Opinión
La semana del 6 de diciembre hicimos puente
La característica principal de la demagogia es la de prometer que el país disfrutará de una serie de cosas de las que, de hecho, a corto plazo, no disfrutará. O, como mínimo, no al nivel que se promete. Entre nosotros, podemos esperar que, como mucho, quizás algunas cosas pasen, que se cumplan parcialmente algunas de las promesas de los gobernantes. Pero todo será pequeño. De perfil bajo y mediocre. ¿Por qué digo esto? Pues porque, como decía mi padre, d’un llonguet no es pot fer un pa de quilo. Y en España se administran llonguets.
No me entra en la cabeza que sea tan complicado entender que el Estado del bienestar existe gracias a que se produce un excedente que aportamos entre todos. Cuando hemos cubierto las necesidades básicas propias, contribuimos a mejorar las necesidades de todos. Cuando este excedente no existe, cuando no podemos proyectar esta contribución de manera efectiva, no hay Estado del bienestar. Es fácil. Cuanto más excedente tiene un país, mejor estado del bienestar puede pagar. ¿Poco excedente? Estado del bienestar delgado. ¿Nulo excedente? No hay estado del bienestar. Insisto: la regla es relativamente fácil.
Hasta aquí, de acuerdo. Ahora bien, ¿por qué se puede obtener un excedente? Pues porque se produce más de lo que se necesita para vivir de manera correcta y aceptable. Como después de cubrir mis necesidades todavía me sobran algún dinero, el estado me carga unos impuestos para mantener lo que denominamos "Estado del bienestar". Si no produzco más de lo que necesito para sobrevivir, no tengo excedente. Por lo tanto, no puedo contribuir al estado del bienestar. Fácil otra vez. El volumen de estado del bienestar del que disfrutará un país va ligado muy estrechamente a su productividad.
Cuanto más excedente tiene un país, mejor estado del bienestar puede pagar. ¿Poco excedente? Estado del bienestar delgado. ¿Nulo excedente? No hay estado del bienestar
Si se tienen claros estos conceptos -que, insisto, no son de una gran complejidad intelectual- se puede dar respuesta a muchas cuestiones que se nos plantean de manera cotidiana. Por ejemplo: ¿por qué Francia ha podido pagar bien los establecimientos cerrados debido a la Pandemia y nosotros, por el contrario, hemos dado unos subsidios escasos, más bien echando a tacaños? Fácil otra vez. Francia disfruta de un estado del bienestar holgado porque tiene un excedente elevado. Fruto de una productividad elevada. Es decir, por cada hora trabajada, un empleado francés produce mucho más que uno español. Que uno catalán, también. Hasta ahora todo continúa claro, me parece a mí.
Miremos, ahora, cuánto de más produce un trabajador Francés comparado con otros. Pues hoy me voy a las bases de datos de la Unión Europea (UE) que es la que puede comparar los datos de los países, puesto que lo necesita para gobernar el conjunto de manera conversada. Y si establecemos que la productividad media de la UE es 100, vigilen cómo pinta la cosa (datos Eurostat 2020):
¡Moooc! ¿Empiezan a ver por donde van los tiros? Por cierto, espero que también entiendan el respecto de los Alemanes por Francia. Todo aquel que pretende banalizar a Francia es, simplemente, un asno. Un puro ignorante.
El umbral productivo
Pues ya está. Ya ven que nunca disfrutaremos de un estado del bienestar como el de Francia, porque en el tiempo que nosotros producimos 94 cosas (de lo que sea), los franceses producen 124. Ni tampoco podemos reclamar derechos sociales como Alemania donde producen 121. Ni tanto solo podemos compararnos con Italia. No hace falta que se esfuercen y, si les place, dejen de repetir "en Francia hacen...", "esto en Alemania no pasa...", etc. Porque lo primero que allí no tiene lugar es esta lastimosa productividad que nosotros tenemos. El resto es la envidia del gandul.
Nunca disfrutaremos de un estado del bienestar como el de Francia, porque en el tiempo que nosotros producimos 94 cosas, los franceses producen 124
Para los amantes de la justicia social que todos perseguimos queda claro que el tema no se soluciona subiendo impuestos, solo. Porque un impuesto muy elevado aplicado sobre una cantidad pequeña (baja productividad de todo un país) probablemente no igualará el que se obtiene de un impuesto conversado aplicado sobre una cantidad elevada (alta productividad de todo un país).
Conclusión. Nuestra sanidad irá a peor. Los nuestro sistema educativo se deteriorará. Y si la electricidad sube demasiado de precio, nos tendremos que aguantar; y los que no puedan pagarla sufrirán. ¿Por qué se piensan que el gobierno español, a pesar de su populismo intrínseco, no actúa subvencionando las carències que tienen los más desprotegidos cómo sí que lo hacen otros países? Pues porque no hay ni cinco en el cajón. A nadie le gusta ser impopular, no nos engañamos. Poca productividad -> pocos impuestos a recaudar <- poca caja.
¿Y por qué digo que, encima iremos a peor? Me lo imagino. Miren cómo hemos llegado al 94 que hemos visto al gráfico anterior:
El 2013 teníamos una productividad como la de la media de los países de la UE (hecho que no era para echar ningún cohete), pero hemos ido a peor, hasta ahora. Por lo tanto, todas las desgracias que debilitan la justicia social, únicamente podrán pararse cuando nuestra productividad esté a la altura suficiente cómo para pagar el estado del bienestar que muchos reclamamos. No es demasiado difícil de entender. Y quien prometa mejoras sociales sin denunciar que el principal problema estructural de la económica española, y catalana, es la productividad, engaña. Practica el populismo y la demagogia.
También habrá quién diga: "Ep, esta productividad del 94% es la española; ¡la catalana es mucho mejor!". ¡Alto! De esto hablaremos la próxima semana.