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Diversidad para liderar la reconstrucción

La gobernanza y la economía post coronavirus: necesariamente más femeninas

Christine Lagarde, Angela Merkel y Ursula Von der Leyen. | EP
Christine Lagarde, Angela Merkel y Ursula Von der Leyen. | EP
Raquel Sans / Lluís Juncà
Barcelona
15 de Mayo de 2020

La crisis de la covid19 ha puesto de manifiesto las diferencias entre países en términos de la calidad, la eficiencia y la rapidez de la gestión de la pandemia. Las diferencias son tan grandes que mientras hay países con una ratio cercana a los 500 muertos por millón de habitantes (Italia o España) otros no pasan de los ochenta. Y llama la atención el hecho de que casi todos los países que han demostrado una gestión ejemplar de la crisis de la covid19 están liderados por mujeres, como Alemania, Suiza, Noruega, Dinamarca, Islandia, Nueva Zelanda o Taiwán. Es cierto que todos ellos son países avanzados y modernos, que lideran desde hace años los rankings de calidad de vida, de progreso económico y de justicia social. Pero también lo es que, quizás a causa o consecuencia de todo esto, están liderados por mujeres que están demostrando más capacidad y solvencia para gestionar la crisis que no la mayoría de sus homólogos masculinos.

 

"Casi todos los países que han demostrado una gestión ejemplar de la crisis de la covid19 están liderados por mujeres"

En muchos países, tener una mujer como máxima responsable es todavía inaudito o, como mínimo, inédito. De hecho, según la ONU, de los 193 estados en el mundo sólo 10 están gobernados por mujeres. España, Italia, Francia, los Estados Unidos y, desgraciadamente también Catalunya, forman parte de la regla general y no de la excepciónY más allá de las circunstancias particulares y los hechos puntuales que hayan impedido que una mujer llegara arriba de todo, cualquier institución que no haya sido nunca liderada por una mujer es una institución a la que todavía le queda mucho trabajo por hacer. En particular, el trabajo de darse cuenta de que la igualdad, o diversidad, de género -en oposición a la uniformidad masculina-, es una fuente de riqueza y una fuente de bienestar para todo el mundo, no sólo para las mujeres. Y esto no es un deseo o una consigna ideológica: es un hecho contrastado y argumentado por multitud de instituciones de renombre como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la ComisiónEuropea, grandes consultoras y los think tanks más prestigiosos.

 

Vale la pena recordar que el primer motivo para defender la igualdad de género es, simplemente, porque se trata de una cuestión de justicia, de derechos y de oportunidades: es uno de los valores que nos tiene que definir como sociedad. A la vez, pero, tenemos que saber aprovechar y reivindicar que cuando las instituciones, las organizaciones y, en general, cuando cualquier grupo de personas tiene una mujer al frente, o como mínimo las mujeres están en pie de igualdad respecto a sus compañeros masculinos, se enriquece la inteligencia colectiva, se toman mejores decisiones y los grupos humanos establecen mejores relaciones interpersonales. Y estas características son deseables para cualquier organización, especialmente en momentos de crisis o de incertidumbre, donde los liderazgos estereotipados masculinos plenos de infalibilidad, egocentrismo y soberbia son más perniciosos que nunca

"De hecho, según la ONU, de los 193 estados en el mundo sólo 10 están gobernados por mujeres. España, Italia, Francia, los Estados Unidos y, desgraciadamente también Catalunya, forman parte de la regla general y no de la excepción"

En este sentido, no es casualidad el papel de la gobernanza internacional de los últimos años. Los últimos encuentros del G20 han hecho aflorar la incapacidad de los líderes de los países más poderosos del mundo para llegar a acuerdos de mínimos para hacer frente a situaciones de alcance global como la emergencia climática o la pandemia del coronavirus. De los actuales veinte líderes del G20, en la última reunión sólo estuvo presente una mujer: la Cancillera Angela Merkel. Bien, y Ursula von der Leyen, invitada como presidenta de la Comisión Europea. No es difícil imaginar que una mayor presencia de mujeres en estas posiciones de relevancia mundial -concretada en su estilo de liderazgo más democrático y colaborativo y la comunicación más empática que la que normalmente caracteriza los líderes masculinos- ayudaría a tejer alianzas más efectivas, concretar medidas más útiles y profundizar en la corresponsabilidad entre los actores más influyentes del planeta.

Los beneficios que aporta la diversidad de género no son sólo remarcables en la gobernanza institucional. También lo son en el ámbito económico, y en particular en la gestión de nuestras empresas y organizaciones productivas. Tres ejemplos: la consultora McKinsey afirma que las empresas con diversidad de género mejoran sus resultados financieros entre un 15-30%; Boston Consulting Group que las empresas con más diversidad obtienen hasta un 38% más de ingresos; y el Fondo Monetario Internacional concluye que cerrar el gap entre mujeres y hombres en los países en que hay más desigualdad de género podría hacer crecer su producto interior bruto un 33%.

"El mundo post-covid hará más necesaria la feminización de la gobernanza de las instituciones y de la economía"

A todo esto, se suma la imperiosa necesidad de procurar sobrevivir al descalabro económico provocado por la covid19, de profundizar en la digitalización de la economía y, en general, de repensar las empresas por la realidad post-coronavirus. Y por lo tanto, será más conveniente que nunca tener equipos de dirección en las empresas que sean diversos, que combinen el potencial femenino con el masculino. Y esto se tendrá que materializar no sólo en tener muchas más mujeres en los cargos de máxima responsabilidad sino en un cambio cultural que abrace e incorpore las perspectivas, valores y actitudes femeninas. Raso y corto, el mundo post-covid hará más necesaria la feminización de la gobernanza de las instituciones y de la economía. Sólo así tendremos la capacidad de dar respuestas efectivas, rápidas y sostenibles para el futuro que nos espera.