"La paciencia es la madre de la ciencia", dicen los sabios. Seguramente es cierto. Pero, lo es también de la empresa? Me temo que no. Al menos en la mayoría de los casos. Estamos escandalosamente orientados al corto plazo. El que no funciona mañana parece que ya sea un desastre. Queremos éxitos inmediatos, ponernos medallas lo antes posible, sin esperar demasiado. Sin embargo, sucede que muchas veces la innovación es un proceso lento y meticuloso. Como consecuencia, la mayoría de organizaciones no están preparadas para innovar. Sólo están pendientes de la explotación rápida, no de la exploración tranquila.
Además, muchas empresas no tienen estructuras de exploración. Sólo de control y supervisión de la explotación del día a día. Organigramas, métodos, procesos... Todo perfectamente ordenado. Pero esta planificación de la cual mucha gente hace gala, equiparada erróneamente a la eficiencia y la eficacia, no sirve para explorar e innovar. Los ritmos son otros, las competencias son otras. La filosofía es otra. Para explorar e innovar necesitamos gente creativa, amante de la transgresión, el error y el riesgo continuo. Hacen falta personas capaces de ensuciarse las manos y hacer cosas sin estar pendientes del qué dirán. Personas que no tengan miedo de ser juzgadas. Sin confianza creativa no hay innovación que valga.
Pero, cuántas empresas conoce el amigo lector que cumplan estas últimas características? Muy pocas. Predominan todavía las organizaciones que simplemente estandarizan los procesos porque todo funcione de manera regular y previsible. Y si necesitan innovar, crean un departamento de R D y (nótese que la "y" de innovación está al final, como si fuera algo prescindible) que eliminarán al poco tiempo si no los proporciona éxitos rápidos. Conozco muchas empresas que, con la última crisis, fulminaron el departamento de innovación. Tremenda contradicción!
Innovar requiere de unas coordenadas diferentes a las habituales. Tiempo, paciencia, trabajo en equipo, creatividad desbordante, ruptura de reglas, diversión, tensión, espacios apropiados, un poco de dinero... Coordenadas que no abundan en la mayoría de firmas.
Mi sugerencia es que cada empresa tendría que tener un laboratorio constituido como espacio para explorar, pensar con tiempo, "ensuciarse las manos", cometer errores, dialogar, observar, crear... Sin esto no es posible innovar. Y en estas instalaciones tendrían que participar casi todos los empleados de una manera u otra. Y los clientes, los proveedores, los no-clientes... Hay que abrir el proceso de la innovación al exterior. Las empresas más avances ya cuentan con Online Advisory Boards, grupos de personas a quienes la empresa hace llegar sus prototipos de nuevos productos o servicios para obtener feedback y poder así evitar la innovación a ciegas (cara y arriesgada).