Oriol Amat, el profesor tranquilo
El perfil de Oriol Amat traza un retrato exhaustivo de quien tiene claro que sin salud no puede funcionar ninguna economía
Dice Oriol Amat, colaborador de este medio desde hace años, que cada seis o siete años, a veces nueve, la humanidad vive una gran crisis económica global que suele ser más bien producto de la codicia de la gente y de la carencia de control por parte de los poderes públicos que no de causas naturales, como por ejemplo un tsunami, un terremoto o, actualmente, un virus. "Pueden responder a dos causas principales", razona. La primera deriva de algún tipo de burbuja especulativa. En este caso, "la solución tarda más tiempo al llegar porque hay que hacer unas reformas estructurales que no siempre son fáciles de hacer".
Los países más ágiles a la hora de hacerlas son los que salen antes. Por ejemplo, Estados Unidos, que con un año y medio tuvieron suficiente para superar la crisis del 2008, mientras Europa tuvo que esperar hasta el año 2013 para que se pusieran en marcha las famosas políticas de Draghi dirigidas a fortalecer el euro.
Barcelonés de pura cepa
Oriol Amat nació en Barcelona en 1957, vivió entre Gràcia y l'Eixample, hizo el bachillerato repartido entre los escolapis de Balmes y los de Sarriá y acabó eligiendo ESADE y Económicas, como antes habían hecho su padre y su hermano mayor. Padre de cinco hijos, las dos chicas mayores también se han dedicado al mundo de la economía y la empresa. De joven había jugado a hockey en el Barça y había sido boy scout. En su casa no hay televisor. Por lo tanto, aprovecha las horas para leer biografías y obras de pensamiento, y para editar los videos de management y liderazgo que cuelga a menudo en su web profesional. Los fines de semana son para la familia y Sant Vicenç de Montalt.
Actualmente es decano de la Barcelona School Management de la Universitat Pompeu Fabra, vicedecano del Col·legi d'Economistes de Catalunya (su padre había sido decano), vicepresidente de la Associació Catalana de Comptabilitat i Direcció, autor de muchos libros de contabilidad y finanzas, co-fundador y consejero de numerosas empresas y otras muchas cosas. Pero sabe que en materia económica es mejor no hacer muchas predicciones, por si a caso pasara como ya les ha pasado a algunos científicos cuando decían que cuando llegara el verano el virus se iría de vacaciones para no pasar calor. "Me consuela comprobar que no somos sólo los economistas los que nos equivocamos a la hora de explicar las cosas que todavía no han pasado", sonríe bajo la nariz.
Admirador de líderes empresariales como Salvador Alemany o Núria Basi y de profesores ilustres como su hermano mayor, Joan Maria Amat, Enric Argullol, Andreu Mas-Colell, Joan Massons o Jaume Casals, Amat es una de las voces más escuchadas y autorizadas en el campo de la economía, y comparte sin reparos buena parte de su conocimiento en internet, donde podemos encontrar desde análisis complejos de la situación hasta evidencias que, de tan sencillas, parece que no había ni que decirlo. Pero el caso es que sí que hacía falta; entre otras cosas porque la gente se olvida con demasiada facilidad.
Sin salud no hay economía
Primera evidencia: la dicotomía entre economía y salud es falsa; sin salud no puede funcionar ninguna economía. Entre otros motivos, porque la salud es cara y sin salud no hay ni consumo ni producción. Por lo tanto, ahora se tienen que concentrar todos los esfuerzos en reforzar la salud de los ciudadanos y en mantener las empresas con fondos públicos hasta que no se haya encontrado la anhelada vacuna que nos tiene que hacer despertar definitivamente de esta pesadilla. Probablemente, el próximo mes de diciembre, si no fallan las predicciones.
Segunda evidencia: hay una carencia evidente de sintonía entre los dirigentes políticos y la población. A unos les falta disciplina y a los otros, credibilidad, cosa que en otros países como por ejemplo los norteños de Europa o los asiáticos, no les pasa. Según Amat, se trata de una cuestión cultural. La cultura, pero, se fundamenta en una serie de experiencias. Y parece claro que la experiencia democrática acumulada es un poco diferente entre unos países y los otros.
