Hay personas que tienen un poco de polvodeestrellas en la cabeza. No es gente distinta del resto, es gente a la que le brillan los ojos cuando habla. Gente que ama con fuerza, gente que llora y ríe intensamente. Hay gente que cuando te cuenta algo que le apasiona se le llenan los ojos de magia. Cuando estudiaba filosofía nos hablaban del éter, el quinto elemento de los griegos que sólo se encontraba en la capa superior del cielo, cuyo material estaba hecho lo que llamamos cielo. Siempre me ha gustado pensar que hay agujeros de la atmósfera por donde se cuela y llega a las cosas, a la naturaleza, a las personas.
El polvo de las estrellas es mágico, pero no puede verse. Es algo como todas las cosas importantes de la vida, que no se pueden ver. El polvo de las estrellas no siempre es positivo, pero reside con nosotros eternamente. Quizás en nuestra alma, quizás en la forma en que abrazamos. Es difícil escribir sobre algo que no sabemos cómo explicar por qué no se puede explicar. Siempre he pensado que tiene que haber por fuerza algo que se cuela entre lo que podemos ver, contar y controlar, algo que da ese sentido místico que necesitamos para vivir, para hacernos un relato de la vida, para empezar a hacer cosas que requieren valentía y que, aunque no siempre tienen un sentido claro o acertado, son inevitables y nos resultan inevitables. El polvo de las estrellas es una forma romántica de encontrar una narrativa a todo esto que no podemos explicar, pero que es lo contrario de un agujero negro. Es una fuerza expansiva que nos lleva adelante, que nos empuja a hacer y ser.
"A veces, sin embargo, las cosas importantes de la vida no pueden explicarse, y está bien"
La música contiene polvo de las estrellas, la naturaleza también. En realidad, hay muchas cosas que tienen éter, pero no siempre somos capaces de dejarlas evidentes de cara al resto. Las artes tienen polvo estelar, algunas partes de la religión hay polvo, algunas iniciativas humanas tienen polvo por esencia. Es difícil saber en qué grado y en qué medida qué, quién y cómo. Hay actividades que tienen polvo de las estrellas porque se nos presentan evidentes, plenas, brillantes. El polvo de las estrellas nos acompaña en los mejores momentos de nuestra vida y es el hilo de plata que nos saca de las malas. Como seres humanos, como personas, tenemos dificultades para relacionarnos con el polvo de las estrellas, y solemos achacar las explicaciones racionales a aquellas cosas que podemos contar, que podemos tocar, que podemos cuantificar. Pero nuestra tendencia y obsesión con el control hacen que seamos orgullosos y prepotentes hacia todo lo que no podemos comprender plenamente.
A veces, sin embargo, las cosas importantes de la vida no pueden explicarse, y está bien. Está bien asumir que no podremos conocerlo todo, que no podremos saberlo, controlarlo y dominarlo todo. Es un acto de humildad existencial que la humanidad debería emprender, que el hombre blanco y occidental debería practicar más. Permanecer abiertos a las sorpresas, a las cosas que nos son incomprensibles, incuestionables, intangibles e inalcanzables. Entender que nuestro empeño llega a un límite que a menudo se nos presenta claramente como un frente, una pared, una barrera. Entender que nuestra existencia es irrelevante en un mundo armonizado por las estrellas, y valorar las sonrisas por encima de cualquier cosa; el amor y la gracia de un planeta que está completo con nosotros y sin nosotros.