Periodista y socio-director de Sibilare

Lo que la falsa Joana Masdeu te dirá del verdadero Elon Musk

31 de Octubre de 2022
Marc Argemí  | VIA Empresa

Elon Musk compra Twitter en los mismos días que un trol casero de nombre (ficticio) Joana Masdeu consigue una efímera fama en Catalunya defendiendo a un diputado, Francesc de Dalmases, al que se le acusa de haber tenido actitudes intimidatorias contra una periodista en una sala cercana a un plató de TV3.

 

Son dos culebrones que se entrecruzan. Aunque la distancia entre el hombre más rico del mundo y el troleo más torpe de la semana es inmensa, la mentira del segundo desnuda una verdad del primero.

Vayamos por partes. La compra de Twitter es una operación que ha costado mucho y que ha terminado después negociaciones duras y denuncias cruzadas entre Elon Musk y los directivos que -hasta hace pocos días- dirigían la plataforma.

 

Musk: "El pájaro ha sido liberado"

Uno de los puntos que estaban sobre la mesa era si la red social era o no suficientemente combativa con los usuarios falsos. Musk -se ha publicado en estos días- pasa por autoproclamarse absolutista de la libertad de expresión, y se ha mostrado partidario de eliminar todas las cuentas que no tienen personas detrás, es decir, usuarios que falsean la conversación, pero al mismo tiempo quiere garantizar que todo el mundo pueda expresarse. Eufemísticamente, que puedan volver a tuitear usuarios que han sido "moderados" o directamente suspendidos por la plataforma. "El pájaro ha sido liberado", dijo Musk en su primer tweet como nuevo propietario. Y una de las primeras decisiones que Musk ha comunicado es que Twitter "formará un consejo de moderación de contenidos con puntos de vista muy diversos".

Más libertad, pues, con una renovada moderación y una guerra contra los participantes falsos. Es decir, que aquí todo el mundo diga lo que quiera, pero que dé la cara. Más Trumps y menos Masdeus. Y por el camino, más Musk, que no olvidemos que es hombre de negocios y está tratando de pescar en las aguas turbulentas de las plataformas digitales, donde Meta está sufriendo lo suyo a propósito del metaverso, TikTok se lleva los minutos de entretenimiento de mil millones de usuarios mientras Netflix se repiensa de nuevo.

Donde Meta está sufriendo lo suyo a propósito del metaverso, TikTok se lleva los minutos de entretenimiento de mil millones de usuarios

La falsa Masdeu quería -supuestamente- influir en las luchas internas entre facciones de un partido que parece un oxímoron (Junts) tras pelearse con otro partido que parece todo él una contradictio in terminis (ERC): en efecto, sangre que se derrama -es una metáfora- en la arena política y que tan bien le ha ido a Twitter históricamente. De hecho, si en lugar de llamarse Joana Masdeu tomara el nombre real -que algunos medios señalan pero el interesado niega- Musk estaría feliz de que la plataforma sirviera para tirarse los platos por la cabeza -también metafóricamente. Gasolina para la conversación.

Que se entienda: Musk no se muestra especialmente molesto porque publiques lo que sea que te pase por la cabeza, sino por adulterar la materia prima. Parafraseando el dicho, mejor hablar y no dar lugar a dudas respecto a tu propia estupidez, que tomar una personalidad fake en la que esconderla.

La falsedad de Masdeu desnuda, sin embargo, una verdad incómoda

Sea como fuere, la falsedad de Masdeu desnuda, sin embargo, una verdad incómoda que incluye el discurso de Musk. Y es que, para él, la moderación de discurso no pasa por silenciar a personas reales, sino por facilitar la capacidad de confrontar argumentos de estas personas reales de una forma posible, sobre un terreno común y aceptando las mismas reglas. Y esto no va a pasar por la eliminación de intimidaciones, opiniones heterodoxas, chifladuras y desafíos argumentativos de cualquier tipo. No quiere que le atribuyan al pajarito culpas que no son suyas. ¿Que Twitter admite participantes que no responden a una persona real? de acuerdo, el problema es de Twitter. Pero si una expresión discrepante en Twitter escandaliza, algún usuario intimida, o se genera una polémica agria por intercambio de mensajes, el problema no puede ser de Twitter: es en todo caso de las personas que están detrás, y, en último término, un problema de convivencia social.

En definitiva, siguiendo este razonamiento, Musk afirmaría que las actitudes intimidatorias de Dalmases contra una periodista no son culpa de TV3, aunque fue en su sede en la que se registraron. En cualquier caso, son responsabilidad del protagonista. ¿O no? Pues con Twitter igual.

Y eso, por incómodo que pueda resultar admitir la verdad de fondo que subyace: que tenemos un debate político con el nivel ridículo de la estupidez de un trol casero. Y no es Twitter quien lo provoca. Sólo lo documenta.

Porque la línea fina entre la solemnidad y el ridículo todo el mundo la ve, menos aquél que hace el ridículo con toda solemnidad.