El análisis
Un cambio de cultura en torno a la industria
Las cinco apuestas de Xavier Marcet ante "el desastre de la cultura política" tras 40 años
Desde los años ochenta hay una cultura política muy transversal en Catalunya y en España también, de que el compromiso público con la industria era una cosa secundaria. Por suerte, no ha pasado lo mismo con la ciencia ni con otros ámbitos de tipo social. Pero pasados 40 años si hacemos balance el resultado de esta cultura política es un desastre. La parte de la economía catalana que está vinculada a la industria ha bajado notablemente. Venimos de una Catalunya donde la industria era la referencia, en los años setenta llegó al 45 % del PIB, y vamos a una Catalunya con un sector industrial mucho más discreto. En los últimos veinte años, el peso industrial de Catalunya se ha continuado reduciendo hasta el 19 % y el peso de la ocupación industrial ronda el 16 %. ¿Y por qué nos tendría que preocupar este hecho?
Tradicionalmente la industria ha sido el sector con más capacidad de equilibrar las sociedades, ha permitido el ascensor social como ningún otro sector a lo largo del siglo XX. Ha sido un discreto testigo en mi ciudad natal, Terrassa, la ciudad industrial absoluta hasta hace cuarenta años. Una ciudad donde el textil fue el hilo conductor de una prosperidad cultivada por mucha gente y un vehículo de integración social de los muchos inmigrantes que fueron allí a trabajar. En el mundo pasaba lo mismo, el Detroit de los años setenta tenía más capacidad de equilibrar la sociedad americana que el Silicon Valley californiano actual. Si la industria jugaba a favor de la sostenibilidad social, claramente tenía en contra su poca sostenibilidad ambiental, a pesar de que hasta hace poco este era un tema que estaba fuera de la agenda. Cuándo a inicios del siglo XX el poeta Pere Antoni Ventalló quiso hacer una elegía a la ciudad industrial de Terrassa el título del poema fue La Ciudad del Humo. El humo visto como un símbolo positivo de la industria y sus efectos en la creación de riqueza. Aun así, y por suerte, hoy estamos a las antípodas y lo que necesitamos es una industria limpia y muy competitiva gracias a la digitalización.
Sería mucho más interesante ser proactivos y estimular el espíritu emprendedor industrial con inversiones más estratégicas que reactivas
Hemos tenido gobiernos que sobre todo se han preocupado por la industria cuando los cambios de coyuntura han hecho peligrar empresas emblemáticas. Entonces corramos todos. Sería mucho más interesante ser proactivos y estimular el espíritu emprendedor industrial con inversiones más estratégicas que reactivas. Hoy la industria compite en un contexto de gran intensidad tecnológica y requiere de capacidad de adaptación para sobrevivir y requiere de la innovación para sobrevivir competitivamente.
Catalunya no ha ayudado nunca seriamente a las industrias a innovar. No ha tenido nadie que hiciera el papel que Mas-Colell hizo con la investigación y que ha puesto Catalunya en el mapa de las potencias científicas europeas. Algunos consejeros lo han intentado pero nunca han tenido un presupuesto significativo. Curiosamente Jordi Pujol nunca apostó por la innovación, tuvo otras prioridades. Hizo apuestas concretas que le salieron bien, como la de atraer las empresas electrónicas asiáticas en los ochenta y noventa. Pero nunca sus gobiernos apostaron por la innovación de forma equivalente a cómo lo hacían otros gobiernos equiparables, tampoc la oposición se lo reclamó.
Ha habido una cultura política transversal en Catalunya de poco apoyo a la industria y en general de ser muy poco próximos con el mundo de la empresa. Y por si no había suficiente la corrupción de cuatro malvados ha destruido toda posibilidad de generar una colaboración público – privada con capacidad de crear la riqueza que el gasto social del país requiere. El observatorio de la industria acaba de sacar su Informe anual sobre la industria 2020 Catalunya . Son informes interesantes, detrás hay grandes profesionales. ¿Qué dice? Pues que Catalunya es el 1,9 % de la industria en Europa pero que su inversión representa solo el 1 % de R+D industrial en Europa. ¿Alguien piensa que sin corregir esta variable, nos irá mejor? No, el futuro no es difícil de prever. Perderemos pesp si continuamos con lo qué hemos hecho siempre.
