Opinión

La nueva ventaja no es la competitiva, es la adaptativa

Hay pocos conceptos más conocidos y utilizados en el mundo de la gestión de empresas como el de la ventaja competitiva que puso de moda el gran académico Michael Porter en 1985. Según su definición, ventaja competitiva es cualquier característica basada en unos atributos –o marca- que nos ofrece esta superioridad porque nos aísla de los competidores inmediatos. Esta ventaja tiene que ser única en su sector, apreciada por el cliente final y capaz de mantenerse en el tiempo. Este se consigue siguiendo tres estrategias que pueden ser únicas o combinadas: estrategia de costes, de diferenciación o de enfoque. ¿Cuántos de ustedes son capaces de responder con exactitud a la recurrente pregunta de cuál es tu ventaja competitiva?

Si bien ya hace años que es difícil hacerlo, imagínense hoy en plena pandemia del COVID-19, en un momento en el cual los sectores se difuminan, los costes se antojan incontrolables con cadenas de suministro rotas y cada vez es más difícil definir quién es nuestro verdadero cliente.

Ante tal caos, quizás habrá que asumir que no sabemos lo que tendríamos que saber y que aquello que damos por bueno, mañana o quizás en unos minutos podría dejar de serlo. Ha llegado el momento de abrazar a la incertidumbre, de asumir -como dicen en inglés- que "planning is guessing" y que nuestra mejor ventaja competitiva puede ser la adaptabilidad, aquello que nos permite aprender y reflexionar sobre lo que está sucediendo, con el fin de adaptarnos e incorporar este aprendizaje de manera constante a nuestra actividad.

"Quizás habrá que asumir que no sabemos lo que tendríamos que saber y que aquello que damos por bueno, mañana o quizás en unos minutos podría dejar de serlo"

En este lado del hemisferio, probablemente el mes de agosto ha sido un momento para descansar, después de meses de confinamiento y máxima exigencia telemática; pero, ¿hemos aprovechado para reflexionar? o, dicho de otro modo, ¿hemos pensado sobre qué ha funcionado y qué no de nuestra acelerada toma de decisiones?

No hace mucho, un estudio de Harvard constató que la reflexión aumenta de manera destacada los resultados. El trabajo venía a concluir que quien dedica tiempo a pensar solo mejora sus resultados, concretamente quién reflexiona 15 minutos al día incrementa sus resultados en un 23% respecto a los que simplemente continúan trabajando. Y me pregunto, ¿lo hacemos?

La ventaja competitiva es estática y habla de superioridad estable en el tiempo. La adaptativa es flexible y, muy probablemente, transitoria y con fecha de caducidad constante. Las personas y compañías con ventaja adaptativa no sólo son más ágiles, más innovadoras, sino que se equivocan más y aprenden más al reflexionar de manera constante sobre lo que va sucediendo, para añadirlo a su nuevo "yo" que es una cosa variable. Quizás ha llegado el momento de dejar de pensar y definir nuestra ventaja competitiva en función de nuestra posición por precio, calidad e influencia sobre los diferentes stakeholders y hacerlo por su constante capacidad adaptativa y de aprendizaje.

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