La Renta Básica Universal o la revuelta del precariat
Nunca había sentido nunca a hablar del economista y activista Guy Standing hasta que lo vi en una mesa redonda este pasado Davos. Hablaba de justicia social, de ética, de capitalismo, de renta básica universal y de precariat. Me cautivó por dos razones: aportaba cifras de pruebas piloto de implantación de renta universal garantizada donde él había participado y entendía el que explicaba.
Una renta universal garantizada (RBU) es un pago periódico e indefinido en el tiempo que el estado hace a cada adulto independientemente de su condición laboral. Así de simple y de complejo a la vez. El objetivo de una RBU es proveer de una seguridad vital a los ciudadanos para que estos puedan ser más felices y, en última instancia, más productivos.
El concepto viene de lejos. Pericles y Ephialtes en 461 aC ya filosofaban sobre la necesidad de pagar los ciudadanos para participar a la polis. Thomas More el 1516 planteaba una sociedad con una renta básica en la isla de Utopía ('en ninguna parte', en catalán). El filósofo, político, revolucionario y padre fundador de los EE.UU. Thomas Payne, también hablaba en su Justicia Agraria escrito el 1795. A estos filósofos los siguieron los Montesquiu, Rousseau y Bertrand Russell, entre otros. Economistas como Friedman, Hayek, Tobin, Galbraith, Pisaridis o Stigliz también se han mostrado favorables a un tipo u otro de RBU.
"El objetivo de una RBU es proveer de una seguridad vital a los ciudadanos para que estos puedan ser más felices"
Como dato interesante destacar que la primera puesta en práctica de un tipo de renta básica (no fue universal, sólo era por los pobres) fue la que puso en práctica el valenciano Joan-Lluís Vives en 1526 a la localidad de Ypres, al actual Bélgica, corona española entonces; un proyecto pionero en términos de ayuda social, un campo que hasta entonces era exclusivo de la Iglesia.
Y de unos años acá el debate vuelve a ser vivo. Las crisis económica, financiera y de confianza del 2008 (los americanos lo denominan La Gran Recesión) ha hecho que economistas, sociólogos, políticos y opinadors de todo el espectro ideológico hayan vuelto a poner la RBU bajo los focos. Es curiosa la correlación (me atrevería a decir causalidad) que hay entre la presencia pública del debate y los periodos de crisis que siguen a las diferentes revoluciones industriales: ante la amenaza real que tecnologías exponenciales de la 4a revolución industrial —robotització y la inteligencia artificial— nos dejen sin trabajo, el debate sobre la RBU tiene más sentido que nunca.
Pero nos equivocaríamos si pensáramos en la RBU como una medida paliativa por una coyuntura determinada, como una reacción a una acción de la tecnología. Para ir bien la RBU va antes, es una acción y no una reacción. Según Standing, la RBU es un instrumento de justicia social que refleja el carácter intrínsecamente social de la riqueza. La riqueza de nuestra sociedad se debe de más a aquello que consiguieron las generaciones precedentes que no a nada que haya hecho la nuestra. Pensáis en el abuelo que crea la empresa, el hijo que la hace grande y el nieto que se pule la fortuna. Todos somos el nieto. Una RBU incrementaría la libertad individual de las personas y los daría más control sobre sus vidas; los daría la almohada para fracasar que tienen los individuos de las clases sociales de rentas elevadas.
Visto así es un caso claro de #síatot pero hay dos preguntas al horizonte: "Pero todo esto quién lo paga?" —que dice siempre un socio que tengo que es mucho derechas— y la segunda "Sí, pero quien trabajará?" —que dice el mismo socio.
Hagamos números con el profesor Standing. Cogemos la nación más rica del mundo, los EE.UU.. Si el Estado se propusiera pagar a cada adulto 10.000 dólares el año, el coste total sería de 2,42 billones, casi lo triple del que los EE.UU. gasta actualmente en ayudas sociales. El ahorro de los costes de gestión del ineficiente sistema de ayudas (funcionarios, inspectores, empresas privadas, etc.) ayudaría a llegar a hacer la cifra. El resto podría salir de una subida progresiva de impuestos de forma que a las personas con rentas más altas, el diferencial a pagar los coincidiera con los 10.000 dólares el año de la RBU. Esto sin entrar a valorar la eliminación de subsidios a sectores poco productivos, contaminantes o la reducción del gasto militar.
Y quien trabajará? Pues quien quiera, y aquí hay la gracia. Una sociedad con una RBU que permita a sus individuos vivir de manera digna (vivienda, comer, educación y sanidad cubiertos) será más inclusiva, más feliz y en última instancia más productiva. Simplificando mucho, si podemos trabajar de aquello que nos gusta estaremos más contentos. Tener las necesidades básicas cubiertas por la RBU pondría en marcha un tipo de selección natural laboral: dropos e improductivos preferirían no trabajar y sus lugares de trabajo quedarían por quien realmente quieren trabajar, que por el que hemos dicho antes lo harían más y mejor.
"Una sociedad con una RBU que permita a sus individuos vivir de manera digna será más inclusiva, más feliz y en última instancia más productiva"
No todo es tan sencillo y el demonio es en los detalles, pero estos son los grandes disparos de la cuestión que se encuentra en el centro del debate gracias al impacto que tienen las tecnologías exponenciales en nuestras vidas. La RBU tiene una última calidad que la hace única: pone de acuerdo los libertarios de derechas partidarios del aprimament del Estado, los de izquierdos partidarios de la redistribución de la riqueza y la nueva plutocracia de Silicon Valley partidaria de evitar la revuelta digital del precariat. #síatot.