Ha habido una cultura política transversal en Catalunya de poco apoyo a la industria y en general de ser muy poco próximos al mundo de la empresa
Catalunya ha hecho mejores planes que nadie en los últimos 25 años, para la sociedad de la información, para la innovación y para la industria. Pactos muy institucionales, bautizados como pactos nacionales, cargados de buenos análisis y de buenas intenciones. Pero no los ha financiado. Seguro que algunos se cogerán el déficit estructural de financiación y Catalunya ya tendrán la gran justificación argumental. Pero este mismo déficit estructural no se ha aplicado rn todos los sectores de la misma forma que lo ha hecho en el sistema de R+D+i. La innovación que toca empresa, que toca industria, no ha llegado al 3 % de toda la financiación del sistema de R+D+i de . Catalunya. Y esto es fruto de esta cultura política que de forma muy transversal ha tirado discursos de complicidad a la industria pero nunca lo ha apoyado cómo lo han hecho los países con quienes se fijaban siempre a la hora de definir su país aspiracional. Queremos ser cómo Dinamarca o Austria pero no estamos dispuestos a apoyar la industria y la innovación cómo lo hacen estos países. Queremos los beneficios pero no queremos los esfuerzos.
Desde los años noventa la capacidad de las empresas estratégicas por un país, y la industria lo es, para adaptarse solas y por su cuenta se ha hecho más compleja. La carrera tecnológica está liderada por China y Estados Unidos, no por Europa. La innovación no es una retórica de una moda más que pasará, es el motor de la competitividad. Catalunya juega en la tercera división en la liga europea de la innovación, y jugando a esta liga es difícil pensar que tendremos una empresa competitiva. Sin un apoyo público cómo tienen las empresas industriales con quienes compite la industria catalana no nos tiene que extrañar que cada vez la industria tenga menos peso y que cada vez estemos peor en los rankings europeos de innovación.
Urge un cambio de cultura política respecto a la industria que nos hace falta, una industria completamente alineada con la lucha contra el cambio climático de una forma contundente y con gran capacidad para sintetizar las tecnologías de datos en las industrias y reforzar así su capacidad competitiva. Las empresas catalanas hicieron bien la internacionalización, pero no hicieron bien los deberes de la innovación, en general, ni tuvieron ningún apoyo público serio al respecto. Al final se ha acabado haciendo una política de riego por aspersió con el poco dinero que hay por innovación, dando muy poquito a unos cuántos, sin ningún impacto. Necesitamos apuestas vigorosas, basadas en la colaboración público privada. Ahora vendrán los fondos Next Generation y tendrían que revertir del todo esta cultura política transversal que ha bescantado la industria y la innovación. Los Next Generation tendrían que coincidir con una apuesta estructural de la Generalitat que pase por financiar estructuralmente la creación de riqueza que aporta la industria al país.
Las apuestas que habría que desplegar son de este orden de dimensión y compromiso:
- Dedicar un mínimo del 1 % del presupuesto de la Generalitat de Catalunya en innovación básicamente industrial directa, pasar de poco menos de 30 millones de euros a un mínimo de 250 millones de euros.
- Aumentar el compromiso empresarial con la innovación de una forma muy decidida, el déficit de inversión empresarial en innovación es comparativamente más bajo que en Europa y hay que revertirlo.
- Concretar el compromiso de las administraciones con la innovación a través de la compra pública innovadora del 10 % de los volúmenes contratados.
- Impulsar un movimiento de scale ups en emprendeduría industrial y tecnológica. Tener startups es un grande primer paso, y Barcelona, juega un papel muy interesante en el ecosistema europeo de emprendeduría, pero necesitamos muchos más casos de impacto por crecimiento.
- Apostar radicalmente por la suma de inteligencias (personas, digitalizacióń y tecnologías de datos) como la forma de competir sin apartar las personas del centro de las organizaciones.