Opinión

Aeropuerting Josep Tarradelling

Cualquier viaje que hago en avión tiene siempre dos momentos desagradables: el obligatorio paso, uno a la salida y la otro a la llegada, por el aeropuerto de Barcelona. Ver materializada el españolización más aberrante en una infraestructura tan y tan importante para el país, me provoca una sensación de desconfort muy acentuada. Por si alguien duda de su lamentable gestión solo tiene que coger la punta del iceberg que se contempla en la simulación del control de seguridad que se ha instalado. Allí podemos encontrar un sistema todo barnizado por la informalitat chabacana típica de terraza de bar. Individuos que repiten como loros "¡el cinturón, caballero!" y que cuando los coge el pronto políglota se ponen a berrear: "Oldemetalsindemachin!". Mientras, los empleados que, al parecer, miran de reojo las pantallas para detectar supuestas armas, estallan animadas tertulias de estética choni entre ellos. En resumen, todo de gente quemada, con sueldo de inmigrante, gestionada por funcionarios de AENA y por guardias civiles. A la llegada la bienvenida nos la da un servicio de entrega de equipajes digno de una película de Berlanga .

Mientras se discutía el capado Estatut de Autonomía del 2006 me conjuré -junto con el presidente de una importante empresa catalana de infraestructuras- para conseguir que los aeropuertos catalanes fueran traspasados a la Generalitat. Nos reunimos con los líderes políticos de todos los partidos catalanes. Pedimos informes legales, etc. Todo fue inútil. Yo me había prometido a mí mismo que si este traspaso no tenía lugar en aquel momento del "aprobaré el Estatut que salga de Catalunya" no creería nunca más en los políticos catalanes. Y aquí estoy: incrédulo total. Siempre he pensado que si no podemos lograr aquello que en Francia gestionan las cámaras de comercio, tenemos un futuro bastante negro. Ignoro si el tema está incluido a la famosa Mesa de Diálogo, pero importa poco. Como la mencionada tabla no tiene futuro, el traspaso todavía tiene menos.

Nuestros productores tienen que buscarse hubs al norte de Europa -concretamente Schiphol, Frankfurt o París - para poder colocar los productos en Oriente

La historia posterior ya la conocen. Se blindó el no-traspaso privatizando una parte importante de AENA y quedando la mayoría en manos del gobierno español. Y para restregarnos el fracaso catalán han nombrado como presidente al señor Lucena. Todo el mundo conoce que los méritos le vienen de su espectacular carrera internacional como gestor de empresas de infraestructuras y no por el hecho que tenga carné del PSOE. Para ayudarlo en la tarea en Lucena cuenta al consejo de administración con la inestimable ayuda del Josep Antoni Duran i Lleida. Curiosamente, uno de los individuos que tenían que conseguir el traspaso de los aeropuertos en el nuevo Estatut que pactó, aprovechando nocturnidad y alevosía, con el antiguo primer ministro Zapatero. Ya ven que si bien Roma no paga a los traidores sí que, al menos, les da pienso.

Para acabar de redondear la historia de éxito y el posicionamiento internacional del aeropuerto barcelonés se ha conseguido convertirlo en la central operativa -no gerencial- de la empresa de más low cost hortera e incompetente que conozco: Vueling. Su nombre ya demuestra el nivel del montaje -cosa que no tendría que extrañar, siendo Vueling una empresa que parieron los Lara. Nuestro periodismo se ha especializado en criticar a Ryanair. Se nota que viajan poco. O que reciben determinadas consignas. Pero les puedo asegurar que el nivel de gestión de Vueling -retrasos, falta de información, intención de engaño en la web a la hora de contratar equipaje, etc.- no tiene parangón en ninguna parte de Europa.

En definitiva, todo ello ha desembocado en lo que tenemos ahora: un aeropuerto de cha cla orientado a atraer el turismo de tapas y terraza de bar. Mientras -y se lo puedo asegurar por conocerlo en detalle- las bodegqs de los aviones viajan vacías de mercancías. Y nuestros productores tienen que buscarse hubs norteños de Europa -concretamente Schiphol, Frankfurt o París -  poder colocar los productos en Oriente.

Una vez más no se nos informa de la inutilidad que tenemos a Barcelona en forma de aeropuerto. La combinación de infraestructura material y humana lo hacen inservible para la competitividad logística internacional. Y nos distraen con terceras pistas y otras tonterías sin sentido. Se hace difícil encontrar ningún otro aeropuerto europeo con tantos enemigos del país. Ah, me olvidaba de la ministra de Infraestructuras. Para hacer méritos no hay nada como ser del partido que manda Madrid, velar por los intereses de la capital española y haberse formado como alcaldesa de Gavà. Una alcaldesa que apoyó una tercera pista que únicamente ha sido necesaria porque la actual configuración molesta unos vecinos que compraron unos pisos donde el ayuntamiento de Gavà no hubiera tenido que dejar edificar nunca. Claro que la financiación irregular de partidos es tema de otro artículo.