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Zubi: “Nadie me cataloga como cruyffista, ni como nuñista ni rosellista. Simplemente, soy yo"

Según Andoni Zubizarreta, considerado uno de los mejores porteros de la historia del Barça, "el fútbol ha evolucionado y no volverá al 2010"

Andoni Zubizarreta, exfutbolista y director deportivo, frente al restaurant Fishhh! | Carolina Santos
Andoni Zubizarreta, exfutbolista y director deportivo, frente al restaurant Fishhh! | Carolina Santos
Barcelona
04 de Diciembre de 2022

Andoni Zubizarreta (Vitoria, 1961) fue el portero titular del Barça durante ocho temporadas (1986-1994) y está considerado uno de los mejores guardametas de la historia barcelonista. Fue uno de los pilares del Dream Team, el equipo dirigido por Johan Cruyff que ganó la primera Copa de Europa de la entidad (1992) y cuatro Ligas consecutivas. Además de las experiencias en el terreno de juego, vivió otros episodios destacados de la historia azulgrana, como el Motín del Hesperia. El Barça prescindió de él tras la dolorosa derrota ante el AC Milan en la final de la Champions en Atenas sin que pudiera despedirse de la afición. Su palmarés y trayectoria como jugador se pueden resumir en algunas cifras: 16 títulos ganados con el Athletic y el Barça, 126 partidos disputados con la selección española y la participación en cuatro Mundiales y tres Eurocopas entre 1984 y 1998.

Dedicándose a la gestión deportiva, Zubizarreta regresó al Barça como director deportivo en 2010, con Sandro Rosell en la presidencia y Pep Guardiola en el banquillo. Durante los cinco años que ocupó el cargo, tuvo que gestionar el adiós del técnico de Santpedor y las derivadas deportivas de la trágica enfermedad de Tito Vilanova. Entre los 14 títulos conseguidos en aquel periodo, es especialmente recordado el triplete con Luis Enrique como entrenador y el tridente Messi, Neymar y Luis Suárez en la delantera. Unos meses antes, el 5 de enero de 2015, el presidente Josep Maria Bartomeu lo había destituido tras un partido del Barça en Anoeta por una supuesta “pérdida de confianza” en él a pesar de que Zubizarreta había encabezado la reconstrucción del equipo con fichajes como los de Luis Suárez y Ter Stegen. La Milanesa de Messi charla con Zubizarreta de su trayectoria en el restaurante Fishhh!, de Lluís de Buen, en una noche fría de noviembre, un día después del inicio del Mundial de Qatar.

Con una trayectoria tan dilatada, ¿no se ha planteado nunca escribir sus memorias?

Me lo han planteado y lo he meditado en ocasiones, pero creo que escribir unas memorias supone revelar facetas de tu vida que no se conocen. En esa situación no me sentiría muy cómodo. Además, hay una parte de la vida que implica guardar tus historias sin olvidar que hay otras personas que pueden tener historias diferentes de la misma situación. En cambio, sí tengo la idea de escribir un libro que recoja 11 cuentos y 11 historias.

Trabajo con Rayados de Monterrey en un plan estratégico para desarrollar antes del Mundial 2026

Siempre ha transmitido serenidad y reserva.

Sí, soy así, aunque una parte de mi personalidad es acelerada. Cuando empiezo proyectos y estoy involucrado en temas importantes, soy muy acelerado y me falta un poco de estructura para organizarme bien. Luego, en su desarrollo, soy mucho más tranquilo y tengo mayor capacidad para percibir cosas. Este elemento de reserva me permite trabajar bien en los equipos porque tengo este punto de equilibrio. A veces, mi problema ahí es que le doy muchas vueltas a las situaciones porque siempre pienso que se pueden mejorar. Sin embargo, cuando quiero que algo salga, sale. La estructura que le he podido dar en la reflexión permite que todo salga mejor.

