Cada vez hay menos plantas papeleras en Catalunya | Cedida

Economía

La hoja de ruta del sector papelero: navegando entre el IVA y el alto precio de la electricidad

La guerra de Ucrania desafía a las plantas papeleras catalanas, mientras que el reto del IVA del material escolar ha formado la primera asociación de distribuidores

"Ha llegado el momento de desdigitalizar las aulas". Es la conclusión de Josep Buixeda, manager general de Hamelin Brands, la marca que engloba nombres conocidos en el gremio papelero como Oxford o Pelikan. Ahora también es el presidente de la Asociación del Sector de la Papelería, la primera entidad que une a todos los distribuidores del Estado. Hay retos en común, como el regreso al modelo analógico en las escuelas o el IVA del material escolar, actualmente al 21%. Pero el sector papelero va más allá. Si miramos las fábricas, donde se producen los folios donde escribimos, el cartón que protege los productos que compramos por Amazon o los pañuelos que consumimos, la lucha es muy diferente. Allí, el desafío es sobrevivir al incremento del gasto energético o de los efectos de la guerra de Ucrania. Todo ello dibuja un panorama irregular con un futuro incierto.

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A priori, si miramos las cifras anuales de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel), el escenario parece bastante positivo en el sector de fabricantes. En el conjunto del Estado, cerró el ejercicio del año 2022 con un balance de 6.991 millones de euros de facturación, un 34% más que los resultados de 2021. Además, el consumo de papel y cartón creció un 2%, y el de celulosa llegó a los 1,9 millones de toneladas. En cuanto a la ratio de inversión sobre facturación del sector papelero, este indicador subió más del 1,5% el último año, llegando casi al 7%. Y en cuanto a ocupación, misma dinámica: un 1,6% más que el ejercicio pasado. Pero estos datos no lo explican todo. A su vez, la producción de papel y cartón se redujo en un 4,6% y la de celulosa en un 13,1%. Los motivos son varios, pero igual de preocupantes: el incremento de los costes energéticos, la invasión rusa de Ucrania, la sequía y los elevados volúmenes de stocks a la cadena de suministro.

2021 y 2022, años límite en el sector

"Cuando vendemos papel, la ratio que dice si el sector está creciendo normalmente no se encuentra en la facturación, sino en las toneladas. Al final la facturación se causa por el precio de mercado, porque somos una commodity. Es lo mismo que Repsol o Cepsa, que te dicen si el negocio va bien si han refinado más o menos barriles de Brent y no si han ingresado más o menos, porque el precio fluctúa", apunta Pau Vila, CEO de LC Paper. Su compañía es un buen ejemplo: el año pasado invirtieron tres millones en una nueva planta y crecieron un 73%, pero los ejercicios de 2021 y de 2022 los dejaron al límite. "Los fabricantes y los distribuidores o manipuladores lo vivimos de forma muy diferente. Este es un sector extremadamente intensivo en energía y el hecho que el precio de la electricidad se multiplicara por siete u ocho lo complicó todo", asegura.

La planta de LC Paper en Besalú | Cedida

Algunas empresas referentes en Catalunya como Gomà-Camps tuvieron que vender la división de consumo de papel por 85 millones de euros a una firma internacional cómo The Navigator. Por su parte, J.Vilaseca presentó un concurso de acreedores en una filial y un preconcurso en la sociedad principal. Aun así, hay esperanza: Vila explica que en 2023 el sector "ha funcionado bien", a la espera de conocer el informe de Aspapel, que se publicará en verano. Sin embargo, de momento se mantienen estables las 10 plantas de producción de celulosa que hay en todo el Estado. Aun así, la pandemia provocó el cierre de dos fábricas de papel: de las 71 que había en 2020 hemos pasado a 69.

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Las regulaciones europeas en materia de sostenibilidad también complican las cosas. En el conjunto de España, la industria de la celulosa y el papel es electrointensiva y gasintensiva y encabeza la descarbonización de la industria estatal. El 70% del combustible utilizado es gas natural y el 28% biomasa y biogás. Esto quiere decir que el sector papelero es la industria líder en el Estado en producción y utilización de energía renovable procedente de biomasa y, a pesar de que es una buena noticia, todo ello provoca que los precios aumenten. "Esta es una industria con competencia internacional porque el papel se puede comprar en todas partes", comenta Vila. "Aquí tenemos una sensibilidad en implantación de energías renovables o descarbonización que es diferente de la que puede tener Turquía, donde se dedican a quemar carbón y no pasa nada. Esto impacta a la estructura de costes, que es muy diferente. Y pasa lo mismo con la fiscalidad o los salarios", añade el CEO de LC Paper. En este sentido, subraya que el sector puede estar "muy orgulloso" por su compromiso sostenible, pero también pide realismo. "Si eres una imprenta, si puedes adquirir papel a Turquía o Europa y el diferencial de precio es notable, hay mucha gente que preferirá comprar el que es un 15% más barato", reconoce Vila.

