La pista, herramienta de distracción
Mientras se redactaba el Estatut actualmente en vigencia -es decir, antes de que lo caparan en Madrid- hablé con alguno de los ponentes. Y me prometí a mí mismo que si ese estatuto no conseguía la transferencia de la gestión de los aeropuertos para la Generalitat, yo nunca confiaría más en nuestros políticos. Y así fue. No se logró la transferencia de la gestión y, en consecuencia, yo nunca más he confiado en nuestros políticos. ¿Es triste que yo haya perdido esa confianza? Sí, mucho. Pero más triste es carecer de la gestión de los aeropuertos. Y mucho más perjudicial, por supuesto.
El problema que sufre el mundo económico catalán es que comprueba cada día cómo aquellos que deberían romperse la cara por los intereses del país, hacen renuncia y tratan de taparlo con otros movimientos políticos que nos hacen bajar, cada vez, un escalón más en la escalera de renuncias. O sea, quieren fingir que se han duchado, pero simplemente se ponen colonia. El tema carece de solución. Pero con el tiempo consiguen, por cansancio, que nos olvidemos de las obligaciones de nuestros gobernantes. Y es que llegan a fatigar. No paran en su cruzada de querer distraernos. Como bien dijo Alexandre Dumas hijo: Je préfère le méchant à l'imbécile, parce que l'imbécile ne se repose jamais ("Prefiero al malvado al imbécil, porque el imbécil no descansa nunca").
Los de Madrid en la más pura voluntad de querer humillar al país han puesto un catalán al frente de quienes se niegan al traspaso
La verdad es que han conseguido que discutamos sobre cómo debe ser la maldita tercera pista de El Prat para que no moleste a unos vecinos que compraron unos pisos sobre unos terrenos donde nunca debía haberse edificado -concretamente en Gavà, ciudad de la actual ministra de fomento donde el PSOE domina el gallinero de hace años. Y nos hemos olvidado del verdadero problema: la gestión del aeropuerto. Pero ya ni lo reclamamos. Los de Madrid en la más pura voluntad de querer humillar al país han puesto un catalán al frente de quienes se niegan al traspaso. El señor Lucena que, como es sabido, por currículum, es un genio de las infraestructuras. Y éste, para acabar de remachar el clavo del anticatalanismo, nombró al señor Duran Lleida como miembro del consejo de administración -actualmente, sin embargo, lo han “desplazado” a Brasil. Todo ello vergonzante.
Hace unos días se reunieron algunas patronales (Cambra, Pimec, Amec, Femcat y Cecot; pero no Foment, atención) para reclamar, una vez más, lo que no reclaman nuestros políticos: que Catalunya recaude los impuestos y que se termine, de una vez por todas, el drenaje fiscal que nos ahoga. ¿Ustedes han oído últimamente que alguien de nuestro gobierno escriba al respecto? Lo dan por perdido.
El actual gobierno español se sostiene gracias a los catalanes. Cuando se "negoció" el actual estatuto las relaciones entre Catalunya y el gobierno español eran inmejorables. Era la época del “¡Apoyaré!”
El actual gobierno español se sostiene gracias a los catalanes. Cuando se "negoció" el actual estatuto las relaciones entre Catalunya y el gobierno español eran inmejorables. Era la época del “¡Apoyaré!”. ¿Lo recuerdan? ¿Qué sacamos? Ahora somos decisivos, al parecer. Se aprueban todo tipo de leyes sobre relaciones entre géneros que, no exagero en absoluto, están causando cierto pavor en Europa. Ni que decir tiene que los catalanes, faltaría más, las votamos con entusiasmo -no fuera dicho que no somos suficientemente progres. Los más progresistas del mundo.
Total, que en Madrid hay una mesa en la que se negocian cosas, no sé cuáles. Leyendo nuestra incondicional prensa parece que esta mesa está formada por malvados y, digamos, por buenos -un eufemismo- que parece ser nosotros. Los abogados de los pobres. ¿Pero saben que les digo? Que prefiero al malvado. Él, al menos, gana.