Andoni Zubizarreta al restaurant Fishhh! | Carolina Santos
Andoni Zubizarreta en el restaurante Fishhh! | Carolina Santos

¿Qué hace en estos momentos? Se le ha perdido un poco la pista…

Después de acabar mi etapa en el Olympique de Marsella en 2020, volví a Bilbao desde donde hice un máster de la Universidad de Columbia sobre transformación digital online con dos estancias en Nueva York. Luego empecé a trabajar con Rayados de Monterrey como consultor porque el club tiene un plan estratégico que necesita desarrollar antes del Mundial 2026, una tarea que combino con mis artículos en El País y las conferencias que ofrezco a empresas.

Estudió un máster con 60 años.

Entre 2004 y 2010, trabajé aspectos de desarrollo de habilidades de gestión. En ese momento aprendí muchas cosas, pero también me di cuenta de que había conocimientos que no tenía consolidados. Con el parón de la pandemia, surgió la ocasión de hacer el máster. Ha sido una experiencia muy interesante. Me ha servido para entender la mentalidad del empresario, cómo se organiza un plan estratégico y los elementos de transformación digital, y muchas otras cosas.

La impresión es que no figura en las filas del cruyffismo. ¿Esto le ha comportado algún problema?

En mi etapa de jugador del Barça, yo era el capitán del equipo. En este sentido, no diría que fuera el contrapoder a Johan porque Johan era mucho Johan, pero sí era quien asumía la situación de ir a decirle algo en nombre del vestuario. Esa trayectoria acabó con mi marcha después de la final de Atenas y a mí, siendo parte del Dream Team, siempre se me ha situado como un electrón libre dentro de ese sistema. Nadie me cataloga como cruyffista, pero tampoco como nuñista ni como rosellista, a pesar de haber trabajado con Sandro Rosell. Simplemente, soy yo, y eso es algo que me gusta.

El debate del cruyffismo me interesa poco: creo más en las cosas de “hacer” que en las de “decir”

Si en el mundo se cuelgan muchas etiquetas, en el fútbol todavía es peor.

¿Puedes perder oportunidades por ser así? Sí, claro, sé que eso puede ocurrir. Es una realidad. En este sentido, yo creo más en las cosas de “hacer” que en las de “decir”. El debate del cruyffismo me interesa poco. Cuando llegué al Barça en 2010, mi interés era examinar qué era el estilo del Barça y su ADN. Quería analizar cómo se podía estructurar y cómo se podía desarrollar con un área de metodología para que el conocimiento se pudiera transmitir a los equipos inferiores y se pudiera hacer crecer en lo que acabó siendo el hub del club. Eso era lo que me interesaba.

Llegó al club con Sandro Rosell de presidente y Guardiola de entrenador. ¿Qué recuerdos tiene de aquellos años?

Fueron unos años muy buenos. Llegué al FC Barcelona en 2010 con un equipo que el año anterior había ganado todos los títulos y con una selección española campeona del mundo con varios jugadores del Barça. ¿Cómo podía mejorar eso? Me centré en trabajar para dar estructura a aquel equipo para que continuara funcionando. Así fueron los dos años con Pep, un período muy intenso porque el trabajo con él así lo es. Entonces, llegó la etapa final, cuando decide dejar el club, un período complejo y difícil.

¿Sabía que la rueda de prensa del adiós de Guardiola iba a incluir el anuncio de Tito Vilanova como nuevo entrenador?

Sí, teníamos esa idea.

Mi salida del Barça como director deportivo fue un motivo “político” y no deportivo

¿Entiende que parte del barcelonismo se declare huérfana de Pep, ya que nunca tendría que haber dejador el club?

Comprendo que todo el mundo quiera que vuelva un tiempo tan maravilloso con un juego como aquél. Es normal que eso pase cuando recuerdas alguien como Pep, que fue capaz de crear un conjunto como ése. El nombre de Pep Guardiola está subrayado en la historia del Barça.

Andoni Zubizarreta al restaurant Fishhh! | Carolina Santos
Andoni Zubizarreta al restaurant Fishhh! | Carolina Santos

¿El declive empezó con Tata Martino?

