Cirugía económica para mejorar el estado de la salud
Los expertos abogan por la aplicación del análisis económico para diagnosticar los males del sistema sanitario y aplicar soluciones basadas en la eficiencia y la equidad
Los términos economía y salud no siempre han ido de la mano. Durante un tiempo se concibió la sanidad como un sector que, para garantizar su buen funcionamiento, tenía que quedar al margen del análisis económico. No es hasta finales de los '70 y principios de los '80 que empieza a desarrollarse la disciplina con libros como Introducción a la Economía de la Salud, de John G. Cullins y Peter A. West, que relacionan por primera vez conceptos como eficiencia, eficacia, input, outcome, fallas de mercado y escasez de recursos en la sanidad, siempre vinculadas a ideas como la equidad o el bien público. Hace 40 años, el Colegio de Economistas de Catalunya fue pionero con la creación de la Comisión de Economía de la Salud, y ha celebrado el aniversario con la mesa Éxitos y fracasos de la Economía de la Salud en la Política Sanitaria.
Los expertos reunidos en la mesa coinciden al considerar el análisis económico como un buen instrumento de diagnóstico y corrección de las fallas del sistema para abordarlas desde la gestión. La directora del Observatorio del Sistema de Salud de Catalunya a AQuAS, Anna García, pone sobre la mesa la ineficiencia del sistema más evidente que muestran los exámenes económicos. "Hay un 1% de la población que genera el 25% del gasto de la sanidad y un 4% que hace el 50%. Si fuera el director de CatSalut lo primero que haría sería analizar este 5% de los habitantes que se llevan el 75% de los recursos del sistema".
García: "Hay un 1% de la población que genera el 25% del gasto de la sanidad y un 4% que hace el 50%"
García indica que en este 5% de población se encuentran muchos casos de pacientes que tienen que pasar por procedimientos como la diálisis, hospitalizaciones, casos de salud mental, salud física y medicamentos MHDA o de dispensación ambulatòria. La experta pone el foco en este último aspecto, donde se encuentran fármacos por el tratamiento de enfermedades como el VIH o el cáncer y que se dispensan en hospitales o ambulatorios. "El año 2000 este tipo de medicamento suponía el 1% del gasto de CatSalut y hoy ya es del 10%. No hay ninguna partida que haya crecido nunca tanto", explica García, que apuesta para "evaluar como de efectivos son los fármacos que estamos dando".
En este sentido la representante de AQuAS denuncia que, en la actualidad sólo hay cinco informes de seguimiento sobre los 285 fármacos que CatSalut ha analizado. "Hemos perdido la batalla del análisis coste-efectividad en MHDA y esto nos condena a hacer grandes gastos en un solo fármaco destinado a pocos pacientes y sin tener muy clara su eficacia".
El coste de la desigualdad social
En este 5% que hace un uso intensivo de la sanidad también encontramos ciudadanos con enfermedades crónicas y necesidades especiales, y otros con entradas a urgencias y hospitalizaciones muy frecuentes. "En los Estados Unidos han analizado el perfil de estas personas que visitan mucho más el médico del que lo hace un adulto convencional y encontramos gente mayor, más mujeres que hombres, con pocos estudios y poco nivel de ingresos", explica García.
Fernández: "Salir adelante proyectos a partir del déficit supone condicionar el futuro; tenemos que hacer compatible sostenibilidad y progreso"
Las estadísticas poblacionales catalanas muestran como las desigualdades socioeconómicas también son un factor discriminatorio en la salud del país. "La tasa de mortalidad por cada 1.000 habitantes de los menores de 65 años más pobres multiplica por 3,7 la de los más ricos en el caso de las mujeres, y por 3,8 en el caso de los hombres", indica García. Un problema que se genera desde la infancia. "La hospitalización psiquiátrica de los menores de 15 años más vulnerables multiplica por 2,2 la de los más benestants en el caso de las niñas y por 6,8 en el caso de los niños", explica la directiva de AQuAS, que reclama "evaluar el conjunto del sistema y tomar decisiones en función de los resultados".
Un sector generador de riqueza
Por su parte, la directora general de la Unión Catalana de Hospitales (UCH), Roser Fernández, destaca los aprendizajes adquiridos por el sistema de salud catalán en estas cuatro décadas de desarrollo de la Economía de la Salud. "El 1991 se celebraron las primeras jornadas de Economía, Empresa y Sanidad y se empezó a hablar del sector salud no sólo como un generador de gastos, sino como un elemento de valor añadido, generador de riqueza. Esto se ha desplegado y ha posicionado la industria sanitaria en la economía productiva del país a través del conocimiento, y no del turismo sanitario".
Según la directora general de la UCH, este cambio de paradigma cambió la manera de tomar decisiones estratégicas y de preparar presupuestos. "Parece muy obvio, pero ahora no sólo contemplamos la gestión de gastos, sino también los ingresos que dará cada proyecto", indica Fernández, que valora el hecho que la sanidad ya considera como un elemento positivo generar excedente. "Es señal de buena gestión, pero después se tiene que ver donde se destina este excedente, ya sea en retribución, maquinaria, etc.".
En este mismo sentido, Fernández reclama incorporar el sistema de sostenibilidad a la hora de plantear políticas sociales. "Salir adelante proyectos a partir del déficit supone condicionar el futuro; tenemos que hacer compatible sostenibilidad y progreso". Aplicado al sector económico, pide empieza a trabajar desde la óptica del sistema de salud, y no del sanitario. "El 90% del presupuesto se destina al sanitario, el que supone esperar que el enfermo llegue al centro y atenderlo, pero esto sólo explica el 20% de la salud de las personas. Para hacer sostenibles nuestras políticas hay que actuar en los factores determinantes de la salud en su origen, para disminuir riesgos y dependencias".
Finalmente, el director del área de Recursos Económicos del Servicio Catalán de Salud, Ivan Planas, destaca como principales legados de la Economía de la Salud "la aceptación por parte de todas las instituciones sanitarias que la eficiencia es una exigencia ética, no sólo un cumplimiento de los presupuestos públicos".
De cara, al futuro, Planas ve un peligro en la carencia de economistas que están dispuestos a abandonar el ámbito académico para entrar en la salud y, todavía más, en la carencia de incorporación de empresas en las decisiones sanitarias. "son, pero poco, y tenemos que poder consolidar un sistema de contabilidad analítica estable, universal y validada por todo el mundo para garantizar el equilibrio entre gasto e ingresos. La aplicación de estos criterios en la salud puede generar muchas oportunidades".