Pocas ideas han sido tan quemadas en discurso catalán de los últimos años como la de las "400personas que se encuentran en todas partes". El espejo catalán de theFourHundred que dominaron la alta sociedad neoyorquina durante la edad dorada de los Estados Unidos, que puso al centro del discurso FèlixMillet en una declaración recogida en El Oasis Catalán, quería describir la reducida estructura en que se concentraba entonces – en 2001 – y continúa haciéndolo ahora el poder político, económico y social barcelonés. El contexto de la cita, el devenir de la figura y la lejanía de la vidasocial del país respecto de la de los patricios de la capital arriesga una cierta alienación, una separación consciente de esta alta sociedad – ya separada per se – que puede empañar el entendimiento y la fiscalización de los entornos de poder por parte de la sociedadcatalana.
El Oasis Catalán fue uno de los intentos más reconocidos de elaborar una cartografía de la vida, la actividad económica o la toma de decisiones a los palacetes capitalinos y los áticos en el Paseo de Gracia – toda una disciplina en el país, cultivada por firmas como la del antropólogo Gary Wray McDonogh o el colaborador de VIAEmpresaRoger Vinton, autor de LaGran Telaraña. El más reciente de estos mapas ha sido Els que manen: Vida i miracles de les 50 famílies que mouen els fils a Catalunya (Edicions Saldonar, 2022), una investigación extendida en más de 600 páginas por los periodistas MiquelMacià y PepMartí alrededor de decenas de nombres y apellidos en el centro del tablero económico, político y social del país durante décadas: de Samaranch a Grífols ; de Vidal-Quadras a Roures y Benet. El volumen comparte con otros de su campo semántico el foco en el hecho empresarial, aunque lo que hace especial Els que manen es una aproximación, si se quiere, filosófica al poder económico catalán.
Donde otros autores han caído en la tentación utilitaria de seguir demasiado el dinero – una tarea indudablemente necesaria para comprender la estructura de la empresa en el país – Macià y Martí, sin renunciar a adentrarse en balances, compras e inversiones, complementan la estricta economía con su integración en el hecho social catalán. Las líneas de continuidad a las grandes familias y figuras del país se explican con una mirada amplía, multifacètica: por las relaciones personales, por las fílias y fobias ideológicas o, importante, por la fe. Del mismo modo que han hecho algunos de los apellidos con más pompa de la ciudad, Els que manen ofrece una perspectiva holística en la construcción de los diversos poderes catalanes – y, en cuanto que relación, a los marcadamente diferentes talantes que han adoptado los patrones del país a la hora de ejercerlo.
Los ejemplos del carácter ideológico que adquiere en Catalunya – como por todas partes – la gestión empresarial dibujan un poder en el país decidido a ocupar todo el tablero. Desde dinastías históricas ligadas en su momento a la dictadura a viejos militantes comunistas; del cristianismo social al judaísmo. Un ejemplo especialmente descriptivo es una declaración sobre JoanMolinsAmat, actual presidente de Cementos Molins – descendente de una dinastía, como confirman los mismos autores, imbrincada con la Obra en Catalunya. Una fuente próxima al empresario declara a los autores que es "más jesuítico que opusdeísta", y añade – en una línea complementaria – que comparte "una tradición capitalista del todo alejada de la especulación financiera y que tiene una visión paternalista de los trabajadores".
La memoria del antisemitismo de mediados de siglo XX aparece también cómo una de las líneas de continuidad a la carrera de LluisBassat, uno de los grandes nombres de la comunicación y la publicidad al país, fundador de la agencia Bassat Ogilvy – a pesar de que la condición judía "tenía más a ver con la cocina que con la fe", como recuerdan los autores. En el mismo gremio, el de la comunicación – que cuenta con un extenso capítulo en el libro, con historias de nombres como Godó o Lara – y desde una perspectiva más política, se describe también la herencia del trotskismo que queda en la gestión empresarial de Mediapro, de la mano de un Jaume Roures que reivindica no repartir dividendos para "cumplir con la función social de la empresa y crear lugares de trabajo". La gran influencia de la democracia cristiana en la figura del presidente de Foment del Treball Josep Sánchez Llibre o el avance y la innovación de Grífols en su papel en el frente del Ebro durante la Guerra Civil dibujan, entre otros muchos puntos y líneas, un poder empresarial catalán que los autores son bastante habilidosos para ubicar e interpretar desde su integración en el conjunto de la historia, la vida social y los conflictos del país.
De familia o hecho a si mismo
Si bien la idea de las "50 familias" que aparece en el subtítulo del libro sugiere la primacía de grandes alcurnias, de árboles genealógicos gigantescos que extienden sus ramas por toda la economía del país – el mismo Millet explicaba que las 400 personas "coinciden sean parientes o no" – abundantes patrones de la Catalunya moderna no responden a esta lógica dinástica. Si bien es cierto que Macià y Martí dedican abundante tinta a viajar por las historias familiares de Güells, Cambós, Millets o Godias, cuando se refiere al valor empresarial florecen las figuras criadas en entornos relativamente convencionales.
