El análisis
¡Catalangate! ¡Vista al este!
El mercado del espionaje está en auge y tiene todo tipo de clientes
En las sociedades de Europa Occidental continúa la euforia del final -ahora parece que sí- de la pandemia. La restauración, los viajes y el ocio viven semanas exultantes, hasta el punto que la invasión rusa de Ucrania parece demasiado lejana para amargarnos la reanudación de la normalidad en la interacción social. Aun así, los datos macroeconómicos conocidos esta semana ya hacen evidentes las nubes que amenazan con diluir la reanudación económica. Empezando por el consumo, afectado sobre todo por el aumento de precios de la cesta de la compra, la energía y los combustibles. Y seguido por una industria que hasta ahora había sido líder en la recuperación y que ve cómo el encarecimiento de los costes y la intensificación de las dificultades de abastecimientos amenazan su marcha ascendente.
Y por si no tuviéramos bastante, ahora se hace público el espionaje masivo y sistemático de políticos y activistas. Y de todo el respectivo entorno familiar, de colaboradores y de amistades e, incluso, mediático. Casi todos catalanes -alguno vasco, por las inercias históricas-, en una muestra más de un Estado que se comporta más o menos democráticamente con sus ciudadanos, excepto con la minoría nacional más decidida a dejar de serlo algún día.
Cada vez más amenazados
Algunas cabeceras de Barcelona y de Madrid han intentado quitar hierro al tema a base de priorizar el análisis de las consecuencias que para la estabilidad del gobierno español tendrá el llamado Catalangate. No es nuestro objetivo, pero en un diario de información económica como este, tenemos que focalizarnos en las repercusiones de este tipo que puedan generar el desenlace del conflicto.
El espionaje digital es un mercado en auge
Solo haremos una previa. Todos los expertos nos alertan de que no solo la empresa israelí NSO ha desarrollado sistemas altamente eficientes para espiar las comunicaciones digitales, sino que este es un mercado en auge. Un mercado con clientes de todo tipo y no solo los estados y a sus servicios de seguridad e inteligencia, como asegura que hace NSO. De hecho, el espionaje empresarial e industrial ha existido siempre con más o menos intensidad según las circunstancias y la ética vigente en cada momento.
La "normalidad" española
España es un país donde incluso los políticos de su gobierno, que han despreciado durante un puñado de días el espionaje a los catalanes y han desacreditado a los investigadores y la publicación donde lo han presentado, acaban de anunciar con grandes aspavientos que ellos también han sido espiados. Vaya, que el micrófono dentro del ramo de flores de Sánchez Camacho era solo un juego de niños que abría la veda para que todo el mundo espie a todo el mundo. Y es que no hace tanto tiempo que hemos sabido cómo el espionaje era una de las principales tareas de Villarejo y sus acólitos.
Una sociedad como la española, con grandes empresas y empresarios que usan con aparente desparpajo una excrecencia de las cloacas del Estado para luchar en el mundo de los negocios, no nos tiene que extrañar que no se escandalice mucho si estas mismas cloacas usan los métodos más modernos e invasivos para perseguir a aquellos que amenazan el status quo. Político y, naturalmente, empresarial.
La penetración de todo tipo de redes y comunicaciones digitales en nuestra vida cotidiana nos hace cada vez más vulnerables ante los que nos quieren espiar para controlarnos y aprovecharse de nosotros. Incluso, a los expertos en la materia, como recordaba amargamente un apreciado colaborador de estas mismas páginas.
A Sánchez se le complica, todavía más, la vida
Se ha dicho repetidamente que una vez aprobados los presupuestos, Sánchez puede prescindir de los socios parlamentarios e ir tirando hasta agotar la legislatura o hasta que encuentre la circunstancia más favorable para convocar elecciones. Esta misma semana ya ha vuelto a salvar una votación in extremis, la de las medidas para afrontar el conflicto de Ucrania, incluida la validación de la rebaja de veinte céntimos de los combustibles. O quizás no tanto, porque quien le ha sacado del mal trago ha sido Bildu, que durante toda la legislatura ha actuado coordinadamente con ERC. Un tipo de aviso para navegantes de aquel que no quiere acabar de romper la baraja, vaya.
Sánchez sabe que no puede limitarse a ir tirando de decreto ley para gobernar ni puede suspender toda la actividad legislativa prevista cuando los vientos del este soplan en contra de la anhelada reactivación económica que tendría que permitirle llegar a buenas condiciones para volver a ganar unas elecciones que a estas alturas parecen muy disputadas. Y más cuando la incertidumbre de la situación puede obligarlo a tener que afrontar nuevas medidas de urgencia sin un apoyo parlamentario estable. Además de las leyes sobre regulación del mercado de la vivienda y sobre memoria histórica, a pesar de que son compromisos con los socios de UP y seguro que a Sánchez no le importaría mucho que no pudieran aprobarse. Excepto en la imagen de debilidad que transmitiría, está claro.
El presidente de la Generalitat ha personificado en la ministra Robles la depuración de responsabilidades
Robles, de Defensa a presidenciable
El presidente de la Generalitat ha personificado en la ministra Robles la depuración de responsabilidades, sobre todo después de la galdosa intervención en las Cortes en la que admitía y justificaba el espionaje. Ya se sabe, que no hay manera más eficiente de reforzar a un ministro que pedir su dimisión, pero ERC no podía hacerlo de otra manera. Y ahora que dice que la ministra también ha sido espiada, entramos en una dimensión todavía más desconocida.
Como casi todos los ministros de Defensa y de Interior, Robles es la mejor valorada en las encuestas. El cargo lleva aparejado el hecho de que la oposición nunca está tan en contra como con cualquier otro ministro. Es más, Robles ha aparecido en las travesías para presidir un eventual gobierno de concentración, tanto si ahora se rompiera el pacto con Podemos como si después de las próximas elecciones el PSOE ganara por la mínima y optara por conseguir el apoyo, en el gobierno o solo en el Parlamento, del PP.
El futuro, también el más inmediato, todavía está por escribirse y la realidad siempre acaba superando a la ficción
Vista al este, que quiere decir vista a la derecha
Precisamente, la gran coalición siguiendo el modelo tradicional alemán hace tiempo que la piden con urgencia muchas instancias empresariales, empezando por nuestro . El Catalangate podría ser el detonante para que -más el PSOE que el PP- acabaran decantándose por el gobierno de concentración nacional (sic). En términos económicos ya sabemos qué querría decir esto: desmantelamiento de la mayoría de las prestaciones del escudo social del que tanto les gusta presumir al gobierno actual, rebaja más o menos matizada de impuestos con la excusa de fomentar la actividad económica, abandono al más libre mercado de todos aquellos ámbitos que con más o menos fortuna se intentan regular -empezando por la vivienda- y regreso a las rebajas del poder adquisitivo de los pensionistas -como ya pide el Banco de España. Y ya no entramos en el supuesto de un gobierno en solitario del PP o con el apoyo de VOX.
Todo ello, sin embargo, es todavía muy incierto. Por mucho que España no dependa del gas ruso ni de los cereales ucranianos, no puede sustraerse al impacto en los precios mundiales de la energía y los alimentos. Ni a una eventual crisis del motor europeo de Alemania, especialmente relevante para nuestras exportaciones y nuestro turismo y para las políticas más o menos estrictas que acaben imponiéndose en la Comisión y en el Banco Central Europeo. El futuro, también el más inmediato, todavía está por escribirse y la realidad siempre acaba superando a la ficción.