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Robótica: motor de bienestar y progreso

11 de Noviembre de 2019
Pere Homs

La evolución, como la flecha del tiempo, tiene sólo un sentido. Todo cambio que va asociado al paso del tiempo se reconoce en la evolución. Pero cuando el ritmo del cambio es extremo, le llamamos revolución. Buscando en la enciclopedia digital por excelencia encontramos: "revolución es una transformación profunda y rápida de la estructura social, económica y política de una sociedad". Estamos viviendo una revolución de la mano de la confluencia de las tecnologías digitales, porque el cambio va más deprisa de lo qué podemos prever y controlar.

"La evolución, como la flecha del tiempo, tiene sólo un sentido. Todo cambio que va asociado se reconoce en la evolución. Pero cuando el ritmo del cambio es extremo, le llamamos revolución"

La falca que ha abierto camino en la revolución tecnológica no es otra que la robótica, que con el paso de los años se ha visto impulsada por otros tecnologías facilitadores con las cuales se han difuminado las fronteras, como por ejemplo la internet de las cosas, la fabricación aditiva o la inteligencia artificial. Un camino que se iniciaba ahora hace 50 años con una primera gran oleada, en su vertiente industrial.

Una oleada que hoy se encuentra en sus cotas más elevadas, con más de 400.000 nuevos robots industriales instalados en 2018 en las fábricas de todo el mundo, de los cuales 5.000 en nuestro mercado local, también en cifras de máximos. Una segunda oleada está ahora apenas cogiendo altura en la robótica de servicios con crecimientos en el 2018 de más del 30% en sus principales ámbitos: logística, inspección y mantenimiento, asistencia médica o robótica personal y doméstica. Un verdadero tsunami que lo está transformando todo.

Ante este vector de innovación encontramos la natural -atávica, incluso- resistencia al cambio. El acento en las consecuencias negativas del progreso, que están. Posiblemente la más discutida es la eventual transformación y reducción de puestos de trabajo tal y como lo entendemos hoy.

"La oleada se encuentra en sus cotas más elevadas, con más de 400.000 nuevos robots industriales instalados en 2018 en las fábricas de todo el mundo, de los cuales 5.000 en nuestro mercado local"

Aun así, los profesionales de la robótica, actores activos de esta transformación, tenemos que pedir a la sociedad que nos reclame más y mejores soluciones de acuerdo con la aplicación de la tecnología para generar mayor productividad y un incremento en la eficiencia en el uso de los recursos, en la fabricación de productos y la prestación de servicios. Y en esta misión la robótica -industrial y de servicios- tiene un papel fundamental.

A la vez, nos tiene que exigir -nos tenemos que exigir- una visión sistémica de nuestras propias acciones. Tenemos que ir más lejos que la tecnología para reclamar, nosotros también, que el valor económico que contribuimos -y tenemos que seguir contribuyendo- a crear, encuentre los mecanismos de capilarizar de forma justa en toda la sociedad, haciendo de la robótica un verdadero motor de bienestar y progreso, trabajando también para minimizar los impactos sociales y medioambiental con mejores y más eficientes diseños y soluciones tecnológicas.

¿Quien objetivamente renunciaría al progreso y bienestar que la tecnología nos está aportando y nos tiene que seguir aportando en el futuro? Las economías que tienen una mayor densidad de robots son las más avanzadas económicamente y socialmente. Ayudar a reconocer, esta correlación es -entre otros objetivos- la razón por la cual desde el Grupo de Trabajo de Robótica de la Comisión Industria 4.0 de Enginyers de Catalunya organizamos la Noche de la Robótica, punto de encuentro de los profesionales del sector, que este año llegó a su quinta edición.