El Análisis
Menos PEC y mucha más trabajo
La Unión Europea ha tomado conciencia de las nuevas exigencias del siglo XXI y la agricultura tiene un rol clave
La Política Agraria Común (PEC) de la Unión Europea tiene un nuevo hito, su renovación por el septenio 2021-2027. El primero de junio la Comisión Europea presentó su propuesta para "modernizar y simplificar" la PEC. Es una propuesta ambiciosa en objetivos, presentada con rigor técnico, pero que no puede esconder sus insuficiencias ni sus lateralidades.
Se proponen los siguientes nuevo objetivos generales: (1) apoyar a la renta de las explotaciones agrarias, (2) aumentar la competitividad apostando por la investigación y la tecnología, (3) mejorar la posición de los agricultores a la cadena de valor, (4) contribuir a la lucha contra el cambio climático y a la energía sostenible, (5) promover un desarrollo sostenible, (6) proteger la biodiversidad, conservar hábitats y paisajes (7) atraer jóvenes agricultores y desarrollo empresarial en áreas rurales, (8) promover la ocupación y el desarrollo local en áreas rurales, como también la bioeconomia y la silvicultura sostenible y, finalmente, (9) mejorar la respuesta de la agricultura verso una alimentación segura, nutritiva, sostenible y respetuosa con el bienestar animal.
La Unión Europea ha tomado conciencia de las nuevas exigencias del escenario del siglo XXI y de la importancia de los desafíos a abordar: Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cambio climático, transición energética verso renovables, bioeconomia, economía circular, defiende de la biodiversidad, nuevas exigencias de calidad medioambiental, ética y sanitaria. En todos estos retos, en el camino de las soluciones, la agricultura y el monte tienen destinados un rol clave. Y así lo entiende la propuesta de la PEC, hecho que supone mayores responsabilidades para los agricultores.
"La agricultura es un pastel exquisito para un especulador en un mon que tiene sus recursos biológicos en tensión creciente"
Para lograr este alud de objetivos se propone una nueva manera de trabajar. Se da más flexibilidad en los Estados que gestionarán los recursos de acuerdo con un Plan Estratégico previamente acordado donde cada Estado especificará como piensa lograr los objetivos señalados. Se habla así de una cierta renacionalització de la PEC. Desde la Comisión se aprobará cada plan y se garantizará su coherencia y la protección del mercado único. Al mismo tiempo, en positivo, la propuesta apuesta firmemente por la investigación y la innovación, da un paso más en la convergencia de los pagos directos entre Estados y muestra una mayor sensibilidad verso aspectos de reequilibre social. En este sentido señala una cierta discriminación positiva verso las pequeñas y medianas explotaciones, un apoyo especial a los jóvenes agricultores y la focalización de las ayudas verso los llamados "agricultores genuinos".
Recortes a la PEC
Aun así, paradójicamente, para abordar este gran paquete de objetivos y nuevas exigencias se ponen sobre la mesa muchos menos recursos. Según la Comisión Europea la nueva PEC supone en términos monetarios una reducción de un 5%, pero que en términos reales, según el profesor Alan Mattews, suponen una reducción de un 15% en conjunto y hasta un 26% en desarrollo rural. Las protestas no se han hecho esperar. La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) se ha dirigido al Comisario europeo de agricultura para pedirle que no pretenda cuadrar las cuentas del Brèxit a expensas de los labradores. Y es que, ciertamente, las cuentas no cuadran. Estas nuevas exigencias supondrán unos esfuerzos suplementarios a los agricultores, esfuerzos que no todos podrán asumir y, con toda probabilidad, acabarán generando una nueva purga en las frágiles estructuras agrarias. Un empujón más en el proceso de oligopolització del en torno a la agricultura.
Que la agricultura es clave en el siglo XXI hace tiempo que los grandes poderes económicos son conscientes. La agricultura es un pastel exquisito para un especulador en un mon que tiene sus recursos biológicos en tensión creciente. No es de extrañar, por ejemplo, que unas pocas grandes empresas se hayan dado prisa al acaparar el mercado de entonces. O bien que los suelos agrarios de todo el mundo, y de aquí también, sean motivo de compras especulativas, tomando posiciones frente a un futuro cercano más apretujado. Defender en este entorno el modelo de explotación familiar agraria, tal como siempre ha predicado la Unión Europea, exigiría establecer límites (que de forma tímida ya propone) pero sobre todo orientar recursos verso la agricultura en dificultad. Pero precisamente la nueva PEC quiere hacer el contrario. El recorte más grande se lo llevan los recursos para desarrollo rural, uno de los errores importantes –en mi opinión- de esta propuesta de nueva PEC.
"La relativa renacionalització de la PEC añade un vector más verso una Europa a diferentes velocidades"
Otro elemento a comentar es la relativa renacionalització de la PEC. Hay argumentos positivos de simplificación, de flexibilización, de orientación a resultados y de acercamiento de la gestión a la realidad diversa de cada territorio. Como riesgo hay la posible afectación a la solidez del mercado único. De lo contrario las insuficiencias presupuestarias expuestas, frente a los objetivos señalados, requerirán la aportación de recursos desde los Estados miembros añadiendo un vector más verso una Europa a diferentes velocidades.
Pero independientemente de los argumentos genéricos -positivos o negativos- verso el refuerzo del papel de los Estados, para Cataluña es un riesgo añadido. Cataluña dispone de una larga y documentada trayectoria de sesgos, interesadamente en contra, en la distribución regional de las ayudas cuando quienes da las cartas es el Estado español. Frente a esto es más necesario que nunca la defensa de criterios generales y objetivos desde la Comisión Europea que eviten la arbitrariedad de los Estados en relación a sus regiones.
Las propuestas están presentadas y el debate ha empezado. Un debate que a buen seguro pasará inadvertido por una sociedad urbana confiada y que todavía no percibe bastante el rol crítico de la agricultura en las transformaciones del siglo XXI, donde la PEC es una herramienta esencial de orientación y reequilibre económico, social, territorial y medioambiental.