Los colores de Twitter
Un hecho que nos distingue de las bestias es nuestra obsesión para clasificarlo todo. Desde el infinito al infinitesimal tenemos calaixets para cada cosa. Incluso clasificamos los infinitos en diferentes tipos. Nos pasamos el día: enlaces, fotografías, libros, discos, archivos, contactos, restaurantes, películas… podría seguir hasta el infinito.
Clasificar, agrupar y etiquetar es una estrategia de supervivencia que hasta ahora nos ha ido bastante bien; es una manera eficiente para que los árboles nos dejen ver el bosque. Y así hemos llegado hasta aquí, encontrando patrones de repetición a nuestro entorno, clasificándolos —si queréis binariamente, en bonos y malos— y actuando en consecuencia: la clasificación como creación de la realidad, o de realidades.
La realidad es una construcción mental hecho a partir de la suma del que percibimos con nuestros sentidos y de nuestro conocimiento anterior; una creación de la conciencia individual de cada cual. Esto explica el fenómeno de la puesto-verdad: ante el mismo acontecimiento diferentes individuos ven "hechos" diametralmente opuestos. Los titulares de la prensa española y las declaraciones de políticos justificando las rampantes agresiones ultras "porque una parte de la población ya está harta", es el último ejemplo. Los medios como creadores de realidades.
"La realidad es una construcción mental hecho a partir de la suma del que percibimos con nuestros sentidos y de nuestro conocimiento anterior"
Pero de mucho antes de la prensa —de hecho mucho antes de Gutenberg— que disponemos de una herramienta que agrupa, clasifica, etiqueta la realidad e influye como ninguna otra en nuestra construcción de la realidad: los mapas. Los mapas son una cosa curiosa; por un lado representan entidades que percibimos con los sentidos —los accidentes geográficos— y por la otra representan construcciones de entidades en forma de mapas políticos. De entidades hay de objetivas como la fuerza de la gravedad, de subjetivas como los colores y de inter-subjetivas como el dinero, las propiedades o los estados. Las primeras existen tan si queremos cómo si no, las segundas las creamos individualmente y las últimas las creamos colectivamente con el consenso otros individuos.
Me ha venido todo esto a la cabeza a raíz de la viralització (por enèssima vez) del mapamundi del uso de las lenguas a Twitter, un proyecto de visualización de datos masivos realizado por Eric Fischer. El mapa muestra los tuits geolocalitzats con un color diferente según el idioma del tuit. El resultado es muy similar —de hecho está correlacionado— a las fotos nocturnas de satélite que muestran la iluminación de las ciudades y las vías de comunicación del mundo pero en este caso en color.
El que hace realmente interesando el mapa es la curiosa mezcla de entidades objetivas —ciudades, vías de comunicación, accidentes geográficos, comunidades lingüísticas— y de entidades inter-subjetivas —estados y naciones—. vemos como los Países Bajos y el Brasil, con un 22% de la población que tuita, son los países más iluminados, mientras que el África y las zonas rurales de Rusia son a oscuras. En Asia destacan el Japón, Corea del Sur, e Indonesia mientras la India queda en un segundo término. En Norteamérica destacan las dos costas con el inglés como principal idioma con islas de español a las grandes conurbaciones con concentración hispana. Mención a banda por la región francófona más grande del mundo que es el Quebec donde el idioma predominante es el francés.
"De manera inconsciente con cada tuit estamos clasificando, ordenando y agrupando el mundo"
Pero la parte realmente interesante del mapa está en Europa donde las entidades inter-subjetivas dejan a las objetivas: Bélgica desaparece en favor de dos comunidades, una de francófona y una de neerlandòfona; Suiza deja a germanòfons, francófonos y en menor mide italianòfons; y la comunidad catalanohablante aparece en el arco mediterráneo de la península Ibérica, iluminando el principado con intensidad. La realidad que construye el mapa de lenguas a Twitter es muy diferente que la de los mapas políticos y, incluso, de la de los mapas lingüísticos. De manera inconsciente con cada tuit estamos clasificando, ordenando y agrupando el mundo, transformando entidades inter-subjetivas en entidades objetivas, una estrategia de supervivencia que nos ha traído a ser dónde somos y que nos tendría que traer a crear la realidad que queremos, objetivamente e inter-subjetiva. Seguimos.