Micropueblos y equilibrio territorial: una muestra de la realidad
En Catalunya hay 479 micropueblos de menos de 1.000 habitantes, que representan el 50,1% de la superficie del territorio
La Associació Catalana de Micropobles (ACP) ha promovido el proyecto de ley del Estatut de Municipis Rurals. Hoy en día, sería conveniente que el nuevo gobierno trasladara este proyecto al Parlament para su posible aprobación. El proyecto de ley propone: “poner en el centro de esta norma a la ciudadanía de Catalunya y Aran que vive en estos municipios, con los mismos derechos que el resto de la ciudadanía, y también se trata de dotar a las administraciones locales de las comarcas rurales de las herramientas adecuadas para garantizar la prestación de los servicios que les corresponden”.
Con normas pensadas para núcleos con mucha población no se puede gestionar pueblos de 1.000 habitantes
El Estatut del Municipi Rural busca defender la singularidad vinculada a la pequeña dimensión. Ciertamente, con manoplas no se pueden enhebrar agujas. Con normas pensadas para núcleos con mucha población no se puede gestionar pueblos de 1.000 habitantes. Es necesario afinar y particularizar para que la eficiencia que facilita la dimensión no se vuelva asfixiante para determinados entornos rurales.
Los datos
Con motivo de este proyecto de ley, conviene preguntarse: ¿qué son los micropueblos? El Estatut del Municipi Rural (en proyecto) habla de poblaciones con menos de 2.000 habitantes. La ACP reduce la cifra y reúne los municipios con menos de 1.000 habitantes.
La mitad de Catalunya está ocupada por una pequeña fracción de la población
En el año 2023 había 479 micropueblos de menos de 1.000 habitantes, con una superficie de 16.086,7 km² y 191.026 habitantes. Esto representaba el 50,1% de la superficie de Catalunya y el 2,4% de la población de Catalunya. Es decir, la mitad de Catalunya está ocupada por una pequeña fracción de la población. A la vista de estos datos, se debe concluir que el equilibrio territorial tiene un papel decisivo y crítico en los micropueblos. Reequilibrar el territorio depende de la salud económica y social de los micropueblos.
Haciendo una comparación con 20 años atrás, observamos que en 2003 había 510 municipios con menos de 1.000 habitantes. Por lo tanto, en 2023 había 31 menos, con una superficie un 5,8% inferior y una población 4,5% menor.
Otra conclusión que se puede extraer es que, en términos globales, los micropueblos no se están despoblando. Este dato es un indicador de vitalidad municipal, una información que rompe algunos de los mitos sobre la vida rural. Efectivamente, las cosas están cambiando. Otro dato apunta en la misma dirección: desde 2019 ninguna comarca ha perdido población.
El problema de la dimensión
En Catalunya (y no solo en Catalunya) nos gusta vivir apretados. Hemos concentrado gran parte de la población alrededor de la Barcelona metropolitana y en unas pocas ciudades más. Las razones son de eficiencia, son las economías de aglomeración. No podemos tener un liceo, una universidad, un gran hospital en cada pueblo. No podemos hacer una autopista de dos carriles por sentido para llegar a todos los pueblos de Catalunya. Pero, en el momento en que concentramos los servicios en los grandes núcleos urbanos, la distancia de las pequeñas poblaciones a estos núcleos se convierte en un factor de dificultad y un coste económico. De hecho, las comunicaciones terrestres y telemáticas son un factor decisivo para la vitalidad rural.
No podemos tener un liceo, una universidad, un gran hospital en cada pueblo. No podemos hacer una autopista de dos carriles por sentido para llegar a todos los pueblos de Catalunya
Aún así, hay que reconocer los esfuerzos realizados en los últimos 40 años en la mejora de las comunicaciones, conexiones telemáticas y equipamientos culturales y deportivos, así como en la enseñanza y la sanidad. Podríamos decir que no estamos tan mal, pero la pequeña dimensión sigue siendo un factor de dificultad. Se han dado pasos interesantes en la descentralización de servicios, pero cuando la dimensión se hace más pequeña, los esfuerzos descentralizadores se diluyen. En algunas localidades pequeñas no hay cajero bancario, ni tienda, ni quiosco, ni bar-restaurante.
