El análisis
La factura eléctrica: que no nos engañen más
El gobierno español se niega a abrir el debate de los costes del sistema energético: miedo?, presiones de los lobbies eléctricos?, poner en riesgo las puertas giratorias?
Dice un proverbio chino que cuando el dedo del sabio señala la luna, el necio solo ve el dedo. Este antiguo pensamiento atribuido a Confucio pienso que nos interpela a todos cuando hablamos de la factura eléctrica y de la dificultad que nos genera entender porque pagamos lo que pagamos y como se conforma esta factura. Recordemos que el pastel eléctrico es de 47.000 millones de euros anuales en este país.
Estoy convencido de que la ciudadanía, en general, no ha mostrado demasiado interés en entender como funcionaba el sistema eléctrico puesto que solo tenía un contacto puntual cuando pagaba los recibos de la electricidad. Siempre nos ha parecido un tema complejo de entender y que hemos evitado a no ser que notáramos incrementos sustanciales que afectaran nuestras economías domésticas. Las administraciones han sido cuidadosas en salvaguardar un equilibrio social y económico entre unos operadores en régimen de oligopolio, favorecidos por unas normativas que les han permitido blindar sus privilegios de mercados y de márgenes y un precio "supervisado" por los consumidores que han intervenido en diferentes momentos de la historia por motivos electorales o de control de la inflación. Todo ello, ganas de mantener vivas puertas giratorias para los políticos y altos cargos cesantes y mantener una cierta pax romana energética con la ciudadanía. Recordemos que cinco compañías energéticas acaparan el 90% del mercado y otras 273 deben luchar por un 10%. Hay mucho en juego para estas big five que ya se encargan de mantener el statu quo que tan bien les va. Recuerdo hace años una reunión en el Ministerio de Industria y Energía con el director general de calidad de suministro eléctrico para reclamar mejoras en los microcortes que afectaban los procesos productivos de las industries y encontrarme delante a un señor que parecía más el representante del sector eléctrico que no del Ministerio y, ni mucho menos, el defensor de la industria. Recuerdo salir de la reunión convencido de que el culpable de los microcortes eran los propios clientes, es decir, las industrias. Muy deplorable todo ello y más conociendo su currículum. Un ex de compañía eléctrica que aspiraba a volver al sector. Esta ha sido la dinámica de los representantes de la administración pública en el ámbito energético y os podrían dar fe de ello todo el sector afectado.
El sistema eléctrico hace muchos años que presenta disfunciones importantes, que hacen que los costes eléctricos sean superiores a los que tendrían que ser
Pues bien, siendo consciente de que la coyuntura actual ha precipitado una crisis de precios, ahora estamos en uno de aquellos momentos donde todos podemos estar mirando el dedo de Confucio, culpando a Putin por el encarecimiento de la factura, a Alemania, a los saudíes, o a quienes quieran endilgar el muerto, pero la realidad es que nuestro sistema eléctrico ya hace muchos años que presenta disfunciones importantes y que no arreglamos, que hacen que los costes eléctricos sean superiores a los que tendrían que ser. Tenemos a la luna a las narices y no la vemos.
Vamos a ver pues como lo podrían arreglar si lo quisieran hacer y reducir su coste un 50% sin afectar ni la calidad ni a la seguridad del suministro, garantizando la supervivencia de las empresas del sector con un modelo de recursos energéticos renovables. Es necesario saber que hay tres factores de peso similar que crean el precio de la electricidad:
1. El precio de la energía eléctrica que se consume, basado en el precio de mercado mayorista donde generadoras y comercializadoras negocian diariamente. Resumido, lo que cuesta generar la electricidad y el precio que se vende al mercado.