No, porque luego, con Luis Enrique, ganamos la Liga, la Copa del Rey y la Champions en una misma temporada.

El supuesto declive del Barça no empezó con Tata Martino porque luego llegó Luis Enrique y ganamos el triplete

¿No existía una cierta idea de inercia?

¿Qué quiere decir declive? Esas teorías tan barcelonistas del declive… ¿Declive de qué? El rival del Barça en el 2005 y el 2006 era el Manchester United, que era el gran club en ese momento. Años después, el Barça ganó dos finales de Champions contra el United. A partir de ahí, si comparamos lo que ha hecho el Manchester United y cómo fue la trayectoria del Barça, vemos que el Barça continuó ganando ligas y una Champions en 2015. Por eso cuando se habla de “declive” parece que se le quiera dar a alguien el testigo del malo de la película. Si éste además es de fuera y argentino, mejor, porque si es uno de los nuestros, la responsabilidad será nuestra y no del polo de color pistacho en un año que fue terriblemente duro.

¿Un descenso de la cima del Everest?

Insisto: el Tata Martino estuvo un año y luego llegó Luis Enrique. Esa temporada se ganó el triplete. Si eso es declive, que vengan todos los declives del mundo…

¿Se sintió chivo expiatorio del problema entre Messi y Luis Enrique?

Lo dije en su momento y lo mantengo ahora: mi salida del Barça fue un motivo “político” y no deportivo. No tenía nada que ver con ninguna decisión que yo hubiese tomado. Además, Messi dijo que su relación con Luis Enrique era maravillosa y que se llevaban muy bien. Parece que por ahí no estaba el problema. El problema debía estar algún despacho que yo no conozco.

Fui portero porque yo quería ser como Iribar, a quien imaginaba gracias a la radio y a las crónicas de los diarios

¿En qué despacho?

No lo sé y prefiero no pensarlo. Fue un tema que me dolió. Lo he contado en otras ocasiones y hay gente que cree que es broma, pero ocurrió un 5 de enero, la Noche de Reyes, una fecha que para mí es muy especial. En cambio, ese día fue terrible. Si lees las crónicas de los meses anteriores, ves el zarandeo que sufrió mi nombre. Parecía que era responsabilidad mía si un jugador mandaba la pelota al palo o si el césped no estaba en buenas condiciones. El riesgo de ir de independiente implica estos escenarios. No tenía ninguna trinchera que me defendiera. Yo estaba en medio del tiroteo. A un lado, los cruyffistas, y al otro, los no cruyffistas, mientras yo estaba entre unos y otros recibiendo disparos de ambas partes. No es una posición fácil.

Fichó a Ter Stegen, Luis Suárez y Rakitic, pero le recuerdan por “el rendimiento inmediato” de Vermaelen.

Eso equivale a resumir mi carrera por el gol de Nigeria. Habrá quien quiera resumir así una carrera, pero si tú repasas la trayectoria de alguien no se puede condensar únicamente en una jugada. Un amigo mío de Bilbao muy cristiano siempre dice que lo que espera cuando llegue el Día del Juicio Final es que lo juzguen por la media, no por el mejor día ni por el peor. Algo así debería ocurrir a la hora de valorar aquellos años de la supuesta decadencia en que ganamos una decena de títulos. En este sentido, nunca diré que yo fuera el mejor director deportivo porque llegué con un equipo extraordinario, pero al menos no lo fastidié.

Mi equipo es el Athletic; el Barça es una época maravillosa de mi vida de la que no reniego de nada

¿Qué recuerdo tiene de la final de Copa de 1984 entre Athletic y Barça?

Aprovecho la pregunta para decir una cosa importante: mi equipo es el Athletic. Ese es mi club, mi infancia, mis recuerdos… El Barça es una época maravillosa de mi vida de la que ni tan siquiera reniego del 5 de enero que comentaba antes. Dicho esto, recuerdo que lo primero que vi fue una patada de Maradona a Miguel Sola, que quedó inconsciente y a quien llevé al vestuario en camilla. Cuando salí del vestuario, presencié la tangana. Cada vez que veo las imágenes, me duele porque esa victoria, que suponía para el Athletic ganar el doblete ese año, quedó empañada por la tangana.

