En España estamos en período de elecciones. Los resultados electorales y los acuerdos políticos de los partidos traerán cambios sustanciales en la gestión pública en función de la ideología de los distintos gobiernos. Las decisiones vendrán marcadas también dentro del marco de una Unión Europea (UE) que se ha visto sacudida por crisis económicas, la pandemia de la covid-19, la guerra de Ucrania, etc. Son hechos que han traído una guerra a Europa, la emergencia sanitaria, la crisis energética, inflación, rearme militar, enormes déficits públicos, elevados endeudamientos y como resultado un modesto crecimiento económico.
A pesar de esta realidad, es necesario reconocer que la mayoría de los ciudadanos de la Unión Europea somos unos privilegiados y que el "Modelo de Bienestar Europeo" funciona razonablemente bien, aunque no para todos. Son millones los europeos que viven en una situación de pobreza o en riesgo de exclusión social. También en Catalunya la dimensión de la marginación social es escandalosa.
Para dar respuesta a las diferentes crisis y evitar el colapso económico, el hundimiento de empresas y una explosión del paro, la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE) han tenido que tomar diversas medidas, en algunos casos poco ortodoxas. Las decisiones, en general, han sido sensatas, flexibles y socialmente sensibles. Han actuado de forma muy diferente de las políticas neoliberales implementadas por la CE en la crisis financiera del año 2008. Parece ahora, que dentro de la gravedad de la situación, esta se ha estabilizado y ya, a partir de 2024, se quiere asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas volviendo a la consolidación fiscal y al equilibrio macroeconómico. La guía a seguir volverá a ser la paulatina exigencia de un déficit público inferior al 3% del PIB y la reducción de la deuda pública. Este nuevo marco económico y financiero llevará a limitar el gasto público y la inversión social, especialmente en los sistemas de pensiones, con riesgo de poner en tensión la sostenibilidad del Modelo Bienestar Europeo.
La UE debe aprovechar sus potencialidades, que son muchas, y recuperar la soberanía en el campo político, económico, tecnológico, social y de defensa, que hoy dependen excesivamente de Estados Unidos, China y otros países
Al beneficiarnos de este modelo, la mayoría de los europeos somos unos privilegiados; pero no está garantizado que siempre será así. Para garantizar la continuidad del sistema es necesario poder financiarlo. En el mundo hay muchos problemas por resolver: pugnas geopolíticas, calentamiento del planeta, guerras, presión demográfica, desigualdad escandalosa o la crisis energética y, además, la UE tiene sus propios retos a resolver. Uno de ellos, es el de no ser tragada por la pugna entre Estados Unidos y China por ver cuál de ellas será la primera potencia mundial, en la que la UE puede quedar totalmente marginada. Para evitarlo, la UE debe aprovechar sus potencialidades, que son muchas, y recuperar la soberanía en el campo político, económico, tecnológico, social y de defensa, que hoy dependen excesivamente de Estados Unidos, China y de otros países.
Solo un crecimiento económico sostenible y respetuoso con el medio ambiente, podrá garantizar de cara al futuro el actual Modelo de Bienestar Europeo. La pregunta es, en un marco global altamente competitivo y con tensión permanente: ¿cómo impulsar el crecimiento económico, la creación de empleo, la innovación tecnológica, la educación y la cohesión social? ¿Cuál es la respuesta que dan los partidos políticos? En estos últimos años, se han apagado muchos fuegos recurriendo a un mayor endeudamiento. Ahora, todo el mundo está tan endeudado que esta carta, parece que ya no debería jugarse. ¿Cuáles serán las prioridades políticas de los gobiernos español, catalán y de los ayuntamientos en esta nueva coyuntura? Mande quien mande, no deberían olvidar que el objetivo de la política es llevar el bienestar presente y futuro a todos los ciudadanos y en especial a los más débiles. Veremos cuáles son las propuestas y quiénes benefician.