La Industrial Algodonera, cordones catalanes para Chanel y Adidas
Nacida a finales del siglo XIX, La Industrial Algodonera es una empresa familiar catalana que fabrica cordones y cintas para empresas de todo el mundo
La Industrial Algodonera es una industria catalana que impulsó Amparo Cogul, bisabuela de los actuales propietarios, a finales del siglo XIX. Una emprendedora que empezó a fabricar productos de punto por encargo cómo medias, calcetines y corbatas. Más de cien años después, la empresa ha evolucionado hasta la fabricación de cordones, cintas elásticas e hilo de polipropileno para zapatos, bolsas y producto de embalaje.
Chanel, Desigual, Adidas o Munich son algunos de sus clientes, que se encuentran repartidos por todo el mundo. Todo fabricado en la Selva del Camp. Hoy, fabrican más de 500.000 cordones cada día, disponen de un parque industrial de más de 300 máquinas y exportan a los cinco continentes. Además, con el inicio de la pandemia del coronavirus se adaptaron de urgencia y ahora también producen cintas para mascarillas.
Una mujer emprendedora en el siglo XIX
"Mi bisabuela perteneció a una generación de mujeres que su formación giró entorno a las tareas del hogar. Pero por su visión de negocio, sus aptitudes para la gestión y su tenacidad, convenció su marido para montar un negocio", explica Jaime Cabré, actual director general de Liasa. Antes del 1900, su familia ya fabricaba productos de punto que vendía sobre todo en el ámbito local.
Exportación a Chile el 1935
La segunda generación dio un paso más y se adentró en la fabricación de hilo de paquetería y cordones para mechas. Cabré guarda un documento del 1935 de la exportación de un envío de mechas a Chile , que era utilizada para provocar explosiones en minas. Hoy en día, la mecha que se vende conjuntamente con los petardos es de La Industrial Algodonera.
El siguiente paso por Liasa fue la consolidación de la fabricación de cordones trenzados y cintas para cortinas, gracias a la adquisición de nuevos telares y naves en Reus. Fue cuando empezó la fabricación a nivel industrial y ya se disponía de un parque de maquinaria importante.
"La fábrica ha cambiado mucho de lo que era antes", destaca Jaime Cabré. Una de las principales evoluciones es que anteriormente, compraban el hilo hecho. Ahora, lo fabrican directamente ellos y, después, producen los cordones y las cintas. Todo ello con un proceso plenamente automatizado y robotizado.
Chanel, Adidas o Moët
La cuarta generación, comandada por Jaime Cabré, se centró especialmente en el cordón de las asas de bolsas de grandes marcas. Actualmente, supone su principal rama de negocio. Las bolsas de papel de Chanel, Desigual, Julia, Carolina Herrera o Adidas llevan un cordón catalán, fabricado por La Industrial Algodonera en La Selva del Camp. También hacen cordones para cajas de cartón y de madera de champán y vino. Productos de Moët, Codorniu o Pago de Carraovejas lo utilizan.
"Son marcas de lujo que quieren diferenciarse, y poner un accesorio de más valor, sea la cinta o el cordón", destaca Cabré. El hecho de fabricar su propio hilo, permite a Liasa disponer de una gama amplísima de productos, de diferentes colores y medidas. Gracias a esto, pueden ofrecer a sus clientes una personalización total.
Un dato que muestra su evolución es que en los 80, los cordones para el calzado suponían el 85 % de la facturación. Hoy es un 3 %, a pesar de que todavía venden a marcas cómo Munich o Agata Ruiz de la Pradera.
El valor añadido de La Industrial Algodonera
Un rasgo diferencial que ofrecen a los clientes es el acabado. Gracias a su maquinaria robotizada, en los cordones y a las cintas ya pueden añadir terminales metálicos (entre otros) que permiten, a las marcas, colocar el cordón a la bolsa de manera mucho más rápida y económica.
Y su filosofía o valores también han permitido ganarse un reconocimiento importante en su sector. "No somos comerciales, somos asesores. Es muy importante entender la necesidad del cliente", resume el director general. La competitividad y cumplir con los plazos es otra de sus banderas. Y, evidentemente, un precio competitivo que les haga atractivo en todo el mundo.
