OPINIÓN
Buenas noticias: España deberá seguir reformando
Ya he comentado otras veces que el período de gobierno del primer ministro Sánchez ha sido tocado por la suerte. Es verdad que, antes no llegó a líder del PSOE, se lo trabajó duro. Está, políticamente, musculado –esto le distingue de los otros líderes de “piscifactoría”. Pero es que encima los vientos le han soplado a favor. Y, paradójicamente, la gran suerte de Sánchez ha venido motivada por lo que ha sido la desgracia de tantos otros: la covid.
Al ser la pandemia un asunto mundial, el gobierno español no ha tenido que luchar solo. Ni siquiera luchar. Los compañeros de viaje -los países de la Unión Europea (UE)- le han arrastrado. Sólo ha sido necesario subir al carro y dejarse llevar. Los golpes de suerte por España a raíz de la pandemia han sido de dos tipos: relajamiento de los criterios presupuestarios y activación de los fondos Next Generation. Vamos poco a poco.
Desde el año 2020 los países de la Unión no deben cumplir con los criterios presupuestarios que fija el Tratado de Maastricht que entraron en vigor en 1997. Hablo del famoso límite del 3% de déficit presupuestario y del 60% del PIB como límite de la deuda. Estos criterios se abolieron temporalmente, como he dicho, en 2020. El hecho ha permitido al gobierno español practicar el populismo presupuestario y estirar más el brazo que la manga -lo que siempre viene bien al que gobierna. Por eso, aparentemente, parece como si España fuera tirando correctamente desde el punto de bonanza económica. Ésta es la parte de la falacia: se gasta más de lo que toca y se hace a cuenta de las generaciones que vendrán. Podríamos decir que los partidos que conforman el gobierno español han podido llevar a cabo sus manías: gastar para mantener las bases electorales contentas. Hasta aquí la parte que podríamos llamar como “espejo”.
Los golpes de suerte por España a raíz de la pandemia han sido de dos tipos: relajamiento de los criterios presupuestarios y activación de los fondos Next Generation
Pero existe otra parte real: los fondos Next Generation. Estos no son ningún espejismo. Es dinero (¡69.500 millones de euros!) que habrán sido inyectados a la economía española a lo largo del período 2021-23. Aproximadamente un 2% del PIB al año. ¿Cómo puede ir mal una economía si se le inyectan esa cantidad de recursos tan bestia? En resumen, el período 2020-2023 habrá sido una época dorada de las izquierdas españolas que difícilmente volverá. Ya es necesario que den gracias al cielo. Parafraseando a Churchill, los gobiernos Sánchez han podido llevar a cabo su sueño de asimilarse a Cristóbal Colón: Salir sin saber hacia dónde vas, llegar sin saber dónde estás, y todo el viaje pagado por otro.
Para ser honestos, existe una parte de la frase de Churchill que no es apropiada del todo en nuestro caso. Hablo del no saber hacia dónde se va. En nuestro caso, la financiación de los fondos Next Generation están condicionados a saber hacia dónde debemos ir. Debemos avanzar hacia dónde indica la UE. Así que las reformas llevadas a cabo por el gobierno español han sido múltiples. Algunas son técnicamente poco relevantes, pero han ayudado a sacar trabas burocráticas que pesaban sobre su funcionamiento cotidiano. Otras han sido sonadas y puede hacerse más publicidad: la reforma de las pensiones. Lo bueno de los fondos Next Generation es que se basan en un principio que ha obsesionado a los “frugal” (Austria, Dinamarca, Finlandia y Suecia) para aceptar implantarlos: no hay dinero sin reformas. Conocen la historia y saben que el arte del “rejoneo” se inventó en España -lo que los catalanes todavía no hemos descubierto, al parecer.
La financiación de los fondos Next Generation están condicionados a saber hacia dónde debemos ir. Debemos avanzar hacia dónde indica la UE. Así que las reformas llevadas a cabo por el gobierno español han sido múltiples
Ahora todo apunta a que la UE volverá a implantar el cumplimiento de los principios presupuestarios de Maastricht (recuerden, los topes del 3% de déficit y del 60% de endeudamiento). Empezarán, al parecer, en 2025, dejando en 2024 para discutir los detalles de implantación. Muchos países no van a cumplir con estos principios presupuestarios. España seguro que no. En el pasado se amenazaba con multas a los países que no los cumplían. Pero las multas no dolían. Ahora la Comisión (hábilmente dirigida por la señora von der Leyen) ha tenido una idea. No habrá multas. Se tolerará que cada miembro realice un plan de aproximación a los objetivos. Un plan de entre tres y cuatro años. Y, a cambio de no poner multas, se pedirá un plan de reformas a la medida de cada caso. ¡No me dirán que no son buenas noticias!
Ya saben mi teoría sobre el futuro de España y de Catalunya: todo lo que no dependa de Europa será mediocre e iremos tirando. Necesitamos reformas que nos aproximen a los países cuerdos. Y estas reformas nosotros nunca las realizaremos por iniciativa propia. Nos tendrán que obligar. Y como difícilmente vamos a cumplir los criterios de Maastricht estaremos sometidos a reformas durante años. ¿Quieren algo mejor?