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Más cargadores y no tantos hombres cretinos

29 de Abril de 2021
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

Una deficiente infraestructura y no ser un hombre son dos de las causas de la vuelta al vehículo de combustible fósil después de tener uno eléctrico. Esta es una de las conclusiones a la que llega un estudio publicado a la revista Nature. El estudio, centrado en California, demuestra que hasta el 20 % de entre los adoptadores precoces abandonan la vía eléctrica (20 % en híbridos endollables, 18 % en eléctricos). Si tenéis un coche eléctrico ya os lo podíais imaginar. Si encima sois mujer, todavía más.

Tanto en los EE.UU. como Europa hay muchos estudios de la tasa de adopción de vehículos eléctricos, del impacto de las medidas de fomento y planes de ayuda a la adquisición. Lo que no teníamos hasta ahora era una medida de la tasa de abandono ni los motivos del porque se produce. Es lo que investigaron Scott Hardman y Gil Tal de la University of California, Davis. Los dos académicos recogieron datos de la intención de compra de nuevos vehículos de propietarios de vehículos híbridos y eléctricos adquiridos entre 2012 y 2018.

Para conseguir los objetivos de emisiones cero que el planeta necesita es evidente que la movilidad pasa por la utilización de energía de fuentes renovables, que con la tecnología actual esto quiere decir movilidad eléctrica (ya me gustaría poder hablar de fusión fría).

Pero esto no lo conseguiremos bajando las barreras de entrada con ayudas, campañas de concienciación y todo tipo de facilidades que una vez superada resulta en un muro insalvable. Me refiero a la experiencia final del usuario, que tiene poco que ver con el vehículo (han hecho un salto cuántico en pocos años) y mucho con el entorno, que en lo esencial no ha cambiado nada. Una red de puntos de recarga insuficiente, un deficiente mantenimiento de las instalaciones, unos precios de recarga pública abusivos y un incivismo rampante son la combinación perfecta para convertir el entusiasta de la movilidad eléctrica en un nostálgico de la gasolina. 

Todo esto provoca lo que se conoce cómo "ansiedad de la recarga", el miedo a no llegar a destino o al próximo punto de recarga. Sumadle la ansiedad de llegar y que no funcione y la de encontrar un cretino aparcado mientras aprovecha para irse hacer una colonoscopia. Para que me entendáis: un coche es cómo un móvil que cuando a media mañana ya baja del 60 % ya empiezas a sufrir. Os lo podría explicar en primera persona pero os ahorro los detalles, solo os diré que desde que tengo coche eléctrico hablo más con la gente que cómo yo se espera, leo más y escucho más podcasts.

El estudio confirma que los "puntos de placer" de los propietarios de vehículos eléctricos son: los costes de recarga (más barato que la gasolina si cargas en casa), la fiabilidad y la seguridad. Los "puntos de dolor", en cambio, son la autonomía y la dificultad a la hora de recargar, siendo este último el principal problema a la hora de abandonar el vehículo eléctrico. Ahora que llegarán los fondos europeos y ligaremos los perros con morcilla que pagaremos más adelante parecen claras las prioridades a la hora de fomentar la implantación del vehículo eléctrico: más cargadores y no tantos hombres cretins.