La governança del patrimonio cultural
Por Santa Cecília, que es la patrona de los músicos, los niños y las niñas de Morella se ponían a pie de calle, sentados a las entradas de las casas, y llamaban la atención de passejants y passavolants a los cuales pidolaven graciosamente una propina. Con un retorno muy pícaro y persistente, los chiquillos morellans cantaban aquello de "si no hay pesetas, no hay cançonetes".
Ya no quedan, de pesetas. Cómo tampoco quedan recursos escadussers y excedentes para prodigar en retornos ingenuos. Los tiempos han cambiado y los modelos de gestión de las instituciones culturales tienen que adaptarse a unas condiciones menos boiants. Los ayuntamientos no tienen dinero para mantener sus equipamientos. A menudo el visitante cultural acontece un observador sobrecogido por el detrimento de los edificios de culto artístico.
Hoy el patrimonio cultural es un saco de gemidos, cuando no tiene estertor. Si salimos del ombligo metropolitano y guaitem a las zonas periféricas, aquello que los políticos y los funcionarios dicen "el territorio", demasiadas veces los edificios y los monumentos nos caen a trozos. El caso de los museos es todavía más elocuente. No hay bastante líneas de subvención para alcanzar las necesidades, por mucho que las diputaciones provinciales sean proclives a apuntalar lo deterioro y, cuando menos, aplazar una obsolescencia que se adivina ineluctable.
En la mayoría de los casos, las instituciones que tutelan el patrimonio cultural mantienen los mismos esquemas de siempre y no toleran la irrupción otras fórmulas de gestión. La figura del gerente es vista como profana y las decisiones o la involución continúa en manso de culturetes reaccionarios o de políticos que no se preocupan. Hay que dotar de eficiencia la gestión cultural y a la vez admitir nuevos recursos presupuestarios.
El mecenazgo del siglo XXI está esperando a las puertas de los claustros y de los museos. Pide . Hay que hacer más permeable e inteligente la governança del patrimonio cultural si queremos conservar aquello que es de todos y que nos ha sido legado. Todavía más necesaria es la aportación del sector privado si queremos promocionar nuestros destinos turísticos a partir de los activos culturales y, tanto o más, si queremos impulsar oficios y mesteres alrededor de la conservación del patrimonio.