El salario de Messi para llegar a final de mes
Por azares de la vida asistí a una de las semifinales que han tenido lugar en Qatar, concretamente la de Argentina-Croacia. Estuve en una de las suites que miles de clientes de todo el mundo compran para asistir a este tipo de eventos. Yo iba invitado con más gente. A mí, el fútbol es un deporte que me coge de salpicada. Cuando era pequeño había jugado a la pelota, pero de aquí no pasé nunca.
No le encontraba la gracia. Y menos todavía ver como lo hacen los otros. La suite donde permanecí antes, durante el descanso y después del partido tenía un precio carísimo -me enteré de que estaba por sobre de los 8.000 dólares por persona-. Qué barbaridad pensé. Más todavía por alguien a quien, encima, no le interesa el fútbol.
A mí, el fútbol es un deporte que me coge de salpicada
El caso es que estuve sentado en un lugar de privilegio que me permitió observar como se comportaba el señor Messi. Como ya les he dicho, no paro atención al fútbol y quedé sorprendido al comprobar que este jugador es pierna corta. Quiero decir que lleva pantalones cortos y parece que sean largos. Está durante, prácticamente, todo el partido, andando, mirando aquí y allá, a tierra también. Distraído, como si aquella guerra no fuera con él. Ahora bien, cuando la pelota llega por sus rodales se pone a correr como si se lo llevara el demonio. Por los resultados obtenidos parece que es un elemento remarcable. Lástima que no hable catalán.
El caso es que, no interesándome el fútbol, tuve tiempo para ir pensando. La sala VIP donde yo estaba, los precios que se pagan, los jugadores o lo que cobran. Me explican que la otra gente que ha pagado por aquella sala -en el estadio hay múltiples- no son gente necesariamente rica. Imaginen la barbaridad: pagan por un viaje larguísimo -Doha estaba ocupado por argentinos- y se alojan en hoteles que han practicado una inflación estacional del 300%.
Pagan enormidades por las entradas y, muchas veces, todavía mucho más para ser huéspedes de aquellas suites como la que yo estaba ataviado de fanático apócrifo. Un dineral. Miles de euros. También me explican historias de fanáticos que están cuatro años haciendo pasar privaciones a la familia para poder asistir a la fiesta futbolera.
Siempre me ha sorprendido que la opinión pública no se escandalice de lo que cobran estos jugadores, que este hecho no sea motivo de indignación. No solo esto, sino que se contribuya activamente siendo clientes semanales, sea mediante la cuota de socio o bien con la cuota televisiva de suscripción a uno de los canales que ofrecen estos espectáculos.
La prensa tampoco parece piar al respeto. No me extraña. Un día conocí un chico que iba a comer siempre a un bar determinado porque allí estaban subscritos al diario deportivo que a él le gustaba. ¿Y qué me dicen de las páginas reservadas para charlar de deportes en los diarios generalistas? Comparen con los que se publican en el extranjero.
La sorpresa va en aumento siempre que la técnica de nuestros políticos para captar votos populares ha consistido a irse bajando el salario hasta límites de incompetencia. Saben que los presidentes de la Generalitat tienen un salario de unos 130.000 euros. Ya sé que ahora saltará alguien diciendo: "¡Qué morro!". Un diputado gana unos 43.000. "¡Por el trabajo que hacen!", dirá otro. Pero, está claro, yo no sé si es antes el huevo o la gallina.
Saben que los presidentes de la Generalitat tienen un salario de unos 130.000 euros
Un salario de 43.000 euros para hacer buen trabajo legislando no es demasiado. ¿Son los diputados malos por culpa del salario bajo o son los salarios malos por culpa de diputados de bajo nivel? Y de aquí derivo al nivel de mercado. ¿A golpe de salarios bajos, a todo el país, estamos entrando en el efecto Fidel Castro? "Fidel hace ver que nos paga y nosotros hacemos ver que trabajamos".
Y con esto vuelvo al principio. ¿Cómo puede ser que nos incordiamos por el salario de gente que gana aquello que, más o menos, le toca y nos caiga la baba por un marcador de goles al que le pago de mi bolsillo unos 40 millones el año? Pueden comprobar que un partido de fútbol da para pensar sobre políticas retributivas.
Y es que esta es una de las grandes asignaturas pendientes de nuestra economía, la catalana. ¿Estamos condenados a ser unos permanentes "¡pobrecitos, pero alegres!" mientras nos embobamos con el Messi? Que lo hagan los argentinos lo encuentro normal. Al menos a ellos, Messi les habla en argentino.