Del mismo modo que Els que manen es capaz de coger y transmitir cómo ideología o religión forman parte del hecho empresarial de muchas de las grandes fortunas del país, el sustrato social es también un factor central en el ascenso, las formas y las relaciones de figuras de la medida de los mismos hermanos Sánchez Libro, el presidente de la Fundación 'La Caixa' Isidre Fainé o el presidente de Saba y dirigente empresarial por excelencia de Barcelona, Salvador Alemán. En el caso del que fuera presidente de Abertis, desde la presidencia de la Fundación del Gran Teatro del Liceo, recuerda cómo, habiendo crecido en el Raval, la institución cultural "Estaba cerca de casa, pero lejos conceptualmente, económicamente y socialmente".
En la gran banca del país emerge un ejemplo de capitán del sector con una "sucesión dinástica". JosepOliu, presidente del Banco Sabadell, fundamentó con una amplia carrera académica – en la que coincidió con el que fuera Conseller d'Economia Andreu Mas-Colell – la cesión de la dirección general de la entidad que hasta el año 1990 ocupó su padre, Josep Oliu Pich; una operación que sirvió de inicio de la transformación de Sabadell en "un poder financiero global".
La brecha del procés
El catalanismo es una continuidad histórica en buena parte de los núcleos de poder empresarial de . CatalunyaDesde las grandes familias ligadas a la fundación de la Liga Regionalista – los mismos Cambó son el ejemplo más claro – a aproximaciones más actuales a la especificidad y las demandas catalanas, buena parte de las grandes figuras barcelonesas y del país se han visto reconocidas de una manera u otra. Incluso las familias y figuras próximas a instituciones tradicionales del Estado como la monarquía encuentran aquí un hilo con qué ligarse al resto de Els que manen. Aún así, el conflicto abierto con el Estado durante el proceso, arran – entre otras cosas – del rechazo del entonces presidente del Gobierno MarianoRajoy de las reivindicaciones económicas elaboradas por el CAREC, presidido por cierto por el mismo Alemán, ha sido una fuente de distanciamiento entre muchas de las estructuras empresariales históricas.
Al extremo del tenedor hay, por ejemplo, la gran beligerancia de figuras como el abogado Emili Cuatrecasas contra las aspiraciones nacionales catalanas y el proceso en si mismo. Al otra banda se sitúan figuras cómo VíctorGrífols, que, en la inauguración de la nueva planta de la empresa a Paredes, expresó al entonces presidente de la Generalitat ArturMas que "té una determinación, salga adelante, no se arronsi" – unas declaraciones que, cómo recogen los autores, le valieron la condena y el llamamiento al boicot por parte de figuras cómo Josep Ramon Bosch, de sociedad Civil Catalana. Si bien es cierto que muchas de las figuras más relevantes de la estructura empresarial catalana se posicionaron siempre en posturas de diálogo – a pesar de que algunos movieron sus suyos sociales fuera del país encara conservando la actividad y la toma de decisiones a Barcelona.
Hay poder fuera de la capital
Si algo tiene la organización social catalana durante el último más de un siglo es el rechazo a la centralización. Si bien las mismas tendencias productivas han forzado la concentración de buena parte de la actividad económica – así como la mayoría de los servicios e inversiones – en Barcelona, la proximidad y el arraigo al territorio son considerados un valor en todos los estratos sociales del país; también a los más altos. Macià y Martí reconocen esta distribución con un capítulo entero dedicado al "contrapoder de Barcelona", los grandes nombres e iniciativas sin las cuales no se puede entender la economía catalana contemporánea, pero que operan fuera de los límites de la ciudad. El gran protagonista en los cuadrantes del mapa que se alejan del centro es, así, el sector agroalimentario.
Con grandes patrones a la producción de alimentos y bebidas cómo JosepTarradellas (Casa Tarradellas) o MarRaventós (Codorníu) entre la élite empresarial catalana que concentra su actividad en el territorio, los dos más destacados son, precisamente, los que se encargan de su distribución: JaumeAlsina (bonÀrea) y JoanFont (BonPreu). Más de seis décadas después del inicio del actvitat de la Cooperativa Agraria de Guissona, el arraigo a Ponente es clave para explicar, cómo reconocen los autores, el éxito de un Alsina que siempre ha mostrado "la visión estratégica que había que llegar a ser una empresa de grandes dimensiones". "La gente lo para por la calle, lo saluda, lo reconoce y le agradece el progreso económico", recogía el 2009 la periodista Mar Galtés. Por su parte, el enorme crecimiento de BonPreu en los cerca de 50 años que lleva activa la cadena ha ido ligada a una apuesta por la lengua y el producto catalán en toda su oferta, con varios reconocimientos por "haber desarrollado un modelo económico pensado y dirigido desde el territorio y arraigado en el país".
La ambición humanística de Els que manen, el intento de implicar todos los factores que informan el carácter, las decisiones y la evolución de los diferentes centros de poder catalanes de las últimas décadas, hacen de él un libro extenso que pide una aproximación del lector similar a la que ofrecen – una mirada amplia y general favorece que la lectura de los capítulos individuales, dedicados a cada familia o figura, tomen un sentido conjunto, una colectividad que explica de forma transversal el las relaciones y decisiones en el país. Pese a la gran digestión que supone el volumen, convierte el ejercicio de acercamiento a las élites catalanas en uno accesible, menos ajeno, más entendedor. Una lectura completa y comprensiva del libro de Macià y Martí sirve, de hecho, para desempañar el vidrio desde el que observar, entender y vigilar el poder en Catalunya.