Amat tuvo una breve experiencia política cuando aceptó ser diputado de Junts pel Sí entre 2015 y 2017. Lo hizo un poco por sentido de servicio pero también porque se lo pidieron su padre y otros familiares. Lo recuerda como una etapa muy intensa, pero ya agotada de su vida, mucho más consagrada ahora en el mundo empresarial y universitario, que considera su hábitat natural. "En la política hay demasiado afán de polémica y poca voluntad y/o capacidad de pacto". Ahora lo que hace falta es afrontar la época de cambios que nos espera.
Pero ya estamos ante un cambio cultural provocado por la aparición del virus, verdad? El virus ha acelerado el cambio, pero el cambio ya estaba, argumenta Amat. Ahora han aparecido nuevas necesidades y nuevas herramientas de producción (teletrabajo, comercio electrónico….). "El futuro todavía se tiene que escribir, pero si analizamos crisis anteriores veremos que a las empresas a les que les ha ido bien y mejor son aquellas que han invertido en investigación y desarrollo y en creación de nuevos productos y servicios. Si una empresa quiere sobrevivir se tiene que mover hacia adelante, como mínimo, a la misma velocidad que lo haga su sector". En este aspecto, la receta es bastante sencilla: innovación, digitalización y cura de las personas.
Catalunya, en su conjunto, tiene posibilidades, dice el maestro. "No somos los mejores en la lucha contra la emergencia sanitaria ni en la lucha contra la crisis económica; hay quienes lo hacen mejor, pero también hay quienes lo hacen peor". Catalunya, continúa diciendo, tiene una mina de oro en su clima, su cultura, su paisaje. Esto hace que el turismo sea una de las principales fuentes de riqueza del país, cosa que Amat defiende como una gran fortaleza siempre que sea sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Pero también atrae inversiones y talento en viejos y nuevos sectores productivos, como por ejemplo el digital, en el que Barcelona ocupa lugares de liderazgo en Europa y el mundo.
La competitividad de los territorios
Los territorios tienen dos formas de competir globalmente, dice: "O potenciando un par o tres de sectores o impulsando dos o tres players de todos los sectores de su tejido económico". No hay ni que decir que en esta disyuntiva Amat apuesta decididamente por la segunda fórmula. Y pone ejemplos: En Grecia el peso del turismo es de un 40% del PIB, mientras en Catalunya es de un 12%, seguido del sector agroalimentario y del farmacéutico. "Una economía diversificada tiene muchas más posibilidades". Pero hay que tener cuidado. "Desde la crisis de 2008 hasta el año 2018, la inversión europea en investigación ha ido aumentando progresivamente, pero en casa nuestra ha ido disminuyendo de manera dramática". Y esto es una enfermedad muy grave para nuestra salud económica que no nos podemos permitir de ninguna de las maneras".
No todo son malas noticias. Actualmente, las universidades catalanas atraen entre un 30 y un 40% de los fondos europeos a la innovación destinados en España. Este es el camino si no queremos perder el tren de la historia como lo harán, desgraciadamente, muchos países del mundo. Y esto no será debido a la Covid 19 sino de la revolución 4.0 que ya hace años que funciona y que, tal como dice Deloitte en un estudio reciente, provocará la pérdida de un millón de puestos de trabajo y la aparición de otros tres millones de puestos de trabajo de características profesionales muy diferentes, básicamente enfocados a la salud, la cultura, la cura de las personas, la asistencia social o en general a todas aquellas actividades que un robot no podrá hacer nunca.
Hace falta no equivocarse, pero, y no hacer como aquel director general de Correos del Reino Unido que cuando supo que se había inventado el telégrafo, consideró más adecuado rentabilizar una inversión que acababa de hacer en palomas mensajeros.
En resumen, que nos hacen falta líderes ejemplares, sobre todo al frente de los poderes públicos, que son las que nos tienen que sacar de esta crisis, y que estos liderazgos tienen que estar orientados al bienestar de las personas y del conjunto de la población. "Son las administraciones públicas las que tienen que ayudar las empresas con liquidesa y subvenciones a fondo perdido; no hay crisis que dure toda la vida. Históricamente, las crisis suelen durar de 2 o 3 meses a 2 o 3 años como mucho".
Y un último consejo: "Huyamos de las personas negativas y del exceso de información. A raíz de la crisis de 1929, Einstein ya dijo que la creatividad nace del repelús".
Por lo tanto, parece que tenemos la creatividad asegurada.