¿Cómo ser competitivo en un mundo global y diverso?
Las empresas ya no operan de manera aislada, sino que forman parte de una red mucho más amplia de actores: clientes, proveedores, reguladores y competidores
En un mundo cada vez más incierto y dinámico, las empresas se encuentran ante un reto constante: mantenerse competitivas y relevantes en sus mercados. Como profesional y asesor, o miembro de consejos asesores o de administración de varias empresas, tanto grandes como pequeñas, a menudo reflexiono sobre lo que realmente hace que una empresa sobresalga, sea diferencial y más competitiva en su mercado.
Es habitual encontrar fórmulas que parecen universales: innovación, tecnología, internacionalización, diferenciación comercial, eficiencia... Todos estos elementos son esenciales, pero no podemos caer en el error de pensar que una fórmula única sirve para todo el mundo. Cada empresa tiene su ADN propio, un conjunto de valores, capacidades y una realidad de mercado que definen cuál será su vía hacia el éxito. A continuación, analizaremos algunos de estos elementos desde mi experiencia.
El ADN de la empresa
Cuando trabajo con empresas, CEOs o consejos, lo primero que observo es que las empresas que triunfan no solo siguen tendencias, sino que consiguen personalizar estas tendencias según su realidad y esencia. Es fundamental que cada organización descubra cuáles son sus valores fundamentales, aquello que las define y las diferencia de sus competidores. Aquello por lo que nacieron, por lo que han crecido y han sido capaces de competir hasta hoy. Este ADN propio permite a la empresa tomar decisiones estratégicas que conecten no sólo con el mercado, sino también con su cultura y su gente.
Conocimiento y gestión del ecosistema
En un entorno complejo e incierto, el conocimiento y la capacidad de gestionar el ecosistema son claves. Las empresas ya no operan de manera aislada, sino que forman parte de una red mucho más amplia de actores, incluyendo clientes, proveedores, reguladores e, incluso, competidores. Aquellas empresas que sobresalen son capaces de entender este ecosistema, interactuar y gestionarlo de manera inteligente, estableciendo alianzas estratégicas y colaborando de manera efectiva.
Como directivo y asesor de varias empresas, he observado que las empresas más competitivas no sólo se concentran en el producto o el servicio, sino también en como maximizar su papel dentro del ecosistema empresarial. Esto les permite adaptarse mejor a los cambios y mantener una posición de liderazgo en momentos de incertidumbre. Además, son empresas que gestionan su conocimiento, rentabilizando y poniendo en valor su capital intelectual.
La tecnología como facilitador, no como finalidad
Otro de los factores que distinguen las empresas competitivas es el uso estratégico de la tecnología. No se trata simplemente de digitalizarse para estar en vanguardia, sino de utilizar la tecnología como una palanca para mejorar los procesos, ofrecer nuevas propuestas de valor a los clientes y, en última instancia, para diferenciarse en el mercado o crear nuevos modelos de negocio.
He tenido el privilegio de trabajar en proyectos de transformación digital tanto en el sector público como en el privado. En todos los casos, lo que ha marcado la diferencia no ha sido la tecnología en sí misma, sino como esta se ha integrado en la estrategia global de la empresa, respetando sus valores, capacidades y objetivos.
Innovación: más allá de la creatividad
A menudo se habla de innovación como el motor de la competitividad. Pero, ¿qué significa innovar de manera efectiva? La innovación no es solo generar ideas creativas, sino ser capaces de convertir estas ideas en acciones concretas que aporten valor al mercado. Esto implica un proceso estructurado, con mecanismos para testar, aprender de los errores e iterar rápidamente.
En mi experiencia con empresas y startups, las que realmente innovan son aquellas que entienden la innovación como un proceso constante, no como una actividad puntual. Estas empresas consiguen incorporar la innovación a su ADN, haciendo que sea parte de su manera habitual de hacer las cosas.
Global: más allá de la internacionalización
La internacionalización ha sido durante muchos años un objetivo clave para las empresas que quieren crecer y expandirse. Pero hoy, la globalización va más allá de simplemente establecer presencia en otros países. Se trata de ser capaz de operar en mercados altamente interconectados, con regulaciones, culturas y tendencias muy diversas. La empresa de hoy tiene que ser global no solo en términos geográficos, sino también en su mentalidad, procesos y capacidad de respuesta.
Esto implica comprender las complejidades de cada mercado, adaptarse rápidamente a los cambios reguladores y ser capaz de colaborar con socios locales y globales de manera fluida, entendiendo las diferentes culturas e incorporando la diversidad y la plurivisión. En mi experiencia, he visto que las empresas más competitivas son aquellas que entienden esta globalización de manera holística, haciéndola parte de su ADN e integrándola en cada decisión estratégica, no como un objetivo aislado.
La fórmula única no existe
Al final, lo que realmente marca la diferencia es la capacidad de encontrar la fórmula propia. No hay recetas mágicas que funcionen para todo el mundo. Las empresas más exitosas son aquellas que, sin perder de vista los factores globales, las tendencias, los cambios y las incertidumbres, consiguen adaptarlos a su propia realidad. Saben aprovechar sus fortalezas y minimizar sus debilidades, siempre teniendo en cuenta el entorno y las necesidades específicas de su mercado.
En resumen, si bien hay elementos comunes que ayudan las empresas a ser competitivas, cada organización tiene que encontrar su propia fórmula. Es una combinación de ADN propio, gestión inteligente del ecosistema, uso estratégico de la tecnología, capacidad de innovar y de comprender el mundo global y diverso. Y, sobre todo, no perder nunca de vista sus valores y capacidades. Solo así podrán marcar la diferencia, de verdad, en el mercado.