Economía
Regalos a chorros
Los regalos de Navidad, el gasto de compra individual y las tendencias de consumo
Ya he comprado los regalos para todos los miembros de la familia, para algunos amigos privados, para hacer el amigo invisible, y para algunos compromisos adicionales. Entre libros, vinos, juguetes, lotería y algunos otros objetos sorpresa, supero los 265 euros, que para mi franja de edad y género, me atribuye la encuesta Comportament Consum Navidad 2021, realizada por Elogia. En mi caso es, más o menos, una cantidad parecida a la de los años anteriores, aunque el gasto medio superará este año casi el 5% respecto al año pasado. Lo he comprado todo en tiendas presenciales, lo que contradice abiertamente los resultados de esta encuesta que afirma que el 60% de los españoles adquirirá sus regalos de Navidad vía online; si Ramón Montanera me hubiera elegido para su panel, este porcentaje habría sido algo más bajo. No tengo nada en contra ni de Amazon, ni del Corte Inglés ni de Aliexpress, que son los marketplaces líderes, pero de hecho los regalos de Navidad, no sé porque, siempre los he buscado de este modo, sobre todo, en librerías y bodegas, y soy mayor para cambiar de hábitos.
Como creo que me he portado suficientemente bien este año, espero regalos. Unos pocos los he inducido. Otros me los espero. Algunos serán sin duda sorpresa, aunque a medida que pasan los años todo es más convencional, menos infrecuente: ropa, libros, componentes electrónicos y complementos personales, quiero decir, ropa deportiva.
Veo que estos regalos que me afectan personalmente no son demasiado diferentes de los que se mercadegen estos días a través de la red: moda y belleza, principalmente entre las mujeres; tecnología, entre los hombres; deportes, entre estos y los jóvenes de 18 a 34 años; complementos del hogar, más entre las mujeres; y, como no, los juguetes clásicos y electrónicos, por los niños.
Entre lo que nos regalamos y lo que nos regalan arañan una buena partida dentro de la renta media de las familias españolas
Entre lo que nos regalamos y lo que nos regalan arañan una buena partida dentro de la renta media de las familias españolas, que es de 35.400 euros anuales; dado que el gasto medio no supera los 30.000 euros, quiere decir que hay bastante ahorro a los bolsillos. Efectivamente, los datos del Banco de España indican que ha pasado de los 800.000 millones de euros en 2018 a los 941.000 millones en julio de 2021, un aumento de más del 16% en poco más de dos años.
Para cuantificar adecuadamente lo que nos gastaremos en regalos, hace falta mencionar dos factores. El primero, qué parte de los ahorros se liberará este año para celebrar estos momentos de inicio de la segunda fase de la pandemia, a pesar de que hay bastante indecisión por los malos resultados momentáneos. El segundo, en las compras navideñas, aunque cada vez se planifican más a lo largo del año, para encontrar los precios más baratos, el impulso todavía te cabida. La confluencia de estos dos factores acabará decantando qué será el gasto finales tanto la Navidad, como en concreto en regalos. Si en vez de hablar de medias, personalizáramos, a estos dos factores de situación, habría que sumar el de la individualidad.
La mentalidad de compra de cada persona es absolutamente diferente a la otra, segundo la estructura de valores, la renta, los estudios, la edad, el género, el habitado... Se verdad que cada vez más compramos en mandada los productos y servicios más publicidades, más de la tribu propia, más baratos o más caros, según el estilo de vida del que formamos parte. Está claro que los 265 euros que me atribuye la encuesta que me gastaré esta Navidad tienen poco a semejarse con el de un tipo, un rico del Ampurdán, una pensionista de 833,4 euros -que se subirá el año que viene casi 21 euros- o un labrador de Terres del Ebre. Dicho esto, cualquier factor individual elevado a la "n" reduciría o menguaría el gasto global.
Randstad aventura que la campaña de fiestas creará unos 450.000 puestos de trabajo
¿Esto es todo el que da de sí el regalo, y en concreto el regalo navideño? Pues, no. Gracias a la multiplicación de las compras pertinentes, las tiendas, los restaurantes, los mercadillos, los conciertos, las ferias, los ambulantes, los carruseles, los hoteles, los pesebres, la seguridad urbana, el alumbrado de las calles y la cantidad de actividades logísticas especiales generan puestos de trabajo. Randstad aventura que la campaña de fiestas creará unos 450.000 puestos de trabajo, solo un 1,8% menos que en 2019; es a decir, se recuperaría el consumo a ritmos anteriores a la pandemia. Claro que se trata de trabajos temporeros, a horas o, en cualquier caso, precarios, pero no son nada despreciables en los tiempos que corren, dada la rigidez del mercado de trabajo. Si todo avanza como desea el Gobierno español, pronto habrá cerrado un acuerdo con sindicatos y patronales por el cambio definitivo; no se impedirá la creación de aquellos puestos de trabajo provisionales, pero su porcentaje sobre el global de fijas acontecerá muy inferior. Mi tío Eusebio, exiliado en Francia, cuando volvió a Barcelona con una mano delante y otra detrás, obtuvo su primer trabajo de guardián de un pesebre viviente; muy contento que estaba, sobre todo cuando lo explicaba unos meses después una vez levantó la cabeza.
Si se aprovecha la euforia de gasto -que Deloitte cifra en un aumento del 14% respeto la Navidad de 2019, ocho puntos más que la encuesta de Elogia-, los regalos de Navidad serán fantásticos, pero más todavía si añadimos el efecto multiplicador de los 400 mil y pico nuevos puestos de trabajo.