El estado español es el tercero que más recicla en la Unión Europea, el quinto que más celulosa fabrica y y el sexto que más papel y cartón produce

Hay aspectos positivos. El estado español tiene una tasa de reciclaje del 79,9% y es el tercer país de la Unión Europea que más recicla. Además, es el sexto productor de papel y cartón de la comunidad, con un 7,3% de la producción total, y el quinto que más celulosa fabrica. Aun así, la sequía ha frenado el ritmo de producción de este material durante los últimos ejercicios y continuará haciéndolo si los embalses catalanes siguen secos. La buena noticia es que el consumo de papel continúa al alza: el año pasado creció un 2% en el Estado. Y de lo que se factura en las plantas españolas, gran parte del dinero se reinvierte. De hecho, de acuerdo con un informe del Ministerio de Industria, el sector papelero invierte el 7% de la facturación, muy por encima de la media de la industria española (3,5%, según el dato INE del 2014). En este sentido, tal y como muestran los datos de Aspapel, las inversiones de la industria papelera ascendieron a 485 millones de euros el 2022, los cuales se destinaron a innovación y la renovación tecnológica (33,5%), al incremento de la capacidad de producción (17,4%) y a la calidad y medio ambiente (17,5%), principalmente.

El IVA del material escolar y la digitalización de las aulas, los retos de los distribuidores

La lucha de esta parte del sector papelero contrasta con el de los manipuladores, como apuntaba Vila. Hay que diferenciar los diferentes niveles de la industria: el papel de tissú (pañuelos, papel de cocina o higiénico...) se encuentra en su mejor momento, gracias al repunte de consumo en el sector sanitario. Otro que ha experimentado un crecimiento exponencial es la fibra marrón, aquella que mezcla la blanca con la reciclada, que es el cartón que se usa para empaquetar nuestros pedidos en linea, entre otras cosas. Finalmente, queda la fibra blanca, es decir, el papel de escritura. Este mercado también se ha disparado a nivel mundial, pero no en el ámbito europeo. En nuestro continente se mantienen los indicadores de consumo y, con los años, está ganando valor, pero no de una forma extraordinaria.

Si nos centramos solo en lo que pasa en el Estado, el gran reto para los distribuidores se encuentra ahora mismo en escuelas e institutos. En 2012, el material pasó de tener un IVA del 4% al 21%, a excepción de los libros de texto. Una variación muy grande para el sector, que hace años que lucha para volver al anterior valor. De momento, sin éxito. Y por eso, el pasado abril se constituyó la primera Asociación del Sector de la Papelería a escala estatal, con un total de 13 empresas que acumulan más de 500 millones de euros de volumen de negocio. "Las empresas privadas necesitan juntarse para tener una voz única en el gremio y poder unificar los retos frente a las administraciones", reclama Buixeda. "Una sola empresa no puede afrontar el desafío que supone el aumento del IVA al material escolar. En cambio, con una asociación nos podemos unir, ir al ministerio de Hacienda y reivindicar que el material escolar se trate igual que ciertos alimentos", apunta.

 
Junta directiva de la Asociación del Sector de la Papelería | Cedida

Abacus, Hamelin Brands (Oxford & Pelikan), Stabilio International y Carioca son algunas de las compañías que integran esta entidad, que pretende adherir 20 nuevas empresas antes de este mismo verano. "Aspiramos a unir desde una tienda como Abacus o un Carrefour con un fabricante cómo Oxford o Milan", explica el presidente. Además de la lucha para reducir el IVA, tienen más objetivos: "la promoción del mundo analógico, de las artes, la creatividad o el papel, y el crecimiento y la defensa del sector mediante la obtención de subvenciones, exportaciones u otras dinámicas dentro del tejido industrial", explican en un comunicado.

En cuanto al consumo, existen dos circunstancias que preocupan especialmente. Una de ellas es el descenso de la natalidad en el Estado. Las cuentas son claras: si hay menos niños, se vende mucho menos material. Y los números no cuadran. "Cuando trabajas en el sector del material escolar, una de las palancas de crecimiento de tu negocio es la demanda, y esta está ligada a la tasa de natalidad. Es un indicador que está cayendo año tras año y nos interesa visibilitzar esta problemática", destaca Buixeda.

Buixeda: "Con las pantallas, en Estados Unidos los niveles de aprendizaje y creatividad han caído y nos hemos dado cuenta que no es una buena iniciativa"

La otra eventualidad es de alcance mundial, y es la de volver al modelo analógico de enseñanza. La pasada década, las aulas de todo el planeta empezaron a implantar pantallas para impartir las materias. Y desde entonces, lo que se planteó inicialmente como relación complementaria ha derivado ahora en una de dependencia. "Tenemos que saber que la aplicación en el ámbito educacional tiene que ser diferente del empresarial: la digitalización ha venido a convivir con el modelo analógico y no a sustituirlo", subraya Buixeda. Por eso, afirma que depender de las pantallas "no es una buena iniciativa" porque afecta a la docencia. "En Estados Unidos los niveles de aprendizaje y creatividad han caído. Tiene que haber asignaturas que se traten 100% digitales, pero evidentemente no todas. El aprendizaje siempre ha tenido un gran componente analógico que ahora tenemos que defender y proteger", remata.