Las mujeres estamos siendo
la revolución silenciosa más importante que ha habido en la Historia. Sin violencia, sin guerras, sólo con la fuerza de la autoridad natural, arraigada a la Madre tierra de la creación y conservación de la vida; hemos transformado las familias, las relaciones, la realidad, la vida.
El cambio sociológico más importante del siglo XX ha sido
el avance de las mujeres en la lucha por su libertad y su dignidad como seres humanos. La conquista de la independencia económica y la autonomía emocional.
En el siglo pasado las mujeres consiguieron el
derecho al voto, el acceso en la educación, a la cultura, al mercado de trabajo y, por lo tanto, al trabajo remunerado, puesto que cómo sabemos, las mujeres han trabajado duramente siempre, pero sin remuneración económica. Todo esto fue posible también gracias a la libertad sexual y al control de la natalidad, pues por primera vez a la historia se podía decidir cuando ser madres, como y con quién.
Todo esto hablando básicamente desde los países europeos, pues
todavía hay millones de mujeres al planeta que sufren sistemas esclavistas, de dominación absoluta y decretados por ley por parte de los hombres, mutilaciones horribles de sus cuerpos (ablaciones, etc.), violaciones permitidas, etc.
En este siglo XXI las mujeres europeas tienen los derechos reconocidos por ley pero siendo la mitad de la población todavía no están representadas democráticamente en el hacer, el gobernar y la toma de decisiones económicas, políticas y sociales. Y hoy en día no solamente es una cuestión de derechos humanos y de igualdad sino que
es necesario y urgente para la sociedad y para el planeta.
Ellas representan el 60% de las personas licenciadas y tienen las mejores notas y los mejores currículums. Ellas tienen muy buenas habilidades y aptitudes para ejercer el liderazgo, que es el que surge del lado mas femenino del cerebro, caracterizado por la inteligencia emocional. Ellas, además,
aportan valores muy importantes a las organizaciones y se preocupan mucho de sus equipos. Son buenas administradoras y su participación en las empresas y organizaciones representa un incremento de volumen de negocio y buena administración financiera. Todo esto demostrado por recientes estudios.
Ellas tienen especiales habilidades de relaciones, de mediación y de comunicación. A pesar de todo esto son una minoría en los Consejos de administración, en las comisiones y comités de dirección de las empresas y las organizaciones sociales, políticas y económicas. Además, ellas cobran casi un 19% menos (precio/hora) por el mismo trabajo perjudicándolos la independencia económica presente y a largo plazo, pues sus pensiones serán menores que las de sus compañeros, o claramente subsidiarias, si
han tenido que reducir jornadas o bien han abandonado el mercado de trabajo por responsabilidades familiares.
Por si fuera poco, ellas siguen trayendo la responsabilidad máxima de la cura de las personas y de la crianza de los hijos, lo cual se llama trabajo reproductivo necesario y básico porque una sociedad funcione pero que todavía hoy en día, no está valorado ni contabilizado en el PIB. Todo esto
perjudica seriamente la salud de las mujeres (las mes estresadas y medicades de la Unión Europea), la salud de los niños y niñas puesto que son los que menos duermen y esto los afecta a su salud mental, física y a su rendimiento escolar.
Necesitamos un cambio profundo de sistemas, de cultura y de sociedad para dejar a nuestros hijos un mundo mejor. Todos estos problemas podrían solucionarse si organizáramos la sociedad poniendo en el centro a la persona o los derechos, deberes y responsabilidades de todas las personas y elaboráramos
un NUEVO PACTO SOCIAL con todos los agentes sociales y las verdaderas representantes de los intereses de las mujeres, donde se marcaran los derechos y responsabilidades de toda la sociedad y nos dotáramos de una organización de tiempo y de espacios de manera justa, equitativa y democrática.
Anna Mercadé publica regularmente sus artículos en su bloque personal.