La minería de sales potásicas es muy tradicional de Súria y Sallent | Turisme de Catalunya

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La montaña de sal en el corazón de Catalunya

Súria y Sallent, la riqueza oculta bajo las montañas de cloruro de sodio

Las localidades del Bages Súria y Sallent se identifican claramente por las montañas de escombro de cloruro de sodio que albergan. Son el subproducto de una industria muy tradicional en la zona que es la minería de sales potásicas y de la que se habla mucho menos que de la minería de carbón o de metales. Por lo tanto, las montañas de residuos blancos son solo la imagen especular de lo que hay bajo tierra, donde se oculta la riqueza principal de la comarca.

El descubrimiento de que en el subsuelo de Súria había potasa se produjo hace más de un siglo (1912) y el artífice fue el ingeniero barcelonés Emili Viader Solé (1872-1943) junto con el francés René Macary. Precisamente la sociedad que explotaba la zona se llamaba René Macary & Emilio Viader, estaba domiciliada en Francia y fue titular de las minas entre 1909 y 1920, cuando la explotación cambió de manos. Por lo tanto, ya años antes de aquel 1912, Viader era el responsable de las salinas de la zona, pero su gran logro fue descubrir que las sales que se extraían de un pozo (una mina a cielo abierto) eran de carácter potásico. Y no era un yacimiento cualquiera, sino el tercero del mundo en importancia, después de los de Francia y Alemania. La principal utilidad de las potasas es como base de los fertilizantes.

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En 1920, la concesión pasó a manos de la compañía Minas de Potasa de Súria, S.A., una filial de la multinacional belga Solvay y que tenía como presidente a José María de Hoyos y Vinent de la Torre O'Neill, marqués de Hoyos. De hecho, el peso de los belgas en el día a día de la compañía hizo que al principio la sede social de la compañía española estuviera en Bruselas. Esta titularidad duró más de seis décadas, ya que venció en 1982 y la explotación pasó entonces a manos públicas, primero al Instituto Nacional de Industria (INI) y después a su sucesor, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). La siguiente empresa en explotar las minas fue Suria K, que pertenecía al holding público Téneo, un vehículo que agrupaba las empresas del Estado que se consideraba que debían gestionarse con criterios de empresa privada y que se podían privatizar con cierta facilidad. Por cierto, la letra k del nombre de la sociedad no era ninguna inicial, sino que hacía referencia al símbolo químico del potasio, de manera que la manera correcta de pronunciarlo era Súria Potasses.

El descubrimiento de que en el subsuelo de Súria había potasa se produjo hace más de un siglo (1912) y el artífice fue el ingeniero barcelonés Emili Viader Solé

El siguiente paso se dio en 1998, cuando Suria K fue transformada en Iberpotash, S.A., una sociedad española en manos de Dead Sea Works, que a su vez era una filial de la compañía ICL Israel Chemicals Ltd. El nombre de Dead Sea Works no engaña, ya que sus orígenes se remontan a los años treinta, cuando bajo aún la administración británica se otorgó una concesión para la extracción de sales y minerales del Mar Muerto. Inicialmente, la compañía concesionaria se llamaba Palestine Potash, pero en los años cincuenta adoptó la denominación actual

Por cierto, a menudo se dice que las minas de potasa de Súria, con sus 600 metros de profundidad, son el punto artificial más bajo de Catalunya, pero existe cierta controversia. El caso es que quizás sea el punto más bajo transitable, porque los pozos de petróleo suelen llegar mucho más abajo; por poner un ejemplo, el pozo petrolífero que Ciepsa (una joint venture entre Cepsa y la americana Socony, de Rockefeller) perforó en Oliana (Alt Urgell) en 1947 alcanzó los 2.323 metros de profundidad, lo que le valió ser el más profundo del Estado durante mucho tiempo.

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Volviendo a la empresa que explota las minas, la cabecera de todo el esquema societario, ICL Group, tiene un abanico de negocios muy amplio que se extiende a la agricultura (fertilizantes), la energía (extracción y almacenamiento de petróleo y gas), la industria general (química, electrónica, electricidad, metal, plástico, caucho, etc.), la higiene personal (higiene dental, cosmética, bases intermedias para farmacia) y otros aspectos más concretos como retardantes de llama, césped natural, tratamiento de aguas, pinturas, textil y un largo etcétera. Con tantas actividades, parece razonable que la facturación anual se eleve por encima de los 7.000 millones de dólares. El presidente ejecutivo de la compañía es Raviv Zoller. La sociedad cotiza en bolsa (está valorada en más de 20.000 millones de dólares) y el máximo accionista, con un 44% del capital, es el holding Israel Corporation, controlado por la familia Ofer. El resto de participaciones relevantes son de fondos de inversión domiciliados en Israel. Esta demostración de capitalismo patriótico (Israel no es el único país que lo practica) es lo que a menudo falta en Catalunya, donde dinero e identidad suelen ir por separado, salvo escasas excepciones ampliamente conocidas.

A menudo se dice que las minas de potasa de Súria, con sus 600 metros de profundidad, son el punto artificial más bajo de Catalunya, pero existe cierta controversia

La familia Ofer son unos multimillonarios israelíes que deben la fortuna al patriarca, Sammy Ofer (1922-2011), nacido en una familia judía de Rumania. Cuando aún era un niño, sus padres emigraron al que entonces se conocía como Mandato Británico de Palestina, lo que luego sería, más o menos, el Estado de Israel. De joven, después de su paso por el ejército, trabajó como agente naviero, un trabajo que con el tiempo desembocaría en la compra de un primer barco. Eso fue el embrión de lo que se convertiría en una de las primeras navieras del mundo. En el momento de su muerte, el patrimonio de Sammy Ofer y su hermano superaba los 10.000 millones de dólares, con intereses en múltiples sectores de la economía.

Resulta difícil hablar de minería y no hacer mención de externalidades negativas, y es que este tipo de industria primaria suele estar vinculada a la generación de residuos contaminantes, los escombros que comentábamos al principio. Las minas de Súria (y todo el clúster formado también por Sallent y Balsareny, de explotación conjunta) no son una excepción y es por eso que las diferentes empresas que han explotado las minas acumulan un largo historial de infracciones y sanciones. Pero más allá de los problemas de orden ecológico, en los últimos años estas minas han sido protagonistas en la prensa por hechos más graves, como la muerte de mineros y geólogos en accidentes dentro de la explotación.