Claves filosóficas detrás de la campaña de Kamala Harris
Harris sabe que, como mujer no blanca, puede acercarse mucho a algunos sectores de la población indecisa, pero también que, por su trayectoria profesional, resulta cercana a sectores como la empresa o el ámbito legal
Pronto se celebrarán las elecciones en Estados Unidos y, como hace tiempo que se autodenominan el país más importante del mundo y los demás nos lo hemos creído, sus elecciones nacionales son altamente significativas para el resto de relaciones geopolíticas y planetarias. La Segunda Guerra Mundial no solo fue uno de los escenarios más feroces y violentos de la historia de la humanidad; su resolución también fue una gran conspiración para someter los derechos de unos pocos países que, de facto, continuarían gobernando el mundo. Así se crearon la mayoría de las instituciones que hoy nos gobiernan, y el American Dream hizo que el American Way of Life fuera el modelo en el que todos los países se miraron y orientaron.
Unas décadas más tarde, el barco hace aguas, y tras uno de los presidentes menos carismáticos de la historia de la democracia (y mira que la competencia era dura), la nueva candidata demócrata para la presidencia del país es Kamala Harris, enfrentándose al actual presidente Donald Trump. Kamala Harris es una especie de directora de la orquesta del Titanic que nos quiere convencer de que realmente existe una new way forward (una nueva forma de seguir avanzando), es decir, una nueva manera de continuar en la línea del trabajo que ya realizó en el anterior gobierno. Los comunicadores políticos podrían escribir libros enteros solo con este eslogan, pero aquí lo que nos interesa es la sustancia filosófica. Y nada mejor para explicar este fenómeno que la famosa frase "diferente, pero no mucho". Cambiar un poco para dejarlo todo igual. Pintar las paredes de una casa que se cae a pedazos para venderla a buen precio.
Kamala Harris es una especie de directora de la orquesta del Titanic que nos quiere convencer de que realmente existe una new way forward, es decir, una nueva manera de continuar en la línea del trabajo que ya realizó en el anterior gobierno
En contra de un señor que tiene a los mejores cirujanos capilares del planeta, Harris se presenta como una opción pop y woke. Debemos estar bastante mal como sociedad para que esto sea así, pero las políticas de tokenización eran las únicas que podían salvarnos frente a un candidato tan despiadado en términos comunicativos y con tanta popularidad. Si Donald Trump se coronó como el rey de los memes y atrae todas las cámaras y micrófonos por sus excentricidades, era necesario encontrar una candidata que, en el otro extremo, pareciera todo lo contrario. Hillary Clinton no lo era, pero Kamala Harris tiene más probabilidades de ganar la lotería electoral que son las elecciones estadounidenses. Y aquí están las razones.
Primero: Kamala Harris apela al pragmatismo y al sentido común
Ella sabe que no es la candidata favorita de su electorado, pero sí la opción más razonable. Frente a los arrebatos de Trump, Harris es la opción sensata. Aunque los demócratas han perdido popularidad debido a la actual presidencia gris y senil del país, ella se presenta como la opción del juicio, la opción más realista ante las alternativas. Los pragmáticos fueron una corriente de pensamiento del siglo XIX que defendían la idea de que solo las consecuencias prácticas y los efectos reales son los contenidos verdaderos de la verdad y el significado. Uno de sus principales precursores fue Charles Sanders Peirce, y las teorías alcanzaron mucha popularidad porque son muy accesibles y comprensibles para todos. Este objetivo persigue la candidata, que es consciente de que debe comunicar un mensaje cercano al electorado para mostrarse como la opción preferida.
Segundo: Harris conoce el juego, lo juega bien y sabe darle la vuelta a la situación
Conoce bien a su electorado, no solo porque ya lo ha gobernado en los últimos cuatro años, sino porque escucha y se deja aconsejar. Ha recibido el apoyo de múltiples personalidades del país, entre ellas Taylor Swift, que supuso un antes y un después en su campaña; algunos opinan que incluso más que el primer debate electoral. Harris sabe que, como mujer no blanca, puede acercarse mucho a algunos sectores de la población indecisa, pero también que, por su trayectoria profesional, resulta cercana a sectores como el empresarial o el ámbito legal. Tiene un equipo que trabaja día y noche para conocer hasta el último detalle de las personas que podrían hacerla presidenta, y sabe que con el financiamiento adecuado puede lograrlo sin problema. De nuevo, pragmática, pero también práctica: lo que hay es lo que hay, y con eso hay que jugar.
Harris conoce bien a su electorado, no solo porque ya lo ha gobernado en los últimos cuatro años, sino porque escucha y se deja aconsejar
Harris también sabe que sus coordenadas personales pueden afectar tanto positiva como negativamente la campaña, y no niega que el tokenismo con el que a menudo se la trata pueda jugar a su favor. Uno de los momentos estelares de la campaña fue cuando fue atacada por su oponente, JD Vance, quien la describió como una childless cat lady (mujer sin hijos con gatos), refiriéndose al hecho de que no había tenido hijos biológicos (su pareja tiene dos), y lo decía de forma despectiva intentando desprestigiarla. Como si ser madre de gatos no fuera una opción fantástica para vivir en estos tiempos. Rápidamente, mujeres de su partido y de su entorno comenzaron a decir que ellas también eran "childless cat ladies" y organizaron encuentros de Zoom para todas las mujeres que también se sintieran orgullosas de llevar esa etiqueta. Asimismo, el hecho de no ser madre biológica se le ha reprochado en más de una ocasión durante la campaña (sí, en 2024 seguimos con estas cosas), y su electorado ha comenzado a llamarla "momala", que es la forma en que los hijos de su pareja se refieren a ella, un juego de palabras que proviene de la combinación de su nombre, Kamala, y también una expresión yiddish que significa “mamá”.
Tercero: aun así, mil y una contradicciones
Un día hablaba con un comunicador político y me dijo que en Estados Unidos, comparado con nuestro país, solo hay derecha relajada y derecha exaltada, pero no existe una opción real de izquierda que tenga posibilidades de llegar a algún lado. Cuando escucho que comparan a Kamala Harris con una comunista rica, pienso en la cara de mi experto poniendo los ojos en blanco. El hecho de ser una opción mucho más sensata que Trump no le quita las mil contradicciones a la campaña. Por un lado, podríamos decir esa relajante frase de “quien no vive con al menos cinco contradicciones vive en dogma”, pero el caso es que las contradicciones de Harris son un poco más peligrosas que ser ecologista y comer carne o comprar ropa de marca y votar a la izquierda. A Harris también se le ha criticado por su posición respecto a conflictos armados mundiales, especialmente en Palestina, y también por la falta de posicionamiento en temas delicados del país que ya había tratado durante su etapa de vicepresidenta. Aunque de momento se está desenvolviendo bastante bien y las encuestas parecen favorables, no ser Donald Trump no exime de contradicciones, filosóficas o políticas.
La noche del 5 de noviembre, en horario estadounidense, sabremos si Kamala Harris pasará a ser la primera mujer presidenta de Estados Unidos, pero las consecuencias de su mandato no las conoceremos hasta dentro de unos meses. ¿Será su estrategia pragmática suficiente para contrarrestar la fuerza de un magnate lunático con aspiraciones estrambólicas?