Museo de Cera, la reactivación de un espacio obsoleto en tiempo de pandemia
Los nuevos gestores del espacio esperan llegar a los dos millones de euros de facturación en 2021 con una oferta renovada
El nuevo Museo de Cera de Barcelona hace una apuesta por lo físico en plena pandemia, cuando todo se está adaptando al mundo digital. El mítico espacio junto a la Rambla ha empezado una nueva etapa con un cambio de manos y una renovación parcial: una inversión de seis millones de euros ha servido para dejar atrás un museo que los nuevos gestores consideran que se había quedado "obsoleto", pero también para mantener el concepto. "Nos gustaría llega a los dos millones de euros de facturación en 2021, que es lo que ingresaba el museo antes de llegar nosotros", indica el director de negocio, Ángel Díaz. Hacer despegar un espacio así en tiempo de pandemia no es fácil, pero los impulsores del proyecto confían en el público local para revitalizar el Museo de Cera.
La empresa que ha hecho renacer el museo es Advanced Leisure Services, que ha comprado todos los activos y ha alquilado los edificios. Estos, continúan a manos de la familia Alarcón, que fundó el Museo de Cera de Barcelona en 1973. "Las conversaciones entre ALS y los Alarcón empezaron en 2015, pero no fue hasta el año pasado que cerramos el acuerdo", recuerda Díaz. El diseño de los contenidos que llenan el nuevo espacio ha sido cosa de Toni Cruz, exmiembro de La Trinca y exdirector general de la productora Gestmusic.
Hacía más de 10 años que no se habían renovado las figuras de cera, pero ahora se han incorporado una quincena nuevas: Greta Thunberg, Rosalia y Copito de Nieve son algunas de las novedades. En total, 120 figuras y 28 escenarios diferentes. Cada figura de cera cuesta una media de 20.000 euros. "Hemos hecho un esfuerzo muy importante para la apertura", indica Díaz. Tanto esfuerzo como seis millones de euros. Pero el coronavirus hizo desaparecer los planes iniciales de los nuevos gestores y la apertura se pospuso hasta justo antes del puente de diciembre.
Catalanes a falta de extranjeros
"El primer fin de semana tuvimos muy buena respuesta y para las fiestas de Navidad hemos tenido muchas reservas por internet; prevemos entre 6.000 y 7.000 visitantes durante las fiestas", asegura Díaz. El público objetivo ahora mismo es el local, ante la ausencia de turistas provocada por las restricciones de movilidad establecidas por la covid-19. De hecho, tienen un plan de marketing muy detallado semana a semana, según Díaz, que hasta Semana Santa no prevé la llegada de los primeros visitantes de países cercanos, como Francia, Alemania y el Reino Unido. Pero hay dos cosas que los nuevos propietarios han dejado casi intactos: el Bosc de les Fades y el Passatge del Temps. Son una cafetería y una tienda de objetos curiosos, que los nuevos responsables del Museo de Cera consideran que continuarán siendo un gran reclamo tanto para visitantes catalanes como para los extranjeros.
"Queremos colaborar con las empresas de nuestro entorno: el Aquàrium, las golondrinas, el Maremagnum... Queremos ayudar a dinamizar la Rambla"
Uno de los objetivos de este nuevo proyecto es revitalizar una zona de Barcelona que ha quedado muy tocada por la situación de pandemia. Y es que la Rambla no tiene prácticamente turistas desde marzo, mientras que antes del coronavirus dominaban claramente esta zona del centro de Barcelona. Y con los visitantes del exterior, los restaurantes, que muchos han decidido mantener el cierre ante el poco público que iba a pesar de que se permitiera su actividad.
"Queremos colaborar con las empresas de nuestro entorno, con el Aquàrium, las golondrinas, el Maremagnum...Queremos ayudar a dinamizar la zona", afirma el director de negocio del nuevo Museo de Cera. Si todo esto funciona, el objetivo que Díaz indica con la boca pequeña es la facturación: "Antes de que llegáramos nosotros, el museo ingresaba unos dos millones de euros; este 2021, nos gustaría llegar a esta cifra a pesar de la pandemia". Y es que una parte del negocio que había prevista desde que ALS cerró el acuerdo con los antiguos gestores todavía no se podrá poner en marcha.
El coronavirus ha obligado el museo a adaptarse a las medidas de seguridad; han dividido los 40 trabajadores en dos grupos burbuja
"Queremos que pasen más cosas, que el museo no sólo sean las figuras", dice Díaz. La intención es que se hagan actividades, como las noches de terror en colaboración con Horrorland que antes ya se hacían. Pero también quieren ofrecer el alquiler de salas para acontecimientos o actividades diversas. Así pues, es una conjunción del museo de los Alarcón y el nuevo: el mismo concepto y entorno, pero con caras nuevas.
Las exigencias de la covid-19
El coronavirus no sólo ha obligado a abrir más tarde de lo que habían pensado, sino que también ha condicionado el funcionamiento de la exposición. Ángel Díaz explica que los aforos son limitados, como cualquiera otro sitio abierto al público. Además de respetar las medidas de higiene –como la obligatoriedad de llevar mascarilla, la presencia de geles hidroalcohólicos o las distancias de seguridad–, tienen una plantilla doblada. "Tenemos dos grupos de trabajadores, que vienen una semana cada uno, para hacer burbuja y que si hay algún contagio no afecte a toda la plantilla", indica Díaz. En total, son una cuarentena.
La distancia social también es obligatoria, pero el objetivo una vez se normalice la situación es que las figuras se puedan tocar. Si bien actualmente las redes sociales y la globalización hacen más cercanas a las personas famosas, "es la sensación de estar con la persona" lo que se quiere conseguir. Díaz lo explica: "Parece que el museo de cera sea un concepto del siglo XX, pero queremos que sea una experiencia física y no digital".