensamos un poco, al inventarnos ventas a nivel contable hincharemos los beneficios de la empresa, pero el dinero que tendríamos que haber recibido por la venta no lo recibiremos (puesto que la venta es falsa). Todo esto reventó con una auditoría de KPMG al ver que faltaban 2.000 millones de euros en unas cuentas de Filipinas donde supuestamente estaba el dinero de las ventas que se habían inventado.

La quiebra de Hertz, en cambio, no fue tan dramática. Simplemente se quedaron sin dinero para pagar sus deudas y se declararon en quiebra. La polémica en este caso vino cuando plantearon una ampliación de capital después de haberse declarado en quiebra. Finalmente, no se produjo, pero si hubiera sido así lo que probablemente hubiera pasado es que los inversores que se hubieran acogido a la ampliación de capital se habrían quedado sin un céntimo después de liquidar la empresa. Esto era porque los activos de la empresa no eran suficientes para pagar las deudas, ni siquiera teniendo en cuenta la ampliación de capital que habían planteado. Finalmente, pero, no se produjo. A pesar de que los mercados están muy locos parece que todavía hay un poco de racionalidad.

De este modo es como cerramos el segundo trimestre. Con un virus que lo cambió todo, incluso la economía. Aún así, con buenas perspectivas de cara a la actuación de los gobiernos para frenar el virus, y por consiguiente de la economía. En el siguiente artículo haremos un resumen de cómo ha ido el tercer trimestre y si se han ido cumpliendo las expectativas económicas. Hasta entonces...

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