La Selva, 100 años venerando el jamón cocido
La empresa familiar cierra el 2017 superando los 70 millones de euros de facturación como muestra de su consolidación en un mercado tradicional
En Josep Albertí y Mercè Bosch estaban destinados a ser labradores cuando se casaron. Vivían en Campllong, un pueblo pequeño del Gironès de no más de 400 habitantes, y decidieron dejar atrás todo el que tocaba a Albertí como heredero de la familia para hacerse emprendedor. Así, el 1917 nació la que hoy ya es una empresa de charcutería totalmente arraigada al territorio catalán: La Selva. La misma compañía que apenas acaba de celebrar su centenario y con el jamón cocido por bandera del negocio.
Actualmente sus instalaciones ocupan unos 32.000 m2 y permiten elaborar anualmente cerca de 13 millones de kilos de producto, hechos y comercializados por sus 380 trabajadores. Unas cifras muy alejadas de las de sus inicios, cuando el matrimonio inició esta historia con varios préstamos para pagar Can Cabruja –la casa donde instalaron la tocinería y su residencia- y empezar la actividad productiva alrededor del cerdo. Una idea innovadora para una época cuando el cordero y la ternera eran lo más habitual a las carnicerías, dejando el cerdo para las matanzas de cada familia.
La siguiente etapa de la compañía se escribe en Andalucía. Tal como explica Xavier Albertí, actual gerente y tercera generación de la empresa, "el espíritu emprendedor de en Josep los trajo a Andalucía, donde vio una oportunidad en el sector arran sus contactos con ganaderos del sur". La familia cerró el negocio de Campllong y se fue al municipio cordobés del Carpio para abrir La Flor Andaluza al municipio cordobés del Carpio e introducir la primera instalación frigorífica en la provincia. La aventura, pero, coincidió con el estallido de la Guerra Civil y se vieron obligados a volver a Cataluña.
Nacer dos veces
El actual gerente asegura que la etapa de posguerra no fue fácil. La familia había vuelto a Campllong y había podido retomar el negocio, pero esto suponía empezar de cero una vez más. "En este momento se incorpora la segunda generación, en Joaquim Albertí, que había dejado la carrera de Medicina para dedicarse al negocio familiar", relata sobre su padre; "tenía un cierto conocimiento y pudo detectar una oportunidad en el jamón dulce y creó la marca La Selva". Hasta el momento, habían trabajado en todo tipo de derivados del cerdo excepto este, y acontecieron uno de los pioneros de las comarcas gerundenses a subirse a la nueva moda.
La marca La Selva y su jamón cocido permitieron triplicar el equipo, las instalaciones y el catálogo de productos
Este producto habitual al norte de Europa, a pesar de que muy conocido en nuestros tiempos y punta de lanza de la compañía ahora mismo, no atravesó la frontera de los Pirineo hasta la década de los 30, consiguiendo su primera pincha de popularidad en los 10 años posteriores.
Seguramente por este voladizo, Albertí hijo decidió cesar con las matanzas y optar por la compra de la materia primera a mataderos, y dedicarse al 100% a la elaboración del jamón dulce en lata, "único material que había entonces", comenta a guisa de anécdota el gerente. Todo ello los trajo a triplicar el equipo, el espacio de la fábrica y la gama de productos en dos décadas.
Nuevos canales de venta y nuevos productos
En paralelo a la incorporación de la tercera generación a la compañía, y actual gerente, aparecieron las cadenas de supermercados y La Selva aprovechó para ocupar un lugar a sus lineales. Los primeros centros fueron los de Condal Alimento (Condis) y el primer hipermercado, el Baricentro de Barberà del Vallès.
Este fue el primer paso para llegar al contexto actual: el 50% de la facturación depende de la gran distribución, mientras que el 30% de la venta a charcuterías. El rebanado envasado es lo más buscado, no va el 95% del producto de este formato se vende a las cadenas.
De hecho, junto a La Selva distribuyen la marca Gala, menos conocida, con precios más próximos a las marcas blancas y con una duración más larga para ofrecer la funcionalidad que se busca. Podría parecer que durante la crisis, cuando el bolsillo pesaba más que el paladar, Gala habría ganado la partida en La Selva, pero nada más lejos de la realidad. "Notamos una contención del consumo, pero también que funcionaba mejor el prestigio de la nuestra marca estrella", afirma Albertí. De hecho, esta representa aproximadamente el 75% del negocio.
Albertí: "Carsodo tenía volumen y conocimiento y nos permitió entrar en el segmento de los curados"
Su tercera marca es Carsodo. Proviene de la adquisición el 2007 de una compañía del 1895 especializada en los curados, la pata que carecía a la familia Albertí. "Tenían una producción importante de longaniza, fuet, chorizo y toda esta gama, tenían volumen y conocimiento y nos permitió entrar en este segmento", señala el gerente.
La decisión se tomó, comenta, por la demanda de la exportación: "Afuera se hacen sobre todo ahumados y cocidos, mientras que aquí la tradición es lo curado. Por eso el 90% de las ventas al exterior son de productos de Carsodo y el 10% restante, de cocido". En cambio, al mercado nacional, las cifras se invierten.
En cuanto a las ventas internacionales, representan un 20% de la facturación. Y a pesar de que Albertí destaca Noruega, el Reino Unido, Francia, Alemania e Italia como los países más importantes, insiste que su mercado natural es toda Europa: "Está todo muy repartido, operamos en un sector que tiene un ámbito muy europeo". Eso sí, también han transaccionado con otros lugares como Hong-Kong, República Dominicana o el Líbano.
Un mercado que no cambia
Hablar de embutidos es hacer referencia a un segmento maduro. No hay novedades más allá de productos tradicionales que incorporan nuevos ingredientes y recetas, de forma que cada uno de los actores que operan tienen ya, como asegura el gerente de La Selva, su nicho consolidado. "Es un mercado donde no hay crecimientos espectaculares porque está todo inventado, pero esto aporta estabilidad", añade. Y es que tampoco destaca por la aparición de nuevas empresas, casi hay las de siempre.
Albertí: "Es un mercado donde no hay crecimientos espectaculares porque está todo inventado, pero esto aporta estabilidad"
La empresa de Campllong, pero, continúa creciente. El 2017 se ha cerrado superando los 70 millones de euros de facturación, umbral al cual no pudieron llegar el año anterior por poco y que este año han logrado gracias al incremento de la producción y el precio del producto acabado.