Una cata de realidad: las palabras de Júlia
Este tema me recuerda las conversaciones que tuve hace dos años con diferentes personas de Àreu, un pueblo del Alt Pirineu donde habitan permanentemente menos de 100 personas. Una de las personas con las que hablé, Júlia, fue especialmente ilustrativa. Cabe destacar que las condiciones de Àreu son extremas: lejanía, altura, frío y nieve en invierno...
Júlia tenía 16 años. Le pregunté cómo se imaginaba su vida a los 30 años. Su respuesta fue impactante: “¡fuera de aquí!”. Le pregunté qué le faltaba a su pueblo. También me contestó con contundente rapidez: “¡una gran superficie!”. La respuesta podría parecer cómica (no pondremos una gran superficie en un pueblo tan pequeño), pero no, nada más lejos de las apariencias. Era una respuesta clarividente y un buen resumen de lo que Júlia necesitaba: un lugar cercano donde encontrar gente con la que relacionarse, donde comprar ropa “de mi edad”, donde poder divertirse y vivir su propio mundo, no el que le imponían unos vecinos demasiado curiosos. Su problema eran las comunicaciones: al no tener carnet de conducir (por su edad) dependía siempre de alguien que la llevara a la capital de comarca. Un día tuvo una apendicitis y tardaron dos horas en atenderla en el hospital de Tremp, ya que en su comarca no había instalaciones para realizar la operación. No se imaginaba poder pagar una casa propia en el pueblo: “todo es alquiler turístico”.
Con pocas palabras, Júlia detalló muchos de los problemas de los pueblos pequeños. En este caso se trataba de un micropueblo ubicado en alta montaña. Pero hay micropueblos más pequeños y más grandes, y con ubicaciones diferentes. Hay de muchos tipos, pero tienen algunas cosas en común: carencias en comunicaciones, en equipamientos, en servicios de todo tipo y la burocracia administrativa que no se ajusta a su dimensión.
Macroterritorios que hay que respetar
Los micropueblos son pobres en población, pero suelen ser ricos en dimensión superficial. Es decir, son macroterritorios. Este desajuste entre población y superficie suele ir acompañado de dificultades financieras para atender diversas necesidades vinculadas al territorio (caminos, por ejemplo).
Finalmente, está la incomprensión del entorno urbano, que cada vez se muestra más exigente en términos de paisaje, limpieza, olores y ruidos. En Francia ocurre lo mismo y, para contrarrestarlo, han declarado patrimonio cultural los olores rurales y el canto del gallo. En Polonia quieren hacer firmar a los urbanitas recién llegados una declaración de aceptación de los valores rurales. En Catalunya no nos hemos quedado atrás y se ha creado la Associació de Micropobles de Catalunya y se tiene un proyecto de ley sobre el Estatut del Municipi Rural.
Recuperar Júlia
Pero, ¿cómo podemos lograr que Júlia tenga la “gran superficie” y se imagine su residencia futura en Àreu? Hay muchas actuaciones posibles, pero me gustaría destacar las que quizás sean más decisivas:
- Sostener la actividad agroforestal y alimentaria como actividad presente durante todo el año y con mayor capacidad de retención de población estable.
- Potenciar la actividad de turismo rural y medioambiental.
- Impulsar la defensa del medio ambiente con programas ad hoc que atiendan las características de cada entorno, dentro de programas globales del país.
- Garantizar la calidad y el acceso en todo el territorio a las comunicaciones telemáticas necesarias.
- Mejorar el transporte público adaptado a trayectos con pocos pasajeros.
- Impulsar las capitales de comarca (donde será viable la “gran superficie”). Las capitales de comarca articulan y cohesionan la vitalidad de los núcleos de pequeña dimensión.
- Deslocalizar centros públicos. Si se desea mejorar el equilibrio territorial, esta asignatura debe aprobarse. No puede estar todo en la plaza de Catalunya de Barcelona.
- Avanzar hacia una fiscalidad y normativas capaces de comprender la diferencia y la singularidad de los pequeños municipios rurales.
Hoy, Júlia estudia en la universidad y espera poder regresar a su pueblo como “turista”. Pero el tiempo dirá... Quizás vuelva para emprender un negocio o continuar el negocio familiar. Las raíces son importantes. Los tiempos están cambiando, y aún pueden cambiar más.