Sharing Academy surgió de una experiencia personal de Jordi Llonch

Emprende

Sharing Academy, universitarios que hacen de profesores

La start-up catalana, finalista a los Mobile Premier Awards, pone contacto estudiantes que necesitan ayuda con otros compañeros de carrera porque los den clases particulares

"El 95% del que aprendemos es cuando enseñamos". Esta es una frase que decía el psiquiatra norteamericano William Glasser, pero es también una afirmación que se escau perfectamente para hablar de la start-up catalana Sharing Academy. Un proyecto que no sólo ha llamado la atención de 48 universidades españolas y de más de 3.500 estudiantes, sino que también se encuentra en el punto de mira del jurado de los Mobile Premier Awards cómo uno de los 13 finalistas.

Su historia empieza con Jordi Llonch, fundador y CEO de la start-up, quién pasó de ser piloto de aviones comerciales a convertirse en emprendedor. "Todo va surgir con el Grado de Multimedia que hice por la UOC poco antes de dejar el trabajo", recuerda, " había una asignatura que no había manera de salir adelante, era la de Programación, y decidí buscar alguien que me ayudara a salirme".

Un trabajo universitario pensado para universitarios
Pero encontrar alguien no fue fácil. De hecho, asegura que este proceso requirió más tiempo que no el que tuvieron que invertir profesor y alumno porque quedara claro el temario. Esto es el que trajo Llonch a hacer unas encuestas anónimas: "Tenía un blog donde hablaba sobre educación y lo aproveché para empezar a hacer unas preguntas concretas. Con ellas, detecté que no era el único en aquella situación y esto me ideó una plataforma que pusiera contacto estudiantes de una misma universidad y carrera porque se pudieran ayudar entre ellos". De aquí surgió su Trabajo de Final de Grau, y también el proyecto que poco después Incubio aceptó dentro de su programa de aceleración.

A pesar de que no es la única plataforma a ofrecer un servicio como este, Sharing Academy destaca porque es la primera donde los profesores son los mismos estudiantes. "Son universitarios que han aprobado con buena nota la materia donde alguien necesita ayuda, sabe qué conocimiento concreto hace falta, que dice el libro, como da la lección el profesor, que busca al examen... A veces llegamos a nivel profesor", detalla Llonch sobre las ventajas de tener antiguos alumnos en el rol de docentes.


Ahora bien, hacen falta unos requisitos concretos para entrar a la plataforma y hacer de profesor: e-mail, verificar la identidad, enviar el expediente académico que certifique qué has estudiado y esperar a recibir comentarios y recomendaciones. "Tenemos varios mecanismos para verificar que los documentos son veraces", señala Llonch para evitar críticas, y a continuación añade que son las valoraciones de los usuarios las que ayudan a dar más visibilidad a un perfil. Es decir, los alumnos puntúan el profesor y lo ayudan a obtener más medallas, a salir más arriba a las listas de resultados y a tener una mejor reputación.

Adaptarse a las necesidades de los usuarios
Además recomendaciones, más posibilitados de subir el precio; así funciona Sharing Academy. Aun así, no todo el mundo busca ganar dinero, hay profesores que lo hacen de manera altruista. Entre estos perfiles que ponen un precio de 0 euros y otros que pueden ensartarse hasta los 25 euros por hora, Llonch calcula que la media de precio se encuentra alrededor de los 12 euros, "con muchos números de estancarse a los 14 euros con el aumento que estamos viendo este semestre", añade.

"La economía colaborativa potencial la paridad entre iguales", subraya el CEO, por el que hasta ahora se mantienen como una start-up "de aprendizaje personalizado e individualizado". Sin embargo, reconoce que ya hay usuarios que ofrecen sesiones grupals y que el hecho de ser una "plataforma viva" los puede acabar trayendo a ofrecer esta nueva modalidad.

Respecto a una posible queja por parte de las academias, asegura que no tienen ningún miedo. Es más, Llonch afirma que ya se han puesto en contacto con algunas compañías para llegar a algún acuerdo de colaboración y que algunas, incluso, buscan profesores entre los usuarios del portal.

Cubrir los agujeros de la universidad pública
La start-up retiene entre un 10% y un 20% en forma de comisión, la cual varía según el número de clases. Pero esto es una medida muy reciente, ha entrado en vigor este mismo mes de enero. "Empezamos como BlaBlaCar, todo era gratuito y con pagos con mano, porque queríamos saber si interesaba. Ahora hemos visto que sí y hemos empezado a cobrar una pequeña parte". Y principalmente lo han hecho para asegurarse que los profesores recibían el dinero por haber ofrecido el servicio, un pago que no siempre se hacía. "Nosotros nos quedamos como depositarios y cuando corroboramos que la sesión se ha hecho, pagamos al 'profe' el que le corresponde", concluye el CEO.

Actualmente han llegado a 48 de las 83 universidades españolas. "Llegar a todas es imposible, porque hay centros privados más pequeños donde la comunidad ya se conoce y es más fácil encontrar un estudiante más grande que los pueda ayudar", explica sobre la cobertura en el Estado español. Por eso, se dirigen en universidades que tengan como mínimo 5.000 estudiantes.

De la red de 3.500 usuarios que tiene Sharing Academy, 850 ya están dando clase y un 43% de los alumnos que buscan ayuda, acaban volviendo.

Big Data al sistema universitario
"Estamos recogiendo unos datos mucho detallas. Del nivel de saber qué persona, qué día y a qué hora necesita ayuda con una asignatura. Todo esto, si lo juntas, da unos análisis muchos potentes que en las universidades los encanta". Este podría ser el segundo producto surgido de la start-up, un Big Data que tiene que servir en las Universidades para detectar problemas en el temario y en lecciones concretas para mejorarlo de cara al semestre siguiente. El resultado, pues, no es más que "rebajar el número de suspensos", apunta Llonch.

100% capital público
Ni business angels ni préstamos ni ninguna otra opción, Sharing Academy ha invertido 200.000 euros de fondos públicos para constituirse. "Desde dinero del Estado español hasta ayudas de la Unión Europea, y en gran medida conseguidas por la ayuda de la incubadora", comenta Llonch para agradecer el trabajo hecho desde Incubio.

Dado el hecho que no hay capital propio, prevén que la facturación al cierre del 2016 los ayudará a sufragar los gastos de personal –un equipo formado por cuatro- y de funcionamiento de la plataforma.

Además, cuentan con el pequeño impulso que supone estar a la lista de finalistas de los Mobile Premier Awards. "Nuestro proyecto nació aquí en Barcelona y hemos ido creciendo despacio hasta estar en toda España, y estar al Mobile es una puerta al mundo y nos ayudará a ver si el modelo sirve a escala global", reflexiona Llonch. Y, por supuesto, los hace pensar que llegar el 2017 a países que ya se han interesado en ellos como lo son Portugal y Francia, o Latinoamérica, es posible.