Como minimizar el impacto ambiental del Hard Rock Entertainment World
Finalmente, esta vez parece que va de verdad y el Hard Rock Entertainment World, el complejo turístico largamente anunciado, primero al delta del Llobregat y ahora en Vila-seca-Salou, está a punto de ponerse en marcha. El largo proceso de gestación del proyecto ha reducido las aristas: una implantación bastante más reducida, menos focalizada en el juego y con edificios menos elevados y con menor impacto visual.
Aun así, junto a la satisfacción generalizada en el territorio, restan algunos grupos todavía bastantes críticos con el proyecto y con el modelo de crecimiento y de ocupación del suelo que comporta. No entraremos ahora a discutir las bondades y las servidumbres de la especialización turística del país y, especialmente, de estas comarcas del sur. Entre otras cosas porque la decisión ya está tomada y parece irreversible. Aun así, donde sí que hay un notable margen de mejora, y en todas las informaciones sobre el proyecto no se ha dicho nada, es en su impacto ambiental, una de las críticas que restan más consistentes.
"El largo proceso de gestación del Hard Rock Entertainment World ha reducido las aristas: una implantación bastante más reducida, menos focalizada en el juego y con edificios menos elevados y con menor impacto visual"
Hay mucho margen para generar una implantación turística que minimice el impacto ambiental y que así acontezca un referente internacional de como es debido hacer las cosas muy hechas. En cuanto a los edificios previstos, mucho más importante de si tendrán una guitarra en lo alto como símbolo de la compañía promotora, es que logren la certificación Leed (siglas que corresponden a Leadership in Energy and Environmental Design, con la máxima categoría posible, Oro o Platino. Se trata de la certificación internacional más conocida que evalúa el impacto ambiental de un edificio en términos de materiales empleados, minimización de las necesidades energéticas y autoproducció de electricidad, uso eficiente del agua y confort y calidad ambiental para los trabajadores y los visitantes.
Aun así, en un complejo turístico, por definición, los espacios exteriores tienen gran importancia. A carencia de certificaciones similares a las de los edificios, habría que aplicar también los mismos principios al conjunto de las instalaciones. Especialmente relevante es el uso del agua, especialmente escasa a la zona. Haría falta, pues, minimizar los requerimientos de agua –por ejemplo en el tratamiento de la jardinería con plantas autóctonas y sistemas de riego eficientes- y a la vez avanzar hacia el ciclo cerrado, es decir, que toda el agua residual se depure de forma que pueda ser reutilizada plenamente, incluso como agua potable. En este sentido, la construcción de una depuradora específica para el recinto –que podría dar servicios también a los vecinos Port Aventura y Ferrari Land- que incorpore las más modernas técnicas de depuración biológica tendría que ser una prioridad.
"En cuanto a los edificios previstos, mucho más importante de si tendrán una guitarra en lo alto, es que logren la certificación Leed"
En cuanto a la energía, la autogeneració de energía fotovoltaica en edificios viene condicionada por su superficie de techo y por los elevados costes todavía de generar en fachadas y cubiertas encristaladas. Aun así, dado que se trata de un complejo de grandes dimensiones, haría falta que la compañía dedicara un espacio suficiente de esta superficie a huerto solar, de forma que se garantizara la autoabastiment eléctrico.
En la siempre escurridiza cuestión de los materiales, haría falta también aplicar los principios generales de la construcción de edificios: materiales renovables y/o reciclados y materiales de proximidad, que no incorporen grandes costes –ambientales, y también económicos- de transporte. Todo ello de forma que su uso no genere emisiones ni desprenda emulsiones que puedan ser nocivas para la salud.
Otro tema es lo del transporte. El interno, de desplazamiento de los visitantes dentro del parque, de mantenimiento, de distribución y de seguridad tendría que ser exclusivamente eléctrico. Más importando todavía es el transporte que utilizan los visitantes para acceder al recinto. Hace falta que la compañía, a través de políticas tarifarias potencie el acceso en ferrocarril, como de manera incipiente se hace en Port Aventura, y el acceso en buzo desde los principales focos de emisión urbanos o de transporte exterior, como los aeropuertos. Para los quienes inevitablemente vendrán con vehículo privado, hace falta que la empresa estimule el uso de vehículos eléctricos o híbridos con políticas tarifarias –aparcamiento gratuito-, facilidades para la recàrrega eléctrica y otros estímulos similares. Las marquesinas de los aparcamientos, como ya hacen tantas empresas, tendrían que formar parte de las unidades de producción de energía fotovoltaica.
Para no extendernos más, podemos apuntar sólo el uso preferente de alimentos de temporada y de proximidad o la minimización del impacto lumínico, sonoro y paisajístico.
"Las marquesinas de los aparcamientos, como ya hacen tantas empresas, tendrían que formar parte de las unidades de producción de energía fotovoltaica"
Hace falta que desde el Gobierno de Cataluña se use toda la capacidad de persuasión –en el sentido amplio del término- porque los promotores del nuevo complejo turístico asuman el carácter ambientalmente líder de las instalaciones y de su funcionamiento. Esto contribuirá sin duda a mejorar su posición en los mercados emisores internacionales, a compensar rápidamente los pequeños aumentos de la inversión requerida respecto a una implantación convencional con unos menores costes de funcionamiento y a ofrecer unos servicios y unas prestaciones de calidad que sin duda los usuarios y todos los habitantes de la zona agradecerán.