De La Selva del Camp en el mundo
A pesar de que tienen registros de un pedido exportado a Chile el 1935, la internacionalización empezó décadas después. Fue en los años 80 cuando decidieron dar el paso. "Lo primero que hicimos fue impulsar un departamento de exportación. Si quieres exportar, tienes que poner una persona con experiencia", destaca Cabré
Francia, Portugal e Italia fueron sus primeros mercados extranjeros. Poco a poco, se fueron abriendo un lugar por todo Europa. Hoy en día, exportan además de una cincuentena de países de los cinco continentes y representa el 50 % de su facturación.
Jaime Cabré: "La implicación y el sacrificio de las empresas familiares"
Y todo hecho a Catalunya. En su momento, se plantearon llevar parte de la fabricación a países del este de Europa, pero lo descartaron. Cabré recuerda cómo su padre, con más de 90 años y que todavía va a la fábrica de vez en cuando, le recomendó no dar el paso: "Me dijo que eran ciclos. Si teníamos que hacia un mundo más sostenible, no tenía sentido llevar bolsas de la China con la huella de CO₂ que supone".
El director general destaca que otros tipos de empresas, con juntas de accionistas que miran más por el beneficio a corto plazo, seguramente habrían apostado por la deslocalización. "La implicación y el sacrificio en las empresas familiares hace que duren más. Miramos más a largo plazo", señala.
Además, Liasa quiere hacer una apuesta por la sostenibilidad y hace un llamamiento a la importancia del consumo de proximidad y tener en cuenta la huella de CO₂ que comporta cada producto. En este sentido, han sacado también unos cordones trenzados con hilo de papel por bolsas, consiguiendo así que sean 100 % de papel y reciclables.
De cordones a cintas para mascarillas: adaptación a la Covid-19
La historia de La Industrial Algodonera está marcada por la evolución. Desde la fabricación artesanal de productos de punto, a la de cintas y cordones de manera automatizada. Y la prueba más reciente ha llegado con el coronavirus. "El 2020 empezamos a trabajar en el ámbito sanitario. Cuando empezó la pandemia, adaptamos rápidamente las máquinas y empezamos a fabricar gomas para las mascarillas" explica Jaime Cabré. La fábrica no cerró en ningún momento, porque se consideraba esencial, y fabricaron gomas en tres turnos. También compraron nuevas máquinas. Un negocio que aún hoy mantienen.
Jaime Cabré: "Muchas empresas invirtieron mucho dinero en maquinaria para fabricar mascarillas"
Aún así, el director general hace una crítica a las políticas impulsadas por el gobierno estatal. "Muchas empresas hicieron muchos sacrificios e invirtieron mucho dinero en maquinaria para fabricar mascarillas", destaca. Pero el concurso público que impulsó el Estado por la compra de mascarillas impidió a la totalidad poder vender. Cabré explica que, entre las condiciones, había la obligación de llevar unos años en el sector. "Aquí no había ninguna fábrica que hiciera mascarillas", apunta.
De las 30 empresas validadas como proveedoras por el Estado, solo tres son españolas. Cabré posa de ejemplo un cliente suyo del norte de España, que invirtió más de dos millones de euros en la compra de ocho máquinas para hacer mascarillas. Hoy, tiene cuatro paradas. Así, lamenta la falta de visión que se ha tenido, tanto por el hecho de volver a depender del exterior en productos esenciales cómo en la pérdida de negocio que supone (puestos de trabajo, cadenas de valor...).
La venta al consumidor, último paso
Otra puerta abierta por Liasa en su evolución es la venta al consumidor final. "Había gente que nos contactaba y nos pedía dos pares de cordones de zapatos", explica Cabré. Así, decidieron abrir una página web dedicada a la venta de cordones por la gente.
Y para abrir algo más el negocio, también han introducido accesorios de moda con el cordón y la cinta elástica como hilo conductor. Pulseras, cinturones o corbatas son algunos de los productos que también venden. Una incursión en el mundo de la moda que los ilusiona. Por ahora, venden sobre todo en el Estado, pero tienen previsto extenderlo por otros países de Europa.
Con todo, lo que empezó cómo un pequeño taller por Amparo Cogul, hoy son dos fábricas: La Industrial Algondonera (de cordones) y otra sociedad dedicada a las cintas y passaneria por cortinas. Entre las dos suman unos setenta trabajadores y facturan casi 7,5 millones de euros anuales.