Exportaciones: ¿Dios se paró en Sebastopol?
Las últimas informaciones económicas aparecidas nos hablan del aumento de las exportaciones de Catalunya. Parece que somos el motor de las exportaciones españolas. Pero, como es habitual, hay que leer las cifras haciendo un poco de análisis. Si lo hacemos, nos daremos cuenta que somos continuistas de una tradición: la de vender en un mercado protegido. El históricamente tradicional mercado interior que los últimos años se ha ensanchado. Aquello que era nuestro mercado protegido -España- se ha notablemente ensanchado. Ahora es la Unión Europea (UE).
La segunda mitad del siglo XIX vio una batalla formidable entre librecambistas y proteccionistas. Todos los estados acontecieron proteccionistas de una forma o de otra. Grabando las importaciones con aranceles, o haciendo operaciones de marketing como por ejemplo forzar los otros a indicar el origen del producto para desprestigiarlos -de aquí proviene el famoso "made in England"-. El proteccionismo tenía por objetivo favorecer el crecimiento de la industria nacional de cada estado mediante la protección a la competición externa. España, siempre haciendo las cosas del revés, pretendió hacer justo la operación inversa: los que gobernaban en Madrid eran librecambistas y los catalanes eran proteccionistas. Las razones eran obvias: España, en general, no tenía una industria para proteger; los catalanes sí.
Esta ventaja competitiva podía haber sido un bien de Dios, pero lo fue a medias. Acontecer la fábrica de España fue, en cierto modo, un lastre. Nuestra economía se acostumbró a vender de manera fácil. España era un desierto mercantil, proveído únicamente por Catalunya. Nuestro país no se sintió bastante espoleado como para coger las maletas, el muestrario, y viajar más allá de las fronteras. Solo las guerras exteriores significaron exportaciones a escala masiva -cosa que ya hacían otros países-. La Guerra de Crimea* primero (1853-56) –"Dios nos dé agua y sol, y guerra en Sebastopol"- y la Primera Guerra Mundial (1914-1917), después, significaron unas exportaciones fabulosas, sin esfuerzo.
Nuestro país no se sintió bastante espoleado como para coger las maletas, el muestrario, y viajar más allá de las fronteras
La realidad es que Catalunya exporta, pero no tanto como nos parece. Cuando se cuentan las exportaciones contabilizamos las que se hacen fuera de España. Y de estas resulta que el 60% está en países de la UE, lo que podríamos denominar como "mercado interior" (datos de Idescat). De hecho, este es el nombre de la UE desde la perspectiva del comercio: mercado interior. No se tendrían que contar muy bien como exportaciones. O sea que, si hablamos de aquello que conocemos como "exportaciones" de verdad (fuera de la UE) estamos en el 40%. De todo lo que vendemos fuera, el 40% va más allá de la UE. Mientras que Francia a la UE el 46% e Italia el 47% (datos Banco Mundial). Para hacerme entender: ¿podemos considerar exportación un motor fabricado en la Seat de Martorell y vendido y enviado -o sea facturado y contabilizado como exportación- a Volkswagen de Alemania? Es un simple cambio de fábrica. Dependiendo de donde queramos poner nuestro listón de autoexigencia quedaremos más o menos satisfechos con nosotros mismos.
Pero todavía hay más. Si hablamos de exportaciones de Catalunya, es decir, si contemplamos el país como una realidad independiente, tendríamos que contar las ventas a España como "exportaciones" a la UE también. Es entonces cuando aquello que podríamos considerar "verdaderas exportaciones" fuera de la UE colapsan, situándose en casi el 25% (datos de elaboración propia a partir de Idescat). Dicho de otra manera, si Catalunya fuera un país independiente solo una cuarta parte de las ventas al extranjero irían fuera de la UE, mientras la mayoría de los países próximos lo hacen en casi un 50%.
Esta realidad se ve confirmada por el empirismo. Siempre que viajo procuro visitar los mercados de productos frescos y los supermercados. Y siempre busco el rincón donde pueden haber productos catalanes (óleo, arroces, conservas, etc.). La frustración acostumbra a confirmar las cifras que los comento, especialmente fuera de la UE. Estantes llenos de aceites franceses, italianos, griegos... Por el contrario, de catalanas hay una o dos marcas, muy conocidas. Igualmente sucede con los vinos. Y no hay que decir que, en cuanto a precios, siempre estamos en la franja baja.
La exportación internacional fuera del mercado interior -antes España, ahora la UE- continúa siendo una asignatura pendiente
No tendrían que deslumbrarnos las cifras absolutas -cifras de ventas al extranjero- y tendríamos que hacer análisis más cuidadosos. Y la prensa especializada también tendría que hacer un esfuerzo. Abocar datos falsamente triunfalistas no ayudan. La exportación internacional fuera del mercado interior -antes España, ahora la UE- continúa siendo una asignatura pendiente. Muy pendiente. Cuando no llueve no lleva en ninguna parte organizar procesiones de plegaria. Como tampoco sirvió de demasiado pedirle a Dios que mantuviera la guerra en Sebastopol!
*Conflicto en el que participó presencialmente el general Prim.