Ficha por el Barça y en la portería estaba Urruti.

Llegué al Barça después de que el equipo perdiera la final de la Copa de Europa en Sevilla. Solamente Urruti se salvó de ese partido porque paró dos penaltis en la tanda final, pero Venables decidió que yo sería el nuevo titular. Además, Urruti tenía la capacidad de transmitir una alegría, un atrevimiento y un desparpajo que yo no tenía más allá de si uno es mejor o peor portero. Yo era un portero racional y más estricto. Recuerdo charlas con Joaquim Maria Puyal, que me decía que me tirara, aunque el balón no fuera a puerta para que la gente estuviera contenta. Yo le respondía que eso no lo podía hacer. Imagínate que la pelota no va fuera, pega en el palo y no puedo reaccionar si un rival puedo rematar otra vez… Hay cosas que no se pueden impostar. No digo que Urruti lo hiciera, pero él era efervescente y yo era discreto y tranquilo.

El portero tiene que estar conectado al juego, no sólo tiene que parar balones

La acogida en el Camp Nou no fue la mejor al principio...

En mi primera temporada en el Barça, creo que estuve ocho partidos sin encajar un gol en el Camp Nou, pero el público me silbaba. Algo empezó a cambiar en una jugada. Fue un disparo suave del Cádiz desde lejos. Recogí el balón mientras los Boixos Nois gritaban “¡Uuuyyy!”. Entonces, los Boixos me empezaron a insultar, pero como reacción el público general empezó a aplaudirme. Esa noche una imagen borrosa del programa de televisión Estudio Estadio mostró de forma lateral que yo había hecho un gesto [hace el gesto de la peineta] que sólo vieron los Boixos y esa cámara… Fue entonces cuando hubo un cambio en la relación del público del Camp Nou conmigo.

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Andoni Zubizarreta en el restaurante Fishhh! | Carolina Santos

Como portero es la personificación de lo que pedía Di Stefano: “No te pido que atajes las que vayan dentro, pero por lo menos no te metas las que vayan fuera”.

En el partido de Nigeria, metí una dentro que iba fuera… [bromea] Sí, ése era unos mis principios. Yo fui portero porque yo quería ser como Iribar. Suelo decir que no sé si soy del Athletic porque jugaba Iribar o si quería ser como Iribar porque jugaba en el Athletic. Ese deseo de ser como Iribar me surgió sin poderlo ver porque vivía a 70 kilómetros de Bilbao y la mayoría de partidos no se retransmitían por televisión. Seguí a Iribar por las narraciones radiofónicas y por las crónicas deportivas de la Gaceta del Norte firmadas por José María Múgica, que escribía y describía muy bien. Iribar suele decir que nosotros somos porteros de imaginación y no de ver, porque vimos poco a los buenos de esas épocas. Yo soy portero desde entonces y, cuando coincidí con Iribar como entrenador de porteros en el Athletic, encajamos enseguida porque vemos el fútbol de una forma muy similar: la clave es que el portero siempre tiene que estar bien situado entre la pelota y la portería en la bisectriz que reduzca al máximo el espacio al delantero. No se trata de ser más vistoso ni de ser más elegante.

La relación entre el niño vasco y la figura de los porteros es atávica, simbólica.

Yo diría que es totémica. Por ejemplo, la historia del Athletic se puede contar a partir de porteros como Blasco, Carmelo e Iribar, que abarcan unos 60 años del club. Cuando se jugaba con el dorsal 1 y no había nombre en la camiseta como ahora, existía un elemento hereditario cuando esa camiseta pasaba de un portero a otro. La figura del portero, que trabaja para dejar la portería a cero y que es el que da la base al equipo, está muy arraigada en nuestra cultura, en nuestra industria y, en general, en nuestra sociedad. Ser quien pone las bases de algo está reconocido en nuestra cultura. En cambio, en sociedades más vistosas, como puede ser la mediterránea, esos elementos suelen pasar más desapercibidos. Recuerdo que, cuando éramos chavales y jugábamos un partido, no elegíamos a los buenos como jugadores de campo y el malo era el portero. No, el portero era muy importante e intentábamos tener al mejor siempre. En el Athletic, esta filosofía ha tenido continuidad y en estos momentos tiene a Unai Simon y Agirrezabala. En la historia de la Real Sociedad, ha pasado algo muy similar con nombres como Esnaola, Urruti, Artola y Arkonada.

