Paro juvenil y sistema educativo
Es imprescindible la colaboración entre el sector público, el sector privado y el sector social para mejorar la oferta educativa y los planes de estudios
El desempleo juvenil es un problema estructural y grave. Según Eurostat, en España la tasa de desempleo juvenil es del 27,6%, el doble que en la Unión Europea (14,9%). También es muy superior a la tasa de desempleo global española que es del 11,2%. En Cataluña, las cifras son más bajas, pero igualmente preocupan. Se trata de un fenómeno que se ha estudiado mucho y es consecuencia de múltiples causas, como son las deficiencias del sistema educativo, un modelo económico basado en un insuficiente esfuerzo en innovación y que genera márgenes insuficientes para mejorar los salarios; rigidez en el mercado laboral y precariedad laboral, problemas en las políticas de la Administración Pública y telaraña burocrática, etcétera. De todo este conjunto de causas, hoy querría centrar la atención en diversos problemas relacionados con el sistema educativo:
- Relación entre el sistema educativo y el mercado laboral: una parte significativa de la oferta educativa y los planes de estudio no se ajustan a las necesidades del tejido social y productivo. Como resultado, muchos jóvenes graduados tienen dificultades para trabajar en su campo de formación y se ven obligados a aceptar puestos de trabajo poco cualificados.
- Abandono escolar: tenemos una de las tasas de abandono escolar más altas de Europa. Esta falta de formación básica limita sus opciones laborales. Esto explica que la tasa de desempleo juvenil de los jóvenes que no terminan la ESO duplique la tasa global de desempleo juvenil. Entre las causas del alto abandono, podemos destacar el sistema educativo poco flexible que no se ajusta a las necesidades de los alumnos, sumado a la falta de orientación adecuada. Las presiones económicas en familias con pocos recursos también influyen, ya que muchos jóvenes optan por trabajar para ayudar en casa, especialmente en sectores con oferta de empleo poco cualificado. Y como se ha destacado más arriba, la desconexión entre los estudios y las salidas laborales reales desmotiva a muchos estudiantes.
- Formación profesional: tradicionalmente, la formación profesional ha sido menos valorada que la universitaria, lo cual explica que muchas empresas no encuentran los técnicos que necesitan. Un problema grave que hemos vivido recientemente es la gran cantidad de jóvenes que querían entrar en la formación profesional y no han podido hacerlo. Ojalá se pueda mejorar para el próximo curso.
- Escasa orientación y apoyo para el aterrizaje en el mundo laboral: la transición de la escuela al mercado laboral es una etapa clave, pero una vez los jóvenes terminan los estudios, se enfrentan al mundo laboral sin el acompañamiento necesario.
- Necesidad de más colaboración publico-privada: ante los problemas mencionados, se requieren reformas profundas. Por ello, es imprescindible la colaboración entre el sector público, el sector privado y el sector social para mejorar la oferta educativa y los planes de estudios, reforzar la formación profesional y ofrecer apoyo a los jóvenes en su inserción laboral. Esta colaboración es clave para impulsar prácticas, formación dual y orientación.
Según Eurostat, en España la tasa de paro juvenil es del 27,6%, el doble que en la Unión Europea (14,9%)
En estos momentos hay muchas iniciativas en marcha que pueden ayudar. Entre ellas, podemos mencionar el Consejo para el Empleo de la Cruz Roja, que está trabajando para formular propuestas y actuaciones para revertir la situación. Es fundamental aprender de los países que lo hacen mejor, como Alemania, Holanda o Austria, que tienen unas tasas de desempleo muy bajas.
Como conclusión, se trata de problemas graves que nos afectan a todos; y que requieren una actuación coordinada y decidida de todas las partes implicadas. Se necesitan acciones y resultados para garantizar que los jóvenes puedan construir un futuro en condiciones dignas y que el país pueda retener y desarrollar el talento de sus jóvenes. Hay que pasar de las palabras a los hechos.