Rolex, cuando el tiempo es un lujo
La marca suiza de relojes controla la totalidad de su cadena de producción en un país donde la mano de obra es de las más caras del mundo
Si se pregunta a la mayoría de personas cuál es la mejor marca de relojes de pulsera del mundo, la respuesta normalmente será Rolex, un símbolo de estatus. Rolex es una de las marcas de lujo más admiradas y usada por personajes, desde Winston Churchill hasta James Bond. El Rolex más caro vendido en una subasta superó los 17 millones de dólares, pero ¿por qué son tan caros? ¿Se trata de una marca con un potente marketing o son realmente valiosas las piezas que componen estos relojes icónicos? ¿Por qué son tan caros los relojes Rolex?
Los precios de un reloj Rolex mecánico empiezan en torno a los 3.700 euros, el del Oyster para mujer, y el James Bond Submariner rondan los 5.700 euros. El Daytona cuesta alrededor de 9.500 euros, subiendo de gama, un Daytona platino con diamantes azules cuesta más de 57.500 euros. Rolex comenzó cuando Hans Wilsdorf fundó una empresa de distribución de relojes en Londres. En aquella época los relojes de pulsera eran imprecisos. Pero el empresario alemán soñaba con fabricar un reloj que no solamente fuera preciso sino también elegante. Utilizó pequeñas piezas fabricadas por una firma relojera con sede en Bienne, Suiza.
¿Se trata de una marca con un potente marketing o son realmente valiosas las piezas que componen estos relojes icónicos?
La empresa se concentró en la calidad de la mercancía y su búsqueda de la precisión cronométrica finalmente condujo a un producto exitoso. En 1910, un reloj de pulsera Rolex fue el primero de su tipo en recibir el certificado suizo de precisión del centro oficial de clasificación de relojes de Bienne. En 1914, el Observatorio Q de la Gran Bretaña otorgó a Rolex el certificado de Clase A. En aquella época, dicha certificación solamente se concedía a los cronómetros marinos. A partir de ese momento, Rolex fue una marca asociada a productos de alta calidad.
En 1919, Rolex trasladó su sede a Ginebra y en 1926 ya habían lanzado el Oyster. Este fue el primer reloj de pulsera resistente al agua con caja sellada para proteger las piezas internas. Al año siguiente, una nadadora inglesa llamada Mercedes Gleitze cruzó el Canal de la Mancha llevando un Oyster. El reloj sobrevivió al viaje de 10 horas y permaneció en buen estado de funcionamiento al otro lado del canal. Este es un ejemplo de las excelentes estrategias iniciales de marketing y marca de la empresa.
Y la cosa siguió. En 1933, un equipo de exploradores sobrevoló el Everest ¿Y qué llevaban en la muñeca? Un Rolex. Sir Edmund Hillary escaló el Everest con un Rolex. En ese momento, la marca estaba bien establecida como el reloj de pulsera usado por personas de alto rendimiento. Este era el reloj para los ganadores, los rompedores de récords y los aventureros.
Las piezas de los relojes son caras de fabricar, las piezas son pequeñas y tienen una alta tasa de fallos durante el proceso de fabricación
Una curiosidad: cuando Wilsdorf murió en 1960, dejó en herencia la empresa a la Hans Wilsdorf Foundation, de modo que la marca de lujo es, de facto, una organización sin ánimo de lucro. Rolex sigue liderando el mercado de relojes de pulsera en la actualidad. Cada reloj que sale de la fábrica de Bienne se prueba con altos estándares. También son probados por el Instituto Suizo de Pruebas de Cronómetros, independiente, donde cada reloj obtiene el título de cronómetro superlativo.
Las piezas de los relojes son caras de fabricar, las piezas son pequeñas y tienen una alta tasa de fallos durante el proceso de fabricación. Estas piezas deben montarse a mano y los suizos tienen uno de los costes laborales más altos del mundo. Además, los materiales son caros de adquirir. Rolex utiliza acero 904L en lugar del acero 316 L estándar del mercado de lujo, y esto aumenta el coste de fabricación. Rolex tuvo que reemplazar la mayoría de sus máquinas y herramientas de producción cuando pasó al acero 904l. La casa fabrica entre 800.000 y un millón de relojes cada año, y lo hace todo ella misma, incluida la fundición de oro y acero al más puro estilo fordiano, controlando todos los pasos de la fabricación y sin subcontratar ningún paso.
La prueba de que los relojes Rolex son valiosos es que su precio de reventa es similar a su precio minorista año tras año y década tras década. De hecho, un Rolex Daytona de acero inoxidable que perteneció al actor Paul Newman ostenta el título de ser el reloj más caro jamás vendido en una subasta. La casa de subastas Philips de Nueva York vendió el reloj por 17,8 millones de dólares, superando el récord anterior de 5 millones de dólares de, precisamente, otro Rolex.