Nunca es tarde para redirigir los sueños. Así lo demuestra la historia de JoseGuerrero, de 30 años, y su madre Carmen Ramírez, de 60, que en siete años pasaron de dedicarse al sector textil a tener dos restaurantes con más de 300 plazas en Barcelona. Guerrero explica que sus padres han sido diseñadores textiles desde los 14 años vendiendo al por mayor a Montigalà, Badalona, donde tienen varias marcas propias y distribuyen en diferentes tiendas. "Siempre hemos sido una familia unida y hemos tenido un gusto por la gastronomía bastante elevado", explica Guerrero. En 2017, sus padres y dos amigos del textil decidieron comprar una masía del siglo XV y restaurarla para hacer un restaurante en el Maresme, Ca l'Estrany. "Mis padres vieron que la gastronomía era bastante sacrificada y decidieron dejar el negocio a los amigos", explica Guerrero, que detalla que todavía sigue abierto y que es un restaurante de referencia de la zona. Además, precisa que entre semana trabajaban en la distribución textil y el fin de semana lo pasaban trabajando en el restaurante sin descanso.
Guerrero: "Siempre hemos sido una familia unida y hemos tenido un gusto por la gastronomía bastante elevado"
Una paseada por las Arenas
Guerrero, que estudió arquitectura, recuerda que un día que sus padres, que tenían una tienda de ropa en el centro comercial Las Arenas, paseando por la cúpula, su madre dijo: "Aquí quiero tener un restaurante", puesto que tenía la espina clavada de Can l'Estrany. Así que el 2012 empezó la aventura y toda la familia abrió un restaurante, el Abrassame. "Mi hermano y mi padre decidieron volver a la ropa y nos quedamos mi madre y yo", dice Guerrero. La filosofía del Abrassame, también el nombre, es "hacer sentir a los clientes como en casa", y que todo el mundo se sienta abrazado, en un juego de palabras con el término brasa. "Yo tenía 28 años y no me iba a quedar con un solo restaurante", explica Guerrero, que después de cuatro años al frente de este proyecto fue a por el segundo: el Amassame, en la calle Santa Medir de Sants. Este establecimiento es un homenaje a sus padres que "cada dos por tres viajaban a Italia", y en Bolonia su madre conocía una señora, la nona Maria, que le daba recetas originales italianas.
Dos locales, dos mundos
En cuanto a la propuesta gastronómica, los dos restaurantes son muy diferentes. El Abrassame propone una cocina mediterránea basada en carnes de primera calidad, pescado de palco y sartenes, unas sugerencias acompañadas de unas vistas panorámicas en la ciudad, con puestas de sol impresionantes detrás el Tibidabo. La brasa es, como no puede ser de otro modo, la técnica reina del local. En el establecimiento en Sants, es todo muy distinto: cocina italiana con pasta y pizza hecha a mano aprendida por Carmen en sus viajes en Italia. La propuesta reivindica ser auténticamente italiana con masa fermentada durante 48 horas y con ingredientes, embutidos y quesos italianos.
Unos 100.000 comensales al año
"Hay meses, semanas y días muy diferentes", explica Guerrero sobre el volumen de estos dos negocios, y recuerda, por ejemplo, un agosto donde todos los fines de semana llovió y fue el mejor en facturación y comensales de sus registros. "En verano nos va bien que haga mal tiempo porque la gente no va a la playa", explica el empresario, que avisa que en invierno pasa lo contrario: si llueve, la gente no sale. Dicho esto, detalla que hay meses que superan los 10.000 comensales, pero es una cifra que anualmente no supera las 100.000 personas. Para su restaurante en la cúpula de las Arenas, los meses buenos empiezan con el Mobile World Congress, las ferias de la primavera y la Semana Santa, el verano, la Mercè, las ferias de nuevo y la Navidad: "Podemos decir que nuestra temporada es bastante larga". Al Amassame, al ser más un barrio, la temporada y el turismo no se notan tanto y tienen una facturación más estable.
En capacidad, si en el Abrassame caben unos 220 comensales a la vez, en el Amassame la capacidad es de 140 plazas. Según Guerrero, la inversión inicial en el Abrassame "fue muy elevada", superando el millón y medio de obra. "Nos otorgaron el proyecto en enero y el 29 de marzo ya estaba abierto", explica el empresario, que trabajó noche y día en el proyecto. A diferencia de este, en el Amassame, como lo hicieron con más tiempo, fue distinto. "Era una antigua Tagliatella, encontramos techos altos, paredes de madera y seguimos sacando capas descubriendo todos los locales que había sido", relata Guerrero, que detalla que al final dejaron la estructura inicial con obra vista. Sobre la plantilla, asegura que es una cifra que varía según la temporada y que pasa de un mínimo de 22 personas a un máximo de 50 en temporada alta en el Abrassame, mientras que el Amassame tiene una cifra fija de nueve personas, sin contar administración, marketing y dirección.
El futuro: càtering
"Este año haremos una línea de cátering", avanza Guerrero, que ahora mismo está diseñando el plan de empresa y cree que alrededor de septiembre podrá hacer el lanzamiento. Explica que, de hecho, en el Abrassame han hecho bastantes càterings para familias y acontecimientos especiales, y que esto les da una experiencia previa. En esta nueva línea de negocio, prevé que la inversión sea mínima porque el grupo compró los equipos de una cocina que cerró, y que ahora sólo hay que montarlos e instalarlos en una nave en Badalona. El futuro es un sueño.