2. Los peajes de acceso. Estos ascienden a unos 17.000 millones de euros al año. La electricidad se debe transportar desde donde se genera a su punto de consumo por unas redes que tienen un coste y que se debe repercutir en el precio de la factura. Serían los costes regulados del sistema como el transporte y la distribución de la energía que asciende a unos 7.000 millones de euros. Convendría ir pasando de un modelo zonal y de horario inflexible de peajes de acceso, hacia un modelo flexible que priorizara el consumo en determinados momentos del día (cuando la electricidad es más barata) y que priorizara la proximidad entre generación y consumo, dado que hay una pérdida de energía eléctrica cuando mayor es la distancia de transporte hasta el cliente final. Dejadme recordar en este capítulo que 3.200 industrias catalanas continúan pagando injustamente un sobrecoste de 300 millones de euros anuales para estar conectadas por debajo de los 25 KV como viene denunciando la patronal Cecot, rompiendo así la famosa unidad de mercado que reclaman algunos cuando les conviene políticamente.
Otros gastos
Desgraciadamente, nos han colado también otros gastos que no están relacionadas con el suministro eléctrico, como las ayudas a las energías renovables o la financiación del déficit tarifario (déficit de 27.000 millones generado durante muchos años con la congelación de las tarifas por parte de Rodrigo Rato en 2001 para reducir la inflación y entrar en la zona euro que se acabará de pagar en 2028). Por dimensionar la tragedia, estos sobrecostes suben a un total de 10.000 millones adicionales repartidos entre las cargas impropias, como lo son las renovables y la cogeneración, con un coste de 7.300 millones de euros y el déficit tarifario con unos 2.700 millones de euros más.
Tenemos pues estos cargos no vinculados con el suministro que se deberían sacar de la factura eléctrica y que se deberían traspasar a los Presupuestos Generales del Estado (PGE), el coste de la transición energética (renovables) o los costes de las extrapeninsulares (los costes que pagamos entre todos por llevar electricidad a las Baleares y las canarias), así como el PER asturiano por las minas de carbón. De los peajes de acceso hemos hecho un cajón de sastre para poner todas las ayudas de Estado impropias del sistema de costes eléctricos. En definitiva, han adelgazado los PGE encareciendo nuestra factura eléctrica.
3. Impuestos. concretamente el IVA del 21% y el impuesto sobre la electricidad. Respecto al IVA, se debería homologar el porcentaje a la media europea que está alrededor del 10%. Esto supondría una reducción del 50% del impuesto a pagar. Respecto al impuesto sobre la electricidad que data de 1997, se estableció para realizar un uso racional de la energía eléctrica (como si la gente fuera derrochando la energía al precio que nos cuesta…) por lo tanto no tiene ningún sentido mantenerlo actualmente si no es por una voluntad recaudatoria desaforada.
España es un país poco fiable en el ámbito energético y lo saben los inversores extranjeros
Ya lo veis, la radiografía es clara y reclamada por muchos sectores empresariales energéticos e industriales, pero el gobierno español se niega a abrir el tema de los costes del sistema energético. ¿Miedo?, ¿presiones de los lobbies eléctricos?, ¿poner en riesgo las puertas giratorias?. Seguramente hay un poco de todo pero, al final, penalizando a los pequeños consumidores de electricidad. Piensen si no, y como un ejemplo más del abuso, por qué tenemos que pagar por el alquiler de los contadores digitales de la factura cuando ya lo estamos pagando a través de los peajes en concepto de retribución de la actividad de la distribución.
El gobierno español tiene claro que no quiere que el tema energético sea debatido en el Parlamento. Mirad como lo está aprobando todo con real decreto ley, pasando el rodillo sin debate ni posibilidad de enmienda. Este abuso del mando y ordeno pretende mantener a la ciudadanía desinformada y ausente del gran debate de fondo, empobreciendo el contraste y las garantías finales. El riesgo país en el ámbito energético es muy elevado y lo hemos visto con las ilegalidades que han realizado diferentes gobiernos con las fotovoltaicas y las cogeneraciones desde hace 20 años incumpliendo sus propias decisiones y con centenares de recursos judiciales por parte de los inversores internacionales.
España es un país poco fiable en el ámbito energético y lo saben los inversores extranjeros que difícilmente los veremos invertir aquí en la generación eléctrica.
Una especial manera de entender el gobierno, el papel de la ciudadanía y el papel del Parlamento. En definitiva, una democracia defectuosa como destaca The Economist.