Ya hace tiempo que las empresas que saben leer el mundo dejaron de mirarse el ombligo. Si antes la planificación estratégica de la empresa tenía las ventas como objetivo prácticamente único, hoy en día ya no es extraño que a los consejos de dirección aparezcan conceptos como sostenibilidad o economía circular, que se propongan alianzas con entidades sociales, que se valoren acciones de voluntariado corporativo o que se cuide la salud mental de los trabajadores. Hay que reconocer en este proceso las reivindicaciones históricas de las organizaciones ecologistas y de las sociales.
Demasiado a menudo estas entidades fueron acusadas de catastrofistas, pero la actualidad certifica que fueron visionarias criticando un modelo de crecimiento engañosamente infinito y diseñado por el goce de una pequeña parte de la población mundial, explotando o ignorando al resto y sacrificando los recursos de todo un Planeta. Son estas mismas organizaciones las que tuvieron un papel protagonista en la publicación, ahora hace 30 años, del informe Brutland, también conocido como Nuestro futuro común. En él seformuló por primera vez el concepto "desarrollo sostenible", entendido como "aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones".
"La sostenibilidad tiene que impregnar todos los departamentos y todas las políticas de la empresa"
La sostenibilidad plantea un modelo que, años más tarde, muchas empresas van integrante en su discurso y sus prácticas gracias también al nuevo impulso dado el 2015 desde la ONU, a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), un compromiso que asumieron los principales líderes mundiales por erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad a escala mundial. El compromiso incluye 17 objetivos, que incluyen combatir la hambre, la pobreza y las desigualdades sociales, mejorar la salud y el bienestar, hacer accesible la educación en todos los niños y jóvenes o garantizar unas condiciones laborales dignas. Los ODS proponen las alianzas entre gobiernos, sector privado y la sociedad civil como la mejor estrategia para avanzar en la consecución de estos objetivos.
Asumir el reto de la sostenibilidad y la capacidad de transformación social en el ámbito empresarial es una necesidad y una oportunidad, de presente y de futuro. No considerarlo no es opción y no valen acciones puntuales para justificar un departamento de RSC; la sostenibilidad tiene que impregnar todos los departamentos y todas las políticas de la empresa. Hacen falta pues, empresas sostenibles que trabajen en comunión con su entorno y sobran empresas especuladoras y egocéntricas que, como aquella persona que no se vacuna, disfruta de buena salud al beneficiarse de un entorno protegido gracias a la solidaridad de los otros. El reto de la sostenibilidad es tan grande que hace falta que todas las empresas sevacunen si queremos disfrutar todos y todas de una sociedad sana.