Mi recuerdo es que Johan dijo en Wembley: “Salid y disfrutad porque el resultado ya está escrito en las estrellas”

Hablando de porteros, era fascinante ver cómo Iribar lanzaba las contras del Athletic sacando en largo con la mano.

¡Y además lo hacía con aquellos balones que pesaban mucho! Ese gesto lo aprendí a hacer. El día que ganamos al Athletic 0 a 6 poco después de que Johan fuera ingresado por problemas de corazón, hice un lanzamiento como aquél. Recuperé el balón en un saque de esquina y lo pasé a Goikoetxea, que asistió a Stoichkov para que marcara. Jugadas como ésa me recuerdan algo que siempre defendemos con Iribar. El portero tiene que estar conectado al juego, no sólo tiene que parar balones y ser el especialista de la portería. Eso significa que tiene que dominar, por ejemplo, jugadas como el lanzamiento como el pie y como pasar el balón al lateral con ventaja para que pudiera jugar sin controlarlo. Son aspectos del juego que ya trabajábamos en los años 80, pero es cierto que con el cambio de reglas de los años 90 que afectó a los porteros aún ganaron más importancia. Los italianos dicen que esa modificación del reglamento supuso la muerte de una generación de porteros como Zenga y Tacconi porque no se sabe adaptar. El hecho de que yo me adaptase a las reglas cuando llegó Johan sorprendió a muchos. Cuando Johan me colocaba en los rondos, pensaba que me hacía bullying para sacarme del equipo, pero, como soy guipuzcoano y un poco tozudo, al final acabé jugando en el rondo bueno con Laudrup, Stoichkov, Guardiola, Koeman, Bakero, Txiki y el mismo Johan. Es cierto que muchas veces estuve en medio del rondo, pero también es cierto que le hice un caño a Cruyff.

¿Qué vio en Ter Stegen para ser el relevo de Víctor Valdés?

A finales de setiembre, Albert Valentín, coordinador de los observadores; Narcís Juliá, secretario técnico, y yo nos reuníamos con el entrenador correspondiente. Analizábamos los jugadores y los que habían subido del filial para determinar las posiciones que teníamos que examinar. Pasado el mercado de invierno, hacíamos una reunión para marcar los objetivos. En el caso de Víctor Valdés, le quedaba solamente un año de contrato y había pedido a mi equipo que empezara a analizar porteros, aunque aún era posible que Víctor renovara y no fuera necesario contratar a ninguno. Ricard Segarra, que coordinaba la unidad de porteros, se encargó de hacer una primera lista con candidatos. Jordi Melero, que era el scouter para Alemania, me dijo: “He visto a un chaval con una personalidad en el Borussia Mönchengladbach [Ter Stegen], que está a punto de bajar. Yo no entiendo de porteros, pero lo tendrías que ver…”. Su nombre quedó, entonces, anotado. Cuando Víctor dijo que no renovaba, definimos qué perfil necesitábamos y estuvimos buscando hasta que volvió a aparecer Ter Stegen. Una incorporación de este estilo es difícil de analizar porque no hay ningún equipo que juegue como el Barça. En Alemania, Ter Stegen también salía con el balón jugado y le pegaba bien a la pelota, pero otra cosa es jugar con un equipo tan adelantado por mucho que tengas tanta personalidad como él. En el caso de los jugadores de campo, es diferente. Por ejemplo, Mascherano llegó como pivote, pero no encontró el sitio y empezó a jugar de central, posición en la que se consolidó. Él tuvo un tiempo para adaptarse, porque podía entrar a jugar de forma gradual. Con un portero, esto no es posible. Si lo pones a jugar, lo pones a jugar. Esta circunstancia le da complejidad a la decisión de traer a un portero. En ese momento, llegó Luis Enrique, que es atrevido y tenía de segundo entrenador a Unzué, que conoce el mundo de los porteros. Finalmente, fichamos a Ter Stegen y también a Claudio Bravo, que era más veterano. De Ter Stegen nos convenció su personalidad, su uno contra uno, que salía muy arriba en los balones aéreos, que ocupaba muy bien la portería y, por supuesto, que sabía sacar muy bien el balón con los pies en corto y en largo.

