La frivolidad a la empresa
La realidad empresarial es rica en fenómenos de frivolidad, que acabarían aconteciendo una fuente de autodestrucción si no fuera por la buena gestión de muchas personas que trabajan contrarrestando las tendencias irreflexivas.
La frivolidad se muestra en infinidad de decisiones y de actuaciones, previsibles algunas de ellas, que indefectiblement traen al naufragio a una organización. Las más reprobables son aquellas que no consideran el excesivo riesgo en que se coloca a una empresa, y por lo tanto a todo el mundo quien depende de ella, apelando a criterios no bastante prudentes.
Quede claro que de ninguna forma se puede asociar frivolidad con dos componentes que tendrían que formar parte de cualquier organización, como son la asunción de un riesgo ponderado y la felicidad de todas las personas que forman parte.
Para ilustrarlo se presenta aquí una compilación de fuentes de frivolidad empresarial, que no pretende ser representativo. Es un mínimo repertorio de ejemplos, que de ninguna forma puede ser exhaustivo dada la infatigable creatividad que anima los promotores de esta coloreada modalidad de gestión.
La lista, que se reproduce a continuación sin ninguna orden de prioridad, se inicia con la estrategia basada solamente en el corto plazo, haciendo desaparecer cualquier compromiso con los valores de una empresa o con sus objetivos futuros.
"Se puede celebrar más la ectasia de un like en una red social que la monotonía de los cobros continuados de empresas con poca brillantez virtual y una robusta tesorería"
La poca atención al riesgo de quiebra, que supondría la desaparición de la compañía a la cual más de una persona está dedicando cada día su esfuerzo. Deslumbrados por las ganancias efímeras de la notoriedad, se puede celebrar más la ectasia de un like en una red social que la monotonía de los cobros continuados de empresas con poca brillantez virtual y una robusta tesorería.
La inconstància, con repentinos golpes de volante intuitivos, complementados con imprevisibles reacciones viscerales, que no favorecen la continuidad de la gestión ni fomentan la iniciativa de los colaboradores. La volatilidad en las decisiones, de difícil comprensión algunas de ellas, puede generar situaciones similares a las vividas al Bounty.
El desorden en la identificación de los factores de éxito de una empresa, confundiendo facturación con ganancias, identificando oferta variada con stocks sin rotación, igualando tesorería con facilidad de acceso al crédito.
Frivolidad es también confiarlo todo a los buenos propósitos, ignorando los peligros que ponen en evidencia las cifras que describen la situación real. No se puede fiar el futuro de una empresa, y de sus colaboradores, a los efectos iniciáticos de una visión cegadora o a la conmoción de un palpit. El rigor requiere gestionar la complejidad, que no se puede rendir a la ligereza.
Considerar que siempre es el mercado el que se equivoca, mientras se contempla como en los estantes del almacén no ha habido ningún movimiento. La ceguera que algunas empresas atribuyen a sus clientes acostumbra a ir paralela a la visión de números rojos, cada vez más alarmantes, en las cuentas.
La devoción a un plan de expansión al que se profesa una fe ciega, similar a la de creer que finalmente saldrá el número 38 en una ruleta en que se está apostando desde el día que se disponía de la caja llena de tesorería.
La autocomplacencia que supone no adaptarse a las dificultades y mantener con vanidad un rumbo que no ha dado ningún fruto hasta el momento. La negativa a cambiar, a no asumir las solicitudes de la realidad, es la más transitada ruta que trae al abismo económico.
"La tossudesa de no interpretar las pérdidas crecientes como una estridente señal que el camino no es el adecuado, otro ejemplo de frivolidad empresarial"
La tossudesa de no interpretar las pérdidas crecientes como una estridente señal que el camino no es el adecuado. Hay muchas maneras de interpretar una situación, pero la aritmética de la contabilidad es implacable.
La falta de tesorería, que se pretende resolver manifestando que la viabilidad del proyecto implica encontrar un socio. Pensar que este socio, al que tantas empresas esperan como si fuera Godot, deseará sumar su inversión a la cascada de pérdidas que encontrará, sin proponer cambios ni exigir ninguna condición, es otro sueño que dura poco tiempo.
En resumen, la frivolidad, como paradigma de la gestión, identifica a las empresas que quieren ir en dirección contraria a la que describe Darwin respecto a la lucha por la supervivencia. Es una buena guía en aquellos procesos que permiten organizar las cosas mal con suficiente habilidad.
Aún así, es posible escapar de esta deriva, asumiendo que en una empresa se tiene que trabajar con rigor, tener objetivos claros y compartidos, competir con otros por un mercado que siempre tiene razón, y mejorar constantemente. En caso contrario, habrá sido un efímero proyecto en el cual se confundió el motivo que da sentido al hecho que exista una empresa.