El Barça, reflejo de las élites empresariales
Cuando en mayo de 1978 Josep Lluís Núñez se imponía contra todo pronóstico en las elecciones a la presidencia del FC Barcelona, un amigo mío nos hizo notar enseguida que era un signo de los cambios en el interior de las clases dirigentes barcelonesas y catalanas. Habíamos pasado de un empresario algodonero -Agustí Montal, el primer presidente después de la guerra que no estaba directamente vinculado al franquismo- a un empresario de la construcción, aquel que se especializaba en los chaflanes del Eixample.
Núñez presidió el club durante 22 años, que también coincidieron en la gran expansión y transformación del parque urbano de viviendas de Barcelona. Fue sustituido por un hotelero, Joan Gaspart, antes de que el éxito turístico de la Barcelona postolímpica atrajera los grandes capitales foráneos a hacer negocio en la ciudad y diluyeran su poder omnímodo en el sector. Lo sucedió, durante un breve periodo, Enric Reyna, constructor, que también entró en el mundo hotelero.
Entonces se abrió una nueva etapa, con la primera presidencia de Joan Laporta, abogado. Era el primer presidente que no era propiamente un empresario, sino un profesional, eso sí, muy vinculado con el mundo de los negocios y con despacho propio. Laporta, entonces, venció a Lluís Bassat, profesional de la publicidad que había creado una reconocida agencia de publicidad, Bassat Ogilvi, pero que se alejaba también del perfil tradicional de los empresarios. Laporta ejerció una presidencia de marcado carácter catalanista que contrastaba con el largo periodo Núñez-Gaspart, este último declarado votante del PP. Nacido en 1962, Laporta representaba también un cambio generacional respecto a los anteriores mandatarios.
Los dos presidentes siguientes mantuvieron el perfil de las élites que había inaugurado Laporta. Sandro Rosell, hijo de un ingeniero que creó una empresa de éxito -EMTE-, no quiso dedicarse. Rosell ha ejercido como directivo en varias empresas de proyección internacional hasta entrar en un negocio emergente, el de la equipación y los eventos deportivos. A pesar de su tibieza catalanista, fue investigado por blanqueo de dinero y encarcelado preventivamente durante dos años -hasta que demostró su inocencia- porque lo incluyeron en la lista negra de independentistas a investigar.
Finalmente, Josep Maria Bartomeu, antes del retorno de Joan Laporta, también pertenece al gremio de profesionales liberales -ingeniero- que ha creado dos empresas de servicios propias.
"Los cambios de orientación política y de actitudes generales también reflejan parcialmente la evolución de la sociedad catalana, siempre más reticentes a las novedades en el caso de las élites"
Podemos hacer un análisis parecido si repasamos las presidencias de las grandes entidades empresariales de Catalunya, como Foment del Treball, el o la Cambra de Comerç. La evolución del perfil de las presidencias de las principales entidades económicas o simbólicas del país refleja cómo han ido cambiando las élites catalanas. El cambio de sectores productivos de origen refleja la transformación de la economía catalana de la industria tradicional al sector servicios. La práctica desaparición de los grandes empresarios familiares viene sustituida por gestores no propietarios o por profesionales de los servicios. Los cambios de orientación política y de actitudes generales también reflejan parcialmente la evolución de la sociedad catalana, siempre más reticentes a las novedades en el caso de las élites.
Finalmente, nos equivocaríamos si pensáramos que estos son los perfiles de quienes mandan en Catalunya. O no solo estos. En nuestra economía cada vez son más relevantes las posiciones de las empresas y del capital extranjero. Sus directivos, a menudo también foráneos y con elevadas rotaciones, tienen una escasa propensión a vincularse a las organizaciones colectivas. El caso del CEO de Seat, Wayne Griffths, como presidente de la patronal española del sector, ha acabado como el rosario de la aurora, harto de que no le hicieran caso al gobierno de Madrid con la electrificación automovilística y ha sido, en cualquier caso, una excepción. Evidentemente, hay muchas empresas y liderazgos que quieren emerger. Pero las élites siempre son reticentes a los recién llegados y en la Cambra de Comerç hemos tenido el último ejemplo.