Se habló de Courtois.

Sí, era otro nombre que hubiese encajado en la portería perfectamente. La cuestión era que necesitábamos alguien que jugara más adelantado y en aquel momento Courtois no lo hacía. Hoy Courtois hace muchísimas más cosas que cuando nosotros lo analizamos. Esta evolución de Courtois es muy difícil de hacer porque pasar a jugar más adelante de donde estás situado en la portería y hacerlo con los pies obliga a tener una visión global del campo más compleja. Este cambio es complicado de hacer y Courtois lo ha conseguido.

¿Qué recuerdos tiene de Wembley 92?

Recuerdo el día antes del partido a Julio Salinas y a Pep Guardiola discutiendo el número de escalones que había entre el césped y el palco donde se tendría que recoger la Copa de Europa y cómo les dije que ganásemos la final el día siguiente para poder contarlos mientras subíamos. Otro recuerdo es que, al acabar el entrenamiento del día previo a la final, Koeman pidió a Stoichkov y a Bakero que se quedaran para ensayar la acción del tiro de falta que luego nos dio el trofeo. También recuerdo el momento y la sensación de salir al césped de Wembley antes de empezar el partido. Otra sensación que guardo es mirar el cronómetro del marcador para saber cuánto tiempo faltaba para el final cuando Koeman marcó el gol en lugar de ir a celebrarlo con el equipo. Tengo presentes los abrazos en el medio del campo al acabar el partido. Me senté un momento en un balón y vi a los jugadores de la Sampdoria tumbados en el suelo mientras pensaba la poca distancia que hay entre la victoria y la derrota. Otro de los recuerdos es la imagen de Seve Ballesteros muy feliz en nuestro vestuario con más gente.

Veo bien al Barça, pero hay una exigencia y unas ansias de pasar del campamento base al Everest inmediatamente

¿Johan os dijo “salid y disfrutad” en el vestuario?

Entre los que estuvimos en la charla hay discusiones sobre eso. Yo tengo el recuerdo que en un momento dado Johan dijo: “Salid y disfrutad porque el resultado ya está escrito en las estrellas”. Hay otros jugadores que juran no haber oído nada de eso. En cambio, otros aseguran que dijo “salid y disfrutad”.

Andoni Zubizarreta al restaurant Fishhh! | Carolina Santos
Andoni Zubizarreta en el restaurante Fishhh! | Carolina Santos

¿Y de Atenas 94?

