Tras dos meses encerrados en casa las autoridades ya empiezan a hablar de cómo será el desconfinamiento, el lento proceso por el cual intentaremos recuperar la actividad pese a que aún no volvamos a la normalidad. Alguien demasiado cínico lo ha llamado “la nueva normalidad” pero de normal no tendrá nada. Sería más preciso decir “la nueva manera de hacer” ya que hay un montón de cosas cotidianas que ahora deberemos hacer de otra manera, tanto si nos gusta como si no.
"Alguien demasiado cínico lo ha llamado "la nueva normalidad" pero de normal no tendrá nada... Esto no es "la nueva normalidad" sino "las nuevas normas", y la policía se encarga de hacerlas cumplir""
Muchas cosas serán diferentes por orden del Estado, que en defensa de la salud pública irá diciendo en qué condiciones se pueden hacer: distancia entre las mesas de un restaurante, cuanta gente puede haber dentro de una tienda, cuál debe ser el aforo de cada teatro, a qué horas puedes hacer deporte o si hay que ir por la calle con mascarilla. Esto no es “la nueva normalidad” sino “las nuevas normas”, y la policía se encarga de hacerlas cumplir.
Pero a parte de este marco normativo y regulador veremos como la sociedad incorpora un nuevo código de etiqueta, un nuevo filtro que indica qué es de buen gusto y qué de mal gusto. Más allá de la norma habrá nuevos gestos y detalles que irán ordenando las buenas y las malas formas. Es evidente que perderemos los apretones de manos y los besos de cortesía entre desconocidos, ya veremos cuál es el gesto social que los substituye ya que no veo nada claro esto de tocarse los pies o los codos. ¿Será un simple movimiento de ceja? ¿nos volveremos más fríos y distantes?. Lo que está claro es que abrazarse será un signo de confianza íntima, una manera intensa de decir “tienes toda mi confianza”.
Será de mal gusto convocar una reunión y dar por hecho que será presencial, excepto que sea para ver unos materiales, visitar unas instalaciones o alguna otra razón que lo pueda justificar. Hasta ahora alguien podía decidir dónde sería el encuentro, “en nuestras oficinas”, y en cambio ahora como mucho podrá decir con qué herramienta, “usaremos zoom, ya le enviaremos el enlace”. Y esto seguirá así durante un buen tiempo aunque nos desconfinen. No importa que te garanticen que habrá metros de separación entre las sillas, será grosero obligar a alguien a reunirse físicamente si es sólo para mantener una conversación. La nueva cortesía es que para hablar no hay que ir a ninguna parte.
Facebook y Google han anunciado que alargarán el teletrabajo para su personal hasta finales de año. Si el tipo de trabajo lo permite, aunque nos desconfinen será agresivo obligar a la gente a estar todos juntos dentro de una oficina. Será habitual ver organizaciones que viren hacia el teletrabajo, seguramente combinado con reuniones presenciales puntuales porqué son útiles para mantener viva la llama del proyecto compartido, desarrollar complicidades y sentimiento de pertenencia. Obligará a modificar muchos estilos de liderazgo y de buena relación entre compañeros. ¿Quién será ahora capaz de notar que un compañero de trabajo está deprimido o desmotivado?, ¿cómo se le cuida?, ¿cómo se le acompaña si no le podemos dar un golpe en la espalda justo cuando toca?. ¿ Cómo se motiva a un equipo que no se ve cada día?, ¿cómo se acompaña el crecimiento del talento?.
"El Estado nos dirá qué podemos hacer y que no. Ahora nos toca a nosotros decidir como actuaremos"
El Estado nos dirá qué podemos hacer y qué no. Ahora nos toca a nosotros decidir cómo actuaremos. Cuáles serán nuestras maneras de hacer en el trabajo, en casa, por la calle y con los amigos. Marca tendencia, be care.