Digitalizarse para hacer la transformación digital
La pasada semana tuve la suerte de poder seguir la nueva edición del Women 360º Congress. Una iniciativa nacida el 2014 que conocí, justamente cuando se estaba gestado, de la mano de María Freiría, una persona lúcida y buena conocedora de la capacidad de las tecnologías. La nueva edición, y concretamente el debate sobre digitalización, me trajo a reflexionar sobre la confusión que existe entre los diversos conceptos que configuran la sociedad 4.0 en general y, muy especialmente, la requerida transformación digital de las empresas para poder extraer con eficiencia capacitado productiva a la tecnología. Transformación que obliga a implementar procesos productivos que se desarrollan en un entorno mucho más complejo encuadrado en un triple condicionante: adaptación a los cambios del mercado, maximizar la productividad y valorar los adelantos técnicos y científicos con rapidez.
En anterior contexto, y del análisis asociado al mismo, el primer aspecto imprescindible a asumir, por toda organización que quiere abordar con plenitud los potencialidades transformadoras de la tecnología, es que los nuevos paradigmas productivos, impulsados por la computación y las telecomunicaciones, obligan no sólo a invertir con tecnología hace falta que efectúen grandes cambios, no sólo aquellos vinculados directamente a las tecnologías en sí mismas, sino también los aspectos de repercusión global cómo son los relativos a su poder transformador. En la sociedad se ha generalizado, de forma creciente, la percepción que la digitalización de la información y las comunicaciones se han convertido en elemento imprescindible para los profesionales y las empresas al igual que los smart products acontecen el instrumento de esta transformación social. Aspectos que se suman al convencimiento colectivo de la necesidad de potenciar las energías limpias, la economía colaborativa, la movilidad no contaminando superando la obsolescencia acelerada.
"En las organizaciones que han hecho la transformación digital el papel es casi una anécdota"
Las organizaciones conocen que las TIC, la inteligencia artificial y la digitalización están cambiando la naturaleza del trabajo y los obliga que los procesos de producción estén interconectados íntegramente, tanto los internos como los externos, y todos ellos sincronizados en tiempo real para poder lograr la coordinación colaborativa entre todas las unidades productivas. Es precisamente en este hecho donde reside la transformación digital que obliga a previamente a toda organización a digitalizarse primero y asumir la transformación digital después. Consiguientemente, la transformación digital no es un simple cambio tecnológico, es un cambio de filosofía, de forma de trabajar de interactuar y de tomar decisiones, también de la concepción de los espacios de trabajo, en definitiva, de la estructura productiva en sí misma.
Sin duda completar la transformación digital y maximizar el binomio productividad–calidad, es el reto por toda organización. Ahora bien, desgraciadamente, hay muchas organizaciones que si bien se han digitalizado no han hecho todavía la requerida transformación digital, este es un hecho que fácil de constatar. En estas organizaciones la mayoría de lugares de trabajos siguen con mesas de 1,80 m de largo llenas de documentos y con una pantalla de ordenador de 16 polsades en medio de esta, en aquellas empresas que han hecho la transformación digital la mesa se ha reducido, la pantalla se ha hecho más grande (o hay dos) y los papeles han desaparecido. La razón es sencilla: en las organizaciones que han hecho la transformación digital el papel es casi una anécdota, todos los sistemas están interconectados y toda la información está disponible en todo lugar y en todo momento.