¿Atenas? ¿Qué es Atenas? [bromea] En mi familia existe la broma de que Atenas no existe. Dicho esto, recuerdo de esa final la euforia del equipo tras haber ganado unos días antes la Liga en la última jornada. Fuimos a Atenas con la sensación de que éramos casi invencibles y con la percepción de que íbamos a ganar. Nosotros fuimos con nuestro fútbol mientras el AC Milan se concentró durante 10 días para preparar el partido. Empezó la final y a los 20 minutos ya pensé que iba a ser muy difícil. Marcaron el primer y el segundo, y a partir del tercero ya no se pudo hacer nada. También tengo presente el silencio enorme en el vestuario al acabar el partido y que yo, como capitán, lo rompí para decir que ya no había nada que hacer, que tocaba trabajar para ganar al Milan la próxima temporada. Al día siguiente, bajé a desayunar y a hacer tiempo con mi familia porque volvíamos a Barcelona después de comer. Mientras acompañaba a mi hijo al baño, pasé por la recepción del hotel y me encontré con Núñez y Gaspart. Me preguntaron si sabía dónde estaban Johan y Charly. Les dije que no, pero los encontraron y los cuatro se reunieron en una sala. Pocos instantes después, le dije a mi mujer: “En esa sala se está decidiendo nuestro futuro”, a lo que ella respondió que no podía ser porque tenía dos años de contrato más y que me habían dicho que iba a seguir. Un rato después, en la cola del bufet para comer, me encontré a Joan Gaspart, con quien me llevaba bien. Le pregunté si tenía algo que contarme y me respondió que no. Un poco más tarde, se lo volví a preguntar y respondió no otra vez. Ya subiendo al autobús que nos tenía que llevar al aeropuerto, se lo pregunté por tercera ocasión y entonces se giró para decirme “tal vez alguna cosa sí tengo que contarte”. Sentados en el autobús, me comunicó que Johan no quería que continuase. Cuando llegué al aeropuerto, mi familia vio mi cara descompuesta. Se lo comenté a mi mujer y a mi hermana mayor. No sabía si comentárselo a mis aitas, pero en el avión se lo dije a mi padre, que era director de cerrajería de Unión Cerrajera y que me respondió: “Es una putada, pero en Cerrajera acaban de despedir a 250 trabajadores. Nosotros estaremos mal, pero no tan mal”. Por todo esto que os he comentado, Atenas no es un lugar donde hayamos ido de vacaciones.

¿Alguna anécdota más?

Sobre Atenas también puedo contarte que, cuando era director deportivo del Barça, el delegado Carles Naval apareció un día en mi despacho pocos días antes de jugar en Grecia. Me preguntó si podía ayudarle con un problema y le dije que por supuesto, a ver qué podía hacer. Naval estaba preocupado porque el equipo se iba a alojar en el hotel de Atenas donde nos habíamos concentrado antes de la final contra el AC Milan, el mismo donde me dijeron que no continuaría en el club cuando era jugador. Como veis, aquello que pasó en 1994 impactó a más de uno…

Su hijo Markel es manager del futbol femenino del Barça. ¿Está orgulloso de él?

Sí, estoy muy orgulloso de él y de mis otros dos hijos. En el caso de Markel, hay el elemento añadido de que está vinculado al mundo del fútbol.

¿Se había imaginado nunca a Markel como director técnico de un equipo femenino?

No, la verdad es que no, nunca me lo había imaginado de director técnico. Cuando yo estaba de director técnico del Athletic, vino a verme el director del futbol base y me dijo: “Tengo un problema. Estamos elaborando las plantillas de la temporada que viene y queremos traer a un portero, que es tu hijo”. Le pregunté si entre tantos porteros que había en Euskadi ése era el mejor y me lo justificó con todos los informes técnicos que tenía. Markel jugó un año en el juvenil del Athletic, pero un día me comentó: “Aita, ya he probado esto y yo quiero hacer otras cosas”. Entonces vino a Barcelona a estudiar Ciencias de la Educación Física y un máster de gestión deportiva. Creo que le marcó vivir los episodios buenos y malos de mi carrera futbolística, como mi salida del Barça y del Valencia.

La última: ¿cómo ve al Barça?

Desde la distancia, lo veo bien, pero hay una exigencia y unas ansias de pasar del campamento base al Everest inmediatamente. Y este objetivo no hay forma humana de conseguirlo tan rápido. Cuando estás reconstruyendo un proyecto, lo normal es que siempre aparezcan imprevistos y además se pide al equipo que domine el juego, que tenga más posesión y que genere más ocasiones que el rival. El fútbol ha evolucionado y no va a volver al 2010. No sé hacia dónde, pero el juego va a evolucionar. En este escenario, el Barça puede vivir muchas contradicciones con aquellos aspectos que te dan certidumbre, pero, como pasa en las empresas, no suele funcionar ahora aquello que iba bien hace 10 años. Los rivales y las competiciones